El día del estreno. Ya sabéis la sensación: llevas dos años esperando, viendo imágenes, te sabes los libros de memoria, estás cardiaco, todo el día pensando que llegue la hora de ir al cine, no puedes más de ganas de ver Bolsón Cerrado, Frodo, Moria, Mordor y demás...

Pues esto es lo que pasó:

La sala estaba apenas llena aquel miércoles y llegamos otro colega y yo totalmente histéricos y tensos y casi sin pronunciar palabra de la emoción. Empieza la peli. Todo el mundo callado y pegado al asiento durante la narración de la historia del Anillo.

Sale Frodo: unas mocosas gritan, literalmente, qué bueno está. Ven para aquí, blanquito. Yo, bien educado, no digo nada (hay que decir que estaba como en un estado de catarsis o algo así, tan concentrado en la peli).

Sale Aragorn: las tipas, que no han parado de reir, dicen que este sí que está bueno. Y siguen con sus risas nerviosas e histéricas.

En lo más de Moria, a una de ellas le suena el móvil y contesta !!! Tres personas le decimos que se calle o que se vaya.
Parece que corta un poco. Pero en seguida, arropada por sus otras amigas, empiezan a comentar lo buenísimo que está Boromir. Supongo que se daban cuenta que lo comentaban para todo el cine, y por eso lo hacían.
De repente mis pies tropiezan con algo y descubro que el tipo de adelante ha colocado debajo de su asiento, es decir, delante de mis pies, la caja de pizza que se había llevado para comerse con su novia.
Le doy una patada a la caja de pizza y tiro su cocacola que la había dejado en el suelo. El tipo se queja en alto, claro, pero como no sabe quién ha sido pues no monta un pollo. Yo me hago el longuis e intento concentrarme en la peli.

Yo estaba ya sudando tinta porque sólo quería ver la peli, en silencio y sin que me molestaran y comentarla con mi colega que está tan fanático como yo o más.

Las tipas no se callaron en toda la peli. Pero además no se decían nada. Sólo se reían. Se necesita ser imbécil para estar tres horas riéndose como una demente sin nada de qué reirse.

Salí del cine con ganas de exterminar a alguien. Había estado un montón de tiempo esperando y por un imbécil que come pizza donde no debe y unas estúpidas mocosas, no pude disfrutar.

A los dos días volví al cine con mi hermano, que está totalmente enfermo por El Señor de los Anillos y disfrutamos como locos menos mal.
Nos tocó al lado de dos parejas que se lo pasaron de miedo, porque conocían la obra de Tolkien al dedillo.
Incluso luego nos tomamos una cerveza con ellos.

En fin, espero no haber aburrido. Saludos.