Ver publicación (Tolkien: 50 Aniversario de La Comunidad del Anillo)

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Anónimo
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#1 Respondiendo a: Anónimo

    
Hoy es un día para sonreir, para pensar, para recordar. El 29 de julio de 1954 salía a la venta el primer volumen de una novela que iba a cambiar las vidas de mucha gente. Con el título de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, su autor J.R.R. Tolkien publ...

Un pasaje

Hoy es un día de celebración para todos los que hemos disfrutado y nos hemos emocionado con la obra de Tolkien. ¡Cincuenta años no se cumplen todos los días!

Recuerdo bien cómo descubrí a Tolkien: una revista de informática hablaba de los viejos éxitos del ordenador ZX Spectrum, y entre ellos había una aventura conversacional llamada "El Hobbit". Desde pequeño me han fascinado los dragones, así que fui corriendo a la librería a comprar ese libro en el que se basaba el juego. El resto, es historia...

No puedo recordar mi pasaje favorito de La Comunidad del Anillo, porque tengo muchos. Pero hay uno que me gusta mucho -ya lo conocéis, lleva tres años en mi firma :P porque, en una frase, Aragorn resume el espíritu de la Tierra Media, y además trata de dos personajes muy queridos para Tolkien, Lúthien y Beren. Tiene lugar en la Cima de los Vientos, justo antes del ataque de los Jinetes Negros, mientras Aragorn trata de alejar el miedo de los hobbits:

-Entonces cuéntanos alguna otra historia de los viejos días -suplicó Sam-, una historia de los Elfos antes de la declinación. Me gustaría tanto oír más de los Elfos; parece que la oscuridad se cerrara sobre nosotros desde todos lados.
-Os contaré la historia de Tinúviel -dijo Trancos-. Resumida, pues es un cuento largo del que no se conoce el fin; y no hay nadie en estos días excepto Elrond que lo recuerde tal como lo contaban antaño. Es una historia hermosa, aunque triste, como todas las historias de la Tierra Media, y sin embargo quizá alivie vuestros corazones.

Trancos calló un tiempo, y al fin no habló, pero entonó dulcemente:

Las hojas eran largas, la hierba era verde,
las umbelas de los abetos altas y hermosas
y en el claro se vio una luz
de estrellas de la sombra centelleante.
Tinúviel bailaba allí,
a la música de una flauta invisible
con una luz de estrellas en los cabellos
y en las vestiduras brillantes.

(...) (y el poema acaba)

Larga fue la ruta que les trazó el destino
sobre montañas pedregosas, grises y frías,
por habitaciones de hierro y puertas de sombra
y florestas nocturnas sin mañana.
Los mares que separan se extendieron entre ellos,
y sin embargo al fin de nuevo se encontraron
y en el bosque cantando sin tristeza
desaparecieron hace ya muchos años.

Gracias por tantos buenos ratos, Profesor...


(Mensaje original de: Liberty)