La Costa estaba serena y permanecía en una estrepitosa calma, el silencio rezumaba en el esplendoroso y dorado mediodía; la figura permanecía mirando a la infinidad del mar de zafiro y esmeralda, la oscura capa se mecía sinuosa en la brisa que acariciaba la arena de la playa

No se oía Nada. La Soledad era el único ruido

Así la figura se acercó al extremo de la costa, a su fusión con el briznado líquido cristalino, y la superficie del agua cambió, las aguas se abrieron, en parte tan sólo, y así penetraron sus pies hasta la altura de sus claros tobilos y comenzó a andar sin hundirse a través del acuoso canal

No había nadie allí para verlo, o al menos no suficiente gente como para que se percibiese una gran presencia en el lugar, y los pocos que estaban allí miraron a la extraña figura alejarse tanto en la distancia que ya no era más que un recuerdo vago en sus memorias; fue entonces cuando la figura se tornó y el manto calló...

No vieron más que una intensísima Luz Blanca, mas por alguna extraña magia, sus miradas se cruzaron, y sin tener en cuenta la larguísima distancia, puedieron ver los brillntes ojos castaños, tiznados de suave color miel por la esplendorosa luz que refulgía de y envolvía a la figura. Ése instante fue eterno, mas no más que un vano segundo para la realidad Banal y Mundana

La, ahora Brillante, Figura volvió a girarse, y se marchó...

No volvieron a verla por aquellas Tierras, a este lado del largo Mar, y Nadie sabe si alguien la vió en los Feudos que se extendían en el otro extremo, mas siempre les quedó el ahora vano recuerdo de aquella mirada, de aquellos brillantes y vivos ojos Castaños, mas no hubo lágrimas, pues no aún el Tiempo

No era aún el Tiempo

(Mensaje original de: Utopía Ehire)