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Ver tema#61 Respondiendo a: Anónimo
¿Seguro?
Yo pensaba que siguió a Melkor por el ansia de dominar, por rabia ante todo lo que los demás habían construído. No quería sólo construir, quería también destruir el resto. Vamos, que siguió al Maestro y luego se convirtió él en Maestro. ¿Condenación eterna? Sauron, pese a sus múltiples caí...
¿Qué condenación eterna?
Melkor perdió su guerra frente a unos valar que se retiraron de la escena.
Tras la caida de Melkor, Sauron temió por sí mismo y dudó, pero no se llegó a arrepentir del mal que podía haber hecho sino, en todo caso, de lo mal que podría haberlo hecho. En seguida recogió el testigo de Melkor ansiando conseguir el poder absoluto sobre el resto de criaturas de la tierra, con la convicción de no tener ya rival. Los que creía que podían derrotarle ya no volverían.
Los únicos sentimientos de Sauron son los que derivan de su ansia de poder absoluto. No hay el menor atisbo de amor o amistad, porque para ello hay que darse uno mismo a los demás. Ni siquiera hacia sus favoritos, los nazgul, sino mero placer en la contemplación de su propia obra, y deleite en el convencimiento de que son un arma eficaz para sus propósitos. Saurón necesita súbditos para que su absolutismo sea efectivo. Sin gobernados no se puede gobernar. Y en ese sentido los necesita, pero no los quiere. Su capacidad de amar, si alguna vez la tuvo, desapareció engullida por sus ansias de dominación.
Melkor perdió su guerra frente a unos valar que se retiraron de la escena.
Tras la caida de Melkor, Sauron temió por sí mismo y dudó, pero no se llegó a arrepentir del mal que podía haber hecho sino, en todo caso, de lo mal que podría haberlo hecho. En seguida recogió el testigo de Melkor ansiando conseguir el poder absoluto sobre el resto de criaturas de la tierra, con la convicción de no tener ya rival. Los que creía que podían derrotarle ya no volverían.
Los únicos sentimientos de Sauron son los que derivan de su ansia de poder absoluto. No hay el menor atisbo de amor o amistad, porque para ello hay que darse uno mismo a los demás. Ni siquiera hacia sus favoritos, los nazgul, sino mero placer en la contemplación de su propia obra, y deleite en el convencimiento de que son un arma eficaz para sus propósitos. Saurón necesita súbditos para que su absolutismo sea efectivo. Sin gobernados no se puede gobernar. Y en ese sentido los necesita, pero no los quiere. Su capacidad de amar, si alguna vez la tuvo, desapareció engullida por sus ansias de dominación.
Un consejo es un regalo muy peligroso, aun del sabio al sabio, ya que todos los rumbos pueden terminar mal. ¿Qué pretendes? No me has dicho todo lo que a ti respecta; entonces, ¿cómo podría elegir mejor que tú? Pero si me pides consejo te lo daré por amistad.