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Ver tema#1 Respondiendo a: Ekebrand
Hola
un what if pequeño
¿que habría pasado si Gandalf NO regresara a salvar a Faramir de la hoguera de Denethor?
Pesimo fin de semana :/
bye
Pippin corrió en busca de Gandalf, pero no lo encontró, ni tampoco a Beregond o Bergil. Se armó de valor y atravesó las grandes puertas de Minas Tirith y corrió por los campos de Pelennor hacia la figura blanca que divisaba a lo lejos, tan deprisa como le permitían sus cortas piernas.
Gandalf se interpuso entre Theoden, que había conseguido controlar a su montura, y la bestia alada. Los guardias del rey yacían muertos o heridos alrededor y sólo quedaban en pie Dernhelm y Merry cubriendo ambos flancos del rey.
- Quedaos atrás, -gritó Gandalf- es un enemigo demasiado poderoso para vosotros.
Dernhelm habría querido luchar junto lado del mago, pero no osaba dejar a Theoden desprotegido. Si Gandalf fallaba, aún quedaría una espada para defender al rey.
- ¿Pretendes enfrentarte a mí? -rió el Rey brujo- Pobre loco, ningún hombre vivo puede matarme.
- wqvboiñ´ -dijo Gandalf-
Mientras Luinnárë apartaba a su gato del teclado, Gandalf levantó su bastón. Una luz cegadora iluminó los campos de Pelennor y un sonido aterrador estremeció a cuantos estaban luchando. El terror invadió a los Trolls que trataron de resguardecerse de la intensa luz. Pero los Uruk-hai respondieron con un clamor lleno de odio. Cuando Theoden logró abrir sus ojos, sólo quedaba del Rey Brujo y de la bestia alada una corona de hierro medio fundida en medio de una carcasa humeante.
Entonces Merry oyó una pequeña voz que venía en dirección a Minas Tirith y vio una pequeña persona que gritaba a lo lejos mientras corría desesperadamente hacia ellos.
- ¡Gandalf, Gandalf! -gritaba Pippin-, por fin os encuentro. Tenéis que venir en seguida a la ciudad. Denethor, se ha vuelto loco. Se ha encerrado con Faramir y va a...
Pippin trató de recuperar su aliento mientras señalaba insistentemente hacia Minas Tirith. Pero mientras los demás dirigían su mirada hacia la ciudad, las palabras murieron en los labios del Hobbit. A lo lejos se alzaba una columna de humo, un humo tan negro como el cielo que los cubría.
y lo dejo aquí que ya es muuuuuuuuy tarde (menos mal que mañana es fiesta)
Gandalf se interpuso entre Theoden, que había conseguido controlar a su montura, y la bestia alada. Los guardias del rey yacían muertos o heridos alrededor y sólo quedaban en pie Dernhelm y Merry cubriendo ambos flancos del rey.
- Quedaos atrás, -gritó Gandalf- es un enemigo demasiado poderoso para vosotros.
Dernhelm habría querido luchar junto lado del mago, pero no osaba dejar a Theoden desprotegido. Si Gandalf fallaba, aún quedaría una espada para defender al rey.
- ¿Pretendes enfrentarte a mí? -rió el Rey brujo- Pobre loco, ningún hombre vivo puede matarme.
- wqvboiñ´ -dijo Gandalf-
Mientras Luinnárë apartaba a su gato del teclado, Gandalf levantó su bastón. Una luz cegadora iluminó los campos de Pelennor y un sonido aterrador estremeció a cuantos estaban luchando. El terror invadió a los Trolls que trataron de resguardecerse de la intensa luz. Pero los Uruk-hai respondieron con un clamor lleno de odio. Cuando Theoden logró abrir sus ojos, sólo quedaba del Rey Brujo y de la bestia alada una corona de hierro medio fundida en medio de una carcasa humeante.
Entonces Merry oyó una pequeña voz que venía en dirección a Minas Tirith y vio una pequeña persona que gritaba a lo lejos mientras corría desesperadamente hacia ellos.
- ¡Gandalf, Gandalf! -gritaba Pippin-, por fin os encuentro. Tenéis que venir en seguida a la ciudad. Denethor, se ha vuelto loco. Se ha encerrado con Faramir y va a...
Pippin trató de recuperar su aliento mientras señalaba insistentemente hacia Minas Tirith. Pero mientras los demás dirigían su mirada hacia la ciudad, las palabras murieron en los labios del Hobbit. A lo lejos se alzaba una columna de humo, un humo tan negro como el cielo que los cubría.
y lo dejo aquí que ya es muuuuuuuuy tarde (menos mal que mañana es fiesta)