Ver publicación (Hoy hablamos de... La religiosidad en la obra de Tolkien)
Ver tema#55 Respondiendo a: Anónimo
Gracias por tu respuesta, Ithilien, pero me resulta más fácil aceptar las doctrinas de Manes. Dices que Dios no crea nada que sea intrínsecamente malo, que el Mal surge como una perversión del Bien, de la libertad de la criatura para volverse malvada... y me vuelven a asaltar las mismas dudas ¿cómo...
Bueno, ¿sabes, amdriel?, dentro de mis círculos, tengo cierta fama de matizar mucho, pero creo que eso es muy importante para explicar mejor los términos y aclarar mejor las cosas, así que vamos a intentar a matizar un poco... ¡Tu pregunta es muy buena y aguda!
Suelo decir siempre, como decían los buenos escolásticos medievales, que antes de empezar un intercambio de pareceres, era muy conveniente primero establecer lo que ellos llamaron "explicatio terminorum".
En el lenguaje ordinario, solemos emplear, creo yo al menos, indistintamente el término "crear" y "hacer", y eso en principio está bien, en un uso lingüistico "común." Ahora bien, para hablar en términos teológicos, ciertamente, no es lo mismo, claro está. Existe todo un tratado (¡hermoso, por cierto!) de Teología de la Creación, que Tolkien bien conocía por ser creyente.
En mi anterior respuesta, y creo en el artículo en cuestión, tal vez no he matizado suficientemente que la criatura, efectivamente no puede "crear", entendiendo por ésto, "crear de la nada más absoluto", pero sí puede participar en la obra del Creador al "hacer" o "fabricar" cosas, no solamente para mal sino también para bien. Tal vez he insistido demasiado inadvertidamente, que la criatura sólo puede pervertir la bondad de la Creación--hombre, pues no, también puede, digamos, "con-crear" con el Creador. Pensemos que cuando nuestros padres nos engendran, participan muy directamente con Dios en "crear" a otro ser humano, o pensemos en los Hobbits o los Elfos, y en las bellezas que éstos "crean" o mejor dicho "recrean".
En este sentido, recuerdo haber leído cómo el mismo Tolkien se sentía como "con-creador" con Dios, en el larguísimo proceso de "sub-crear" su universo mítico. La "subcreación" en Tolkien resulta ser esencial y por tanto fundamental y muy aleccionador para esta cuestión.
Luego, tus preguntas de ¿cómo te puedes hacer malvado si Dios no ha creado la Maldad? o, ¿cómo puedes sentir algo en ti que no existe porque no fue creado? son muy legítimas, pero temo que mi respuesta sería insuficiente para abordar en el foro. Te lo voy a resumir (¡muy inadecuadamente!): San Agustín se hacía las mismas preguntas: Buscaba el origen del mal y no encontraba solución, decía él, hasta que su propia búsqueda personal resultó ser un tanto dolorosa y sólo encontró salida cuando se convirtió al amor de Cristo. El "misterio de iniquidad" del que habla San Pablo (2 Tesalonicenses 2, 7) sólo se esclarece desde el "misterio de piedad" o "misericordia" (1 Timoteo 3, 16).
Te remito la cuestión haciendo referencias al Catecismo de la Iglesia Católica, que puedes consultar, si te parece bien, en la página web de la Santa Sede o en muchos portales católicos en Internet. Concretamente los párrafos nºs 385-421.
A remar mar adentro, ¡que esto es apasionante!
(Mensaje original de: Ithilien)
Suelo decir siempre, como decían los buenos escolásticos medievales, que antes de empezar un intercambio de pareceres, era muy conveniente primero establecer lo que ellos llamaron "explicatio terminorum".
En el lenguaje ordinario, solemos emplear, creo yo al menos, indistintamente el término "crear" y "hacer", y eso en principio está bien, en un uso lingüistico "común." Ahora bien, para hablar en términos teológicos, ciertamente, no es lo mismo, claro está. Existe todo un tratado (¡hermoso, por cierto!) de Teología de la Creación, que Tolkien bien conocía por ser creyente.
En mi anterior respuesta, y creo en el artículo en cuestión, tal vez no he matizado suficientemente que la criatura, efectivamente no puede "crear", entendiendo por ésto, "crear de la nada más absoluto", pero sí puede participar en la obra del Creador al "hacer" o "fabricar" cosas, no solamente para mal sino también para bien. Tal vez he insistido demasiado inadvertidamente, que la criatura sólo puede pervertir la bondad de la Creación--hombre, pues no, también puede, digamos, "con-crear" con el Creador. Pensemos que cuando nuestros padres nos engendran, participan muy directamente con Dios en "crear" a otro ser humano, o pensemos en los Hobbits o los Elfos, y en las bellezas que éstos "crean" o mejor dicho "recrean".
En este sentido, recuerdo haber leído cómo el mismo Tolkien se sentía como "con-creador" con Dios, en el larguísimo proceso de "sub-crear" su universo mítico. La "subcreación" en Tolkien resulta ser esencial y por tanto fundamental y muy aleccionador para esta cuestión.
Luego, tus preguntas de ¿cómo te puedes hacer malvado si Dios no ha creado la Maldad? o, ¿cómo puedes sentir algo en ti que no existe porque no fue creado? son muy legítimas, pero temo que mi respuesta sería insuficiente para abordar en el foro. Te lo voy a resumir (¡muy inadecuadamente!): San Agustín se hacía las mismas preguntas: Buscaba el origen del mal y no encontraba solución, decía él, hasta que su propia búsqueda personal resultó ser un tanto dolorosa y sólo encontró salida cuando se convirtió al amor de Cristo. El "misterio de iniquidad" del que habla San Pablo (2 Tesalonicenses 2, 7) sólo se esclarece desde el "misterio de piedad" o "misericordia" (1 Timoteo 3, 16).
Te remito la cuestión haciendo referencias al Catecismo de la Iglesia Católica, que puedes consultar, si te parece bien, en la página web de la Santa Sede o en muchos portales católicos en Internet. Concretamente los párrafos nºs 385-421.
A remar mar adentro, ¡que esto es apasionante!
(Mensaje original de: Ithilien)