¡Aiya!

Me ha emocionado mucho tu mensaje Elfa y, aunque no soy muy dada a hablar de estas cosas, hoy haré una escepción.

Yo he pasado por momentos malos, muy malos. Una racha de estas de años en las que pasa de todo y de todo lo peor. Momentos en los que no vives, sobrevives. Momentos en los que el aire no llega a los pulmones y, realmente, tampoco te importa tanto que no puedas respirar. Momentos en los que clamas al cielo preguntando qué has hecho para que se te haga sufrir de esa manera. Las heridas del alma son las peores porque no hay medicinas para ellas y porque siempre pasan factura con el tiempo, porque te cambian y ya no hay marcha atrás posible.
Pero yo he aprendido que si bien no soy responsable de las desgracias que la vida me impone sí lo soy del modo en que me enfrento a ellas; y he aprendido también a amar los detalles más insignificantes y a vivir cada día como si fuera el último que pasara sobre la Tierra. Me he convencido a mí misma de que sólo estaba viendo la parte negativa de la vida y que algún día llegaría lo bueno.
Y llegó. Y encontré mis Puertos Grises. Son mi madre, mi hermana y mi marido. Mi único refugio, mi más grande fuerza, mi consuelo, mi esperanza. Ahora incluso más, cuando dentro de casi seis meses cumpla, por fin, el sueño de mi vida, aquel que pensé que, por determinadas circustancias, nunca podría cumplir. Voy a ser madre, y cuando vea los ojos de mi hijo o hija no sólo habré encontrado mis Puertos, habré cruzado el mar y estaré en lo más alto del Taniquetil

Es cierto que hay heridas que parecen no cicatrizar, es cierto que el mundo cambia irremediablemente pero, como dice Diego Torres " la vida, por todo lo malo, algo bueno te da"

Y vale ya de sentimentalismos que las hormonas me hacen ponerme muy, pero que muy ñoña

¡Namárië!