Parodias de la Segunda Gymkana de Elfenomeno

Aquí podréis leer las parodias escritas por los distintos equipos participantes en la Segunda Gymkana de Elfenomeno.com

11.

Pippin no podia dormir. A pesar de todo el camino recorrido a caballo junto a Gandalf y el cansancio que reinaba en su cuerpo, que podría tumbar a un Mûmak, había algo que le impedía conciliar el sueño. En un primer momento lo achacó al ambiente reinante en la habitación, puesto que es bastante difícil intentar agarrar algo de sueño, durmiendo sobre la dura y fría roca (cuando uno está acostumbrado a dormir en un buen colchón de pluma de ganso de la Comarca) y un pestazo a caballo condensado en el ambiente. “Seguro que ninguno de los aquí reunidos, se ha dado un buen fregado” pensó. Respiró fuerte para acostumbrarse al fuerte olor a “humanidad”, dándose cuenta poco a poco que lo que le impedía dormir no era eso... ¡sino que había perdido su pañuelo!

No era la pérdida del pañuelo, ni el sofocante olor a jamelgo lo que le imposibilitaba dormir. Era ese extraño ñosco redondo y renegrido, posiblemente después de la desvastación de Isengard por mano de los Ents. Ese pedrolo que se entcontró en el suelo a las puertas de la torre, sumergido bajo el agua, sin padre ni madre, ni istar que le ladre, y que el agonías de Gandalf le había arrebatado enseguida. Ese pedrusco redondo, liso, negro, con un color tannnn boniiiiito en su interior... “¿Qué dices? ¿Qué te coja?” Pippin miró exaltado a sus compañeros, en especial a Gandalf que tenía los ojos abiertos, parecía que le miraba, pero sin embargo dormía. Muchas piedras le habían hablado a Pippin, en especial cuando fumaba la mejor hierba para pipa de la Comarca, pero esta le atraía con una voz muy sensual y sugerent-e.

“Cógeme” le insistía a  Pippin. Sin pensarselo más, se acercó a Gandalf y le arrebató la piedra. Acto seguido la piedra se puso a arder, y no le dejaba que la soltara. Pippin empezo a gritar con toda la boca abierta: “¡Cuñaaaaaaoooo!”, despertando a todos en la habitación. Aragorn intentó cogerle la piedra a Pippin, pero con un pobre “no puedor”, se desvaneció y dejó rodar la palantir, hasta que Gandalf en un movimiento ágil, recordando sus años mozos como Olorín en el lejano Oeste, donde los jóvenes maiar jugaban a “Atrapa el  Ñosco Con Un Trapo”, tapó la piedra y se dirigió a Pippin, el cual tenía la vista perdida.

-¡Está loca!-suspiró. -¡Me habló de un 5 que se iba con un 6 de paseo, para comprar un 2x1!- (Sollozos) -Me habló de lencería élfica, de extraños colores, de gente borracha, de que a la sombra de mi sombra me iba a hacer un sombrero...

-Ya pasó, Pippin, ya pasó-le reconfortó Gandalf.

De lo que ninguno de los presentes se percató es de que en la palantir se iban borrando la silueta de dos “personas”. Una Elfa (Arwena) carcajeandose abiertamente, ideando horribles pruebas más allá de la comprensión de los seres de Arda, al lado de un hobbit, que portaba sonriente un trofeo (probalemente ganado en un torneo...).


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