Ver publicación (El sacrificio de Gandalf)

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Earnur
Earnur
Desde: 01/03/2003

#20 Respondiendo a: Idril_Itarille

Muy interesante este tema , y muy interesantes también todas las respuestas

Mi interpretación de lo que comenta Tolkien en la carta sobre el sacrificio de Gandalf es la siguiente:

Cuando ve aparecer al Balrog Gandalf sabe que él es el único de los Istari que puede conseguir que la misión...

Aiya!

Esto cada vez se pone más interesante. Gracias a la perspicacia de Merwen, el debate adquiere mayor relevancia, ¡enhorabuena!. Ya había advertido la diferencia entre la traducción de Miruvor "contrapesar a Saruman" y la transcripción ofrecida por Lobelia "neutralizar a Sauran", aunque no le había concedido importancia. Pero el caso es que sí la tiene, y mucha porque aclara el verdadero significado del "fracaso de los magos". Los magos son una muestra de la intervención divina en el transcurso de la historia y su fracaso está directamente relacionado con lo que, con evidente intencionalidad indica Beregond cuando alude a los "peligros de lo encarnado". Todos, menos uno, claudican del objeto de su misión, ya sea por desistimiento, pusilanimidad o, simplemente, por ambición o maldad. El elemento corrector que emplea la Autoridad que fija las Reglas es la redención a través de la expiación.

No, no es el cansancio un elemento deteminante en la narración, el cansancio es exclusivamente un recurso para dotar de mayor carga dramática a la escena. En realidad Gandalf se reafirma notablemente en su enfrentamiento con el Balrog, por primera vez muestra todo su poder cuando proclama "Soy un servidor del Fuego Secreto, que es dueño de la Llama de Anor" y esta proclamación es en si misma un acto de "fe", la primera de las virtudes teologales del catolicismo. Como ya he dicho antes, al asumir la defensa de sus compañeros, en un acto de entrega y de amor, asume la continuidad de la misión, más allá del resultado, lo que enlaza directamente con la "caridad" cristiana. Por último, ya sabíamos de la capacidad de Gandalf para fortalecer los corazones, pero aunque nos enteramos más tarde de que es el portador de Narya, no teníamos ninguna duda sobre su condición de emisario de "esperanza", la tercera de las virtudes teologales de los católicos. Gandalf supera todas las pruebas morales a las que ha sido sometido, pero el designio divino precisa una "purificación".

Para los cristianos, el sacrificio de Jesucristo es un acto máximo de resignada inmolación, aceptado de manera libre y voluntaria, tal y como responde a su naturaleza humana; pero Jesucristo es Dios, y para redimir a los hombres debe morir crucificado. Sin embargo Gandalf no es Dios, sólamente es su mensajero y, aunque su acción sacrificada es real, no es consciente ni resignada, sino heróica y valerosa. Tampoco es un "santo" ya que sus actos no se corresponden al canon del martiriologio de los primitivos cristianos; antes responde, más bien, a la necesidad superior de expiar una decisión equivocada, atravesando la cosmogonía primordial que representan los cuatro elementos: la tierra, el fuego, el agua y el aire. Gandalf es un Maia que se hace corpóreo y toma contacto con la tierra, a la que ama; en su peregrinar y según las palabra que él mismo nos dice, apuntadas oportunamente por Merwen, "he pasado por el fuego y el agua profunda"; y finalmente Gwaihir le revela su nivel superior cuando le dice "si yo te dejara caer flotarías en el viento". Durante este tránsito escatológico, ¡si Miruvor, otra vez escatológico!, el fuego le envuelve, quemandole; el agua fría como la marea de la muerte, casi le hiela el corazón; viaja por "donde no hay cuenta del tiempo" y conoce a criaturas sin nombre que roen el mundo; para finalmente extraviarse "fuera del pensamiento y el tiempo", errando "por sendas de las que nada diré." La purificación está completada, y como recompensa regresa a la tierra: "'¡No me dejes caer!', jadeé, pues sentía que volvía a la vida." Es la trascendencia de lo sublime en el plano filosófico y cosmogónico, aunque sin duda con fuertes influencias religiosas.

El sacrificio de Gandalf es real, pero insisto, no consciente ni resignado, ya que responde exclusivamente a los designios de la voluntad divina, a lo "inescrutable" de sus actos y a su propia determinación para intervenir.

Un saludo desde Minas Ithil.

Namárië.
Nic-bric, bric-nic, ...