Apreciado Entaguas:
En lo referente a Melkor, coincido mayoritariamente en lo que han dicho antes los compañeros sobre él. Probablemente, desconocía a sus enemigos, sobretodo en cuanto a los Elfos. Los había conocido en Aman y se había dado cuenta de cuán difícil resultaba seducirles, pero entendió que la mentira lo ayudaría en sus propósitos. Ahora bien, nunca llegó a imaginar que la furia de los Elfos pudiera llegar a hacerle tanto daño, como en el caso de Fingolfin o el cerco a Angband que duró largos años. Probablemente, no era un cobarde, pues se enfrentó a un poder superior al suyo, como el de Iluvatar. El problema es que no aprendió nada de ese enfrentamiento, pues el tema de los Elfos y el de los Hombres no llegó a escucharlos (como decía Gilgaer).
Así pues, temía a los Noldor (sobretodo), pero también a los Hombres, en especial a aquéllos que mezclaron su sangre con la de los Elfos (y ese miedo se transmitió luego a Sauron). Por eso, utilizó tácticas como las que citas, no sé si admirables, pero sí clarísimamente efectivas.
En cuanto a Angband, sus dimensiones son difíciles de imaginar. La parte que asoma al exterior, bajo las Montañas de Hierro y Thangorodrim, es mínima. Se extendían quizás algo hacia el Norte, pero tampoco en exceso. La clave del tamaño de Angband está bajo tierra, en las largas y laberínticas galerías que debían hundirse profundamente en el suelo. Sólo así puede explicarse que albergaran los ejércitos y las bestias que se citan en el Silmarillion.

Saludos desde Tumladen