Si nos ponemos filosóficos el mayor poder es la voluntad de Eru, pues ni todas las obras de Melkor, ni todos los esfuerzos de Sauron hagan lo que hagan pueden alterar la voluntad de Dios, y el resultado final siempre será el que Dios había querido y previsto (lo que es una plasmación de las creencias profundamente católicas de Tolkien).

En un plano más terrenal creo que al final es el espíritu de los personajes la fuerza que acaba por cambiar las cosas, no solamente su voluntad inquebrantable como tú dices sino su espíritu: Ni todos los barogs, ni orcos, ni Sauron, ni siquiera el propio Melkor pudieron impedir que el espíritu inquebrantable de Beren lo llevase a conseguir robar el silmaril de la corona de Melkor. O como has dicho nada pudo detener que el espíritu de dos hobbits los impulsase hasta el monte del destino para destruir el anillo; Nada logró torcer jamás la voluntad de Feanor, etc....

Saludos

(Mensaje original de: Fbaggins)