Ver publicación (Apendices)
Ver tema#8 Respondiendo a: Ar Adunakhor
Armenelos
A mi me va muy bien, ¿y a tí? Algunos años hacia que no tenía noticias sobre tí, alla por el año 2043 de la Tercera Edad del Sol, creo recordar, desafiaste al Witch King of Angmar, y desde entonces no he vuelto a saber de tí. Ah, deberias cambiar de nombre a tu domicilio, creo recordar qu...
Minas Ithil
Aiyä!
Exactamente fue el año 2050 de la T.E. cuando cabalgué a Minas Morgul, pero el año que indicas fue el de mí coronación. En cualquier caso, se agradece el detalle. Hace aproximadamente un año, una forera me preguntó casi lo mismo y tvue que explicarle la situación actual de la Ciudad. Con mucho gusto lo repetiré, algo mejorado y aumentado: un relato extraviado para una tarde-noche de verano:
"... Pues verás, hemos tenido que eliminar todas las estructuras degradadas así como las demás aberraciones arquitectónicas cometidas por el Rey Brujo y sus secuaces, incluyendo las espantosas y horribles estátuas de la entrada. También nos hemos ocupado de la limpieza de todas las estancias, instalaciones y paramentos (muy especialmente la zona en la que malvivía la Bestia Alada), hasta hacer desaparecer cualquier recuerdo de la presencia de los Orcos y de otras criaturas miserables.
La verdad es que la Ciudad ha quedado preciosa, muy parecida a como era cuando se rehabitó al comienzo de la Tercera Edad: la Torre Giratoria es alucinante y la luz de Ithil sigue iluminando sus preciosas salas de marmol. Desgraciadamente, el paso de los Nazgûl ha dejado huellas y heridas incurables, y nadie se anima a volver a habitarla. Por esa razón resulta algo solitaria pero, sin embargo, bastante confortable; al menos para mí y mis caballeros.
Pero no he dicho nada de lo que nos pasó: en efecto fuimos apresados en una cobarde emboscada, y encerrados en las oscuras mazmorras en que habían convertido las, en otro tiempo, magníficas bodegas de Ithilien. Afortunadamente, antes de que sufrieramos tormento, logramos escapar a través de la intrincada red de túneles secretos construídos por los Númenoreanos en la Segunda Edad. Lamentablemente, Isildur se había llevado los planos cuando partió hacia el Norte y por esa causa, tan valioso conocimiento se perdió junto con el Anillo. A pesar de nuestra intuición y del saber acumulado durante los estudios que todos habiámos desarrollado y adquirido en la biblioteca de Minas Tirith, nos desorientamos en el intrincado laberinto y, finalmente, nos perdimos. Erramos por lugares ignotos y descubrimos restos de otros infelices que en épocas remotas se habían aventurado por el complicado trazado. Pasamos una infinidad de calamidades: sueño, sed, hambre, y el tiempo se nos hizo eterno e insoportable. Al cabo de algunos años, cuando por fin encontramos una salida segura, descubrimos que nuestros cuerpos eran extrañamente libianos: ¡nos habíamos convertido en fantasmas!
Desde entonces nuestros espíritus vagaron permanentemente por las calles de la Ciudad, visitando en ocasiones lugares recónditos al amparo de nuestra nueva presencia y dedicando todos nuestros esfuerzos a hacer menos grata la vida cotidiana de los Orcos. Muchas leyendas y rumores circularon en la Lengua Negra por aquel entonces, pero nunca se les dió crédito. La arrogancia del Jefe de los Nazgûl no conocía límites.
Acosábamos a los Orcos por sorpresa para retirarnos rapidamente al laberinto profundo, donde no podíamos ser perseguidos ni descubiertos, ya que ninguna criatura maligna osaba penetrar en él. Además un extraño sortilegio nos protegía. Muchos Orcos enloquecieron inexplicablemente, y el Orco que enloquecía era eliminado. No encontramos otro sistema que causara más bajas al enemigo, así que de esta manera nos conducimos durante casi mil años. El comportamiento de mís hombres durante todo ese tiempo fue admirable y el susurro de nuestras acciones alentó durante generaciones el mantenimiento de la promesa de los Senescales.
Pese a todo, se cuenta que nuestra mayor hazaña fue lograr que el Rey Brujo desviara su atención sobre Frodo, cuando a lomos de un gran caballo negro salía de Minas Morgul guiando a sus huestes. Era el Día sin Alba, el 10 de marzo de 3019, y la suerte estaba echada. Al parecer esta cuestión se estudia con interés en los Concilios de Sabios
Por lo demás, toda vez que el Rey Elessar al fin ha regresado y después de mantener algunas conversaciones, más que nada sobre cuestiones familiares y protocolarias (la cuestión dinástica y esa serie de cosas), en las que desde el principio ha habido acuerdo, ahora nos ocupamos del cuidado y mantenimiento general de la Ciudad, rebautizada Minas Ithil, y también de que las sombras que han quedado por aquí no molesten a los felices y enamorados Señores de Ithilen, ni a los Elfos que acompañan al Príncipe Legolas en la restauración de la campiña...
Eärnur I, Rey de Gondor."
Un saludo desde Minas Ithil.
Namárië.
