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Un comentario sobre mi ‘primera vez’ con El Silmarillion, y sin mucho detalle para no aburriros. Un aviso: fue el primer libro de Tolkien que leí (y el primero de ‘fantasía’ de toda mi vida, salvo que a Allan Poe lo consideremos tal), debido a un trabajo universitario.
Me lo leí... con dificultad, claro, porque menuda movida hasta que controlas los nombres de los príncipes Noldor, sus reinos, sus relaciones familiares, las batallas...
El caso es que nunca olvidaré la sensación que produjo en mi espíritu, si me dejáis expresarlo así, sobre todo llegando a Beren y Lúthien, y a Túrin, Tuor e Idril, Eärendil... Y el efecto que me produjo iba reforzado porque, durante las semanas que estuve leyendo El Silmarillion, escuchaba repetidamente unas canciones concretas, que curiosamente asocié con fuerza a la historia... Las canciones en sí no tienen importancia, eran de Thomas Dolby y sus letras tenían cero patatero que ver con nada fantástico, pero la melodía se me pegó y desde entonces... en fin, es psicológico, cuando releo El Silmarillion suelo recordar la melodía, en parte de forma intencional, porque me ponen en situación, me hacen leer el libro como si fuera la primera vez, como si estuviera de nuevo descubriendo la Tierra Media en toda su magnitud y mezcla de belleza y tristeza, de alegrías y luchas.
Además, los dos temas que más escuché de Dolby (The Flat Earth y Screen Kiss) me evocaban sobre todo la impresión que debió darles a los Elfos exiliados la llegada a Beleriand y la enorme extensión de tierras libres, hermosas y salvajes que tenían ante sí... todo un mundo por construir, toda una historia por empezar; todo un millón de sitios ocultos, hermosos y sencillamente anonadantes en su hermosura y novedad para encontrar entre los bosques, las llanuras y las montañas...
Un mundo hermoso y nuevo y mágico que luego se ‘pierde’ para los Elfos, y que incluso se da a entender que al final también se pierde para los Hombres posteriores... nosotros... Creo que la música y la historia despertaron en mí el deseo de encontrar sitios solitarios ‘reales’, en este mundo corriente y moliente en el que vivimos, en el que de alguna manera se pudiera vivir la aventura de crear algo nuevo, una nueva forma de vivir... “nuevos reinos que gobernar a su antojo” que dirían, en contacto con la Naturaleza... O sencillamente lejos de la hipocresía y el supremo materialismo en el que vivimos en las ciudades, en nuestra sociedad actual.
Supongo que se me puede acusar de 'escapismo' y 'alienación', y creo que es verdad, aunque no pienso renunciar a ello; pero a la vez la obra de Tolkien te da un fuerte empujón al deseo de luchar por lo que se cree, haya o no haya esperanza clara para uno... la Estel puede no ser fácil de conservar, pero es lo mejor que tenemos...
Bueno, pos ná, hecha la reflexión calenturienta, la dejo aquí, por si alguien se siente mínimamente identificado, aunque su experiencia haya sido distinta...
saludos
(Mensaje original de: Ghanburi)
Me lo leí... con dificultad, claro, porque menuda movida hasta que controlas los nombres de los príncipes Noldor, sus reinos, sus relaciones familiares, las batallas...
El caso es que nunca olvidaré la sensación que produjo en mi espíritu, si me dejáis expresarlo así, sobre todo llegando a Beren y Lúthien, y a Túrin, Tuor e Idril, Eärendil... Y el efecto que me produjo iba reforzado porque, durante las semanas que estuve leyendo El Silmarillion, escuchaba repetidamente unas canciones concretas, que curiosamente asocié con fuerza a la historia... Las canciones en sí no tienen importancia, eran de Thomas Dolby y sus letras tenían cero patatero que ver con nada fantástico, pero la melodía se me pegó y desde entonces... en fin, es psicológico, cuando releo El Silmarillion suelo recordar la melodía, en parte de forma intencional, porque me ponen en situación, me hacen leer el libro como si fuera la primera vez, como si estuviera de nuevo descubriendo la Tierra Media en toda su magnitud y mezcla de belleza y tristeza, de alegrías y luchas.
Además, los dos temas que más escuché de Dolby (The Flat Earth y Screen Kiss) me evocaban sobre todo la impresión que debió darles a los Elfos exiliados la llegada a Beleriand y la enorme extensión de tierras libres, hermosas y salvajes que tenían ante sí... todo un mundo por construir, toda una historia por empezar; todo un millón de sitios ocultos, hermosos y sencillamente anonadantes en su hermosura y novedad para encontrar entre los bosques, las llanuras y las montañas...
Un mundo hermoso y nuevo y mágico que luego se ‘pierde’ para los Elfos, y que incluso se da a entender que al final también se pierde para los Hombres posteriores... nosotros... Creo que la música y la historia despertaron en mí el deseo de encontrar sitios solitarios ‘reales’, en este mundo corriente y moliente en el que vivimos, en el que de alguna manera se pudiera vivir la aventura de crear algo nuevo, una nueva forma de vivir... “nuevos reinos que gobernar a su antojo” que dirían, en contacto con la Naturaleza... O sencillamente lejos de la hipocresía y el supremo materialismo en el que vivimos en las ciudades, en nuestra sociedad actual.
Supongo que se me puede acusar de 'escapismo' y 'alienación', y creo que es verdad, aunque no pienso renunciar a ello; pero a la vez la obra de Tolkien te da un fuerte empujón al deseo de luchar por lo que se cree, haya o no haya esperanza clara para uno... la Estel puede no ser fácil de conservar, pero es lo mejor que tenemos...
Bueno, pos ná, hecha la reflexión calenturienta, la dejo aquí, por si alguien se siente mínimamente identificado, aunque su experiencia haya sido distinta...
saludos
(Mensaje original de: Ghanburi)