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Leandro
Leandro
Desde: 04/11/1999

#1 Respondiendo a: Anónimo

Habiendo tambien leido la saga de Margaret Weis y Tracy Hickman, DRAGONLANCE: Queda claro que los majestuosos y orgullosos Elfos tenian orejas puntiagudas ¡No! las redondas de Liv, y ademas escuchando por ahi, su ropa es gris, siendo que no son elfos grises, su ropa generalmente sino es que todas er...

Sin ánimo de desprestigiar la saga de la Drangonlance, debo decir que Tolkien concibió toda la historia de la Tierra Media sin tener en cuenta nada de lo escrito por otros autores sobre elfos y demás. En cuanto a la Dragonlance, es una obra bastante buena, pero con una ambientación totalmente diferente. En la Dragonlance podemos hablar de una época medieval, que es lo que ha influido tan negativamente en muchísimos dibujantes y escritores que han intentado interpretar a Tolkien de la misma forma.
Tolkien nos narra hechos que sucedieron muchísimo antes de cualquier época que tuviera nada que ver con lo medieval. Y en cuanto a las criaturas que concibió, no tienen nada que ver con las explicaciones, imágenes y libros escritos con ese estilo "Dragonlance". Por lo tanto, no creo que sirva como ejemplo.
Tolkien especificó, por supuesto, que los elfos tenían las orejas puntiagudas, pero no "tremendamente grandes y puntiagudas, que sobresalían por sobre sus cabezas". Las orejas élficas (siempre según Tolkien) son de un tamaño similar al humano, y en su parte superior son puntiagudas en lugar de redondeadas, pero eso es todo. De hecho, algo similar pasa con los hobbits.
En la película, tanto los elfos como los hobbits llevarán las orejas puntiagudas, pero no demasiado, tal y como Tolkien lo concibió. Y es muy de agradecer, porque ver la belleza de Liv Tyler (tratada por ordenador, para parecer más élfica) con unas orejotas en plan Dumbo, me resultaría muy chocante, la verdad.
Lo que no entiendo es lo que quieres decir con las ropas y sus colores. ¿Podrías aclararnoslo, por favor?
Un saludo.
El corazón de los hombres a menudo no es tan malo como sus actos, y rara vez tan malo como sus palabras. (J.R.R. Tolkien)