PD: el texto entrecomillado procede de una Carta inexistente remitida por Eärnur a Gimli (que por ese entonces se encontraba en Aglarond) y es absolutamente inventada. La Carta, que como se ve ha sido extractada, incluía un anexo pero ha sido imposible encontrarlo. Los datos correspondientes a fechas y lugares, así como las referencias a personajes, son completamente reales, bueno casi completamente reales.
Aiyä!
Exactamente fue el año 2050 de la T.E. cuando cabalgué a Minas Morgul, pero el año que indicas fue el de mí coronación. En cualquier caso, se agradece el detalle. Hace aproximadamente un año, una forera me preguntó casi lo mismo y tvue que explicarle la situación actual de la Ciudad. Con mucho gusto lo repetiré, algo mejorado y aumentado: un relato extraviado para una tarde-noche de verano:
"... Pues verás, hemos tenido que eliminar todas las estructuras degradadas así como las demás aberraciones arquitectónicas cometidas por el Rey Brujo y sus secuaces, incluyendo las espantosas y horribles estátuas de la entrada. También nos hemos ocupado de la limpieza de todas las estancias, instalaciones y paramentos (muy especialmente la zona en la que malvivía la Bestia Alada), hasta hacer desaparecer cualquier recuerdo de la presencia de los Orcos y de otras criaturas miserables.
La verdad es que la Ciudad ha quedado preciosa, muy parecida a como era cuando se rehabitó al comienzo de la Tercera Edad: la Torre Giratoria es alucinante y la luz de Ithil sigue iluminando sus preciosas salas de marmol. Desgraciadamente, el paso de los Nazgûl ha dejado huellas y heridas incurables, y nadie se anima a volver a habitarla. Por esa razón resulta algo solitaria pero, sin embargo, bastante confortable; al menos para mí y mis caballeros.
Pero no he dicho nada de lo que nos pasó: en efecto fuimos apresados en una cobarde emboscada, y encerrados en las oscuras mazmorras en que habían convertido las, en otro tiempo, magníficas bodegas de Ithilien. Afortunadamente, antes de que sufrieramos tormento, logramos escapar a través de la intrincada red de túneles secretos construídos por los Númenoreanos en la Segunda Edad. Lamentablemente, Isildur se había llevado los planos cuando partió hacia el Norte y por esa causa, tan valioso conocimiento se perdió junto con el Anillo. A pesar de nuestra intuición y del saber acumulado durante los estudios que todos habiámos desarrollado y adquirido en la biblioteca de Minas Tirith, nos desorientamos en el intrincado laberinto y, finalmente, nos perdimos. Erramos por lugares ignotos y descubrimos restos de otros infelices que en épocas remotas se habían aventurado por el complicado trazado. Pasamos una infinidad de calamidades: sueño, sed, hambre, y el tiempo se nos hizo eterno e insoportable. Al cabo de algunos años, cuando por fin encontramos una salida segura, descubrimos que nuestros cuerpos eran extrañamente libianos: ¡nos habíamos convertido en fantasmas!
Desde entonces nuestros espíritus vagaron permanentemente por las calles de la Ciudad, visitando en ocasiones lugares recónditos al amparo de nuestra nueva presencia y dedicando todos nuestros esfuerzos a hacer menos grata la vida cotidiana de los Orcos. Muchas leyendas y rumores circularon en la Lengua Negra por aquel entonces, pero nunca se les dió crédito. La arrogancia del Jefe de los Nazgûl no conocía límites.
Acosábamos a los Orcos por sorpresa para retirarnos rapidamente al laberinto profundo, donde no podíamos ser perseguidos ni descubiertos, ya que ninguna criatura maligna osaba penetrar en él. Además un extraño sortilegio nos protegía. Muchos Orcos enloquecieron inexplicablemente, y el Orco que enloquecía era eliminado. No encontramos otro sistema que causara más bajas al enemigo, así que de esta manera nos conducimos durante casi mil años. El comportamiento de mís hombres durante todo ese tiempo fue admirable y el susurro de nuestras acciones alentó durante generaciones el mantenimiento de la promesa de los Senescales.
Pese a todo, se cuenta que nuestra mayor hazaña fue lograr que el Rey Brujo desviara su atención sobre Frodo, cuando a lomos de un gran caballo negro salía de Minas Morgul guiando a sus huestes. Era el Día sin Alba, el 10 de marzo de 3019, y la suerte estaba echada. Al parecer esta cuestión se estudia con interés en los Concilios de Sabios
Por lo demás, toda vez que el Rey Elessar al fin ha regresado y después de mantener algunas conversaciones, más que nada sobre cuestiones familiares y protocolarias (la cuestión dinástica y esa serie de cosas), en las que desde el principio ha habido acuerdo, ahora nos ocupamos del cuidado y mantenimiento general de la Ciudad, rebautizada Minas Ithil, y también de que las sombras que han quedado por aquí no molesten a los felices y enamorados Señores de Ithilen, ni a los Elfos que acompañan al Príncipe Legolas en la restauración de la campiña...
Eärnur I, Rey de Gondor."
Un saludo desde Minas Ithil.
Namárië.
PD: el texto entrecomillado procede de una Carta inexistente remitida por Eärnur a Gimli (que por ese entonces se encontraba en Aglarond) y es absolutamente inventada. La Carta, que como se ve ha sido extractada, incluía un anexo pero ha sido imposible encontrarlo. Los datos correspondientes a fechas y lugares, así como las referencias a personajes, son completamente reales, bueno casi completamente reales.
Nic-bric, bric-nic, ...