Hay mucho que decir

He de reconocer que nunca me he sentido un bicho raro a causa de mi afición por Tolkien; ni antes, cuando durante muchos años lo disfruté en solitario; ni ahora, durante los últimos cinco años de fiebre tolkiendil.

He tenido la suerte de crecer en una familia en la que siempre se ha leído mucho, y la entrada de un nuevo libro en casa, de cualquier libro, siempre ha sido bienvenida... mis padres y mi hermana han leído El Señor de los Anillos, nunca se han extrañado de que otro de mis libros favoritos sea Alicia en el País de las Maravillas, o que todavía hoy (a mis casi 43 años) siga comprando comics... Vamos, que por ahí vamos bien.

Mis compañeros de trabajo y mis amigos de antiguo, como han vivido mi afición con el paso del tiempo, tampoco se extrañan ya de nada. A veces se gastan pequeñas bromas, pero no mayores que las que puedo gastar yo acerca de sus gustos y pasatiempos... Vaya, pues tampoco tengo problemas por esta parte.

Pero hay que ver que curioso... he tenido que meterme de lleno en todo el fenómeno tolkiendil para llegar a encontrar lo mejor y lo peor de este mundillo...

He encontrado lo mejor, sí: grandes amigos y grandes momentos, emociones y alegrías, y he encontrado algo tan bueno que no podrá ser superado por ninguna otra cosa, algo que hace que todo (incluso lo peor) haya valido la pena... pero ésa es otra historia.

Pero, ¡ay!, también, como he dicho, he encontrado lo peor: el “lado oscuro”, como me gusta decir. Ha sido aquí, en este mundillo de Internet, y no entre la gente que me rodea en el “mundo real”, donde he recibido los mayores disgustos, y también los comentarios más hirientes, donde he sentido lo extraña sensación de que alguien a quien no conoces puede llegar poco menos que a odiarte, y también donde he visto las mayores envidias... He visto muchas cosas, y temo que me quedarán muchas por ver.

¿La gente “de fuera” no nos ve “normales”?... ¡Ja!... pues menos mal que no nos conocen “desde dentro”, porque entonces habría que oírles.

Un saludote.