cayendo sobre su propio pecho y clavandose la flecha.
La torre desapareció y se convirtió en un sinfín de pétalos de flores sobre los cuales cayeron la elfa, el humano y el guerrero. Sobre ellos se precipitaba el inmenso cuerpo del dragón cuando se transformó entre millares de luces de mil colores en un espiritu femenino del agua. Ante los ojos sorprendidos de los presentes el misterioso guerrero se convirtió en un espiritu del viento que se unió al espiritu del agua.
El humano recordó el medallón y se lo ofreció al guerrero como extasiado ante la visión de aquellos seres de luz. El espiritu del aire tomó el medallón y se lo puso al espiritu de aire. Tras ello se ofrecieron a llevar a los tres abstraidos observadores para devolver la vara a su dueño. Así lo hicieron.
Y justo antes de la despedida les entregaron un broche a cada uno de los tres. elfa, humano y hobbit con la promesa de que si algún día les necesitaban por alguna razón reaparecerían de nuevo.