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Ver tema#466 Respondiendo a: Abârmil
Acción
Seguía con la mayor destreza posible la escalada del orco que se deslizaba ágil como una serpiente, el rugido era atronador en la sala y el miedo disparaba la adrenalina en los músculos. Miré hacia abajo comprobando que todos estaban escalando con presteza y continué con la fatigosa subida....
Acción
No había tiempo que perder: el ejército enemigo estaba colmando la sala extendiéndose como una mancha de aceite.
[quote] -¡Subid rápido!- grité a los míos uniendo a mis palabras un ademán perentorio [/quote]
El pasadizo formado a expensas de una rajadura natural de la mole rocosa era estrecho, y por momentos nos raspábamos los hombros con las paredes, o debíamos de andar encorvados. Yo, al frente, intentaba anoticiar a los compañeros (de los que o ignoraba que casi todos veían menos que yo en esas tinieblas) acerca de cada nuevo accidente.
[quote] – Doblemos a la derecha ¡cuidado con las paredes! ¡las malditas están llenas de salientes afiladas!
- ¡Rúmil! ¡ mantén atento tu arco, cúbrenos!- oí que decía alguien que quizás fuese Serke [/quote]
Pues era indudable que el elfo cerraba la marcha.
Todos corríamos a las disparadas, y algunos no podían evitar que las vainas de sus armas golpeasen las paredes o el piso, aquí y allá, y aquello era un estrépito infernal, pues a la bulla que armábamos se unían los rudos cánticos guerreros de los uruks que nos seguían los pasos.
[quote] -¡Cuidado con el techo! – [/quote] dije bajando rápidamente la cabeza ante un estrechamiento de la altura del pasadizo, pero el barullo era tal que Abârmil no me oyó, golpeando la frente en la saliente rocosa.
El montaraz cayó cuan largo era, intenté socorrer a mi entrañable amigo, y eso fue el caos y todos nos entrechocamos.
[quote] -¿Qué rayos pasa allá delante?
- ¡No os detengáis!
- ¡Nada se ve aquí!
- ¿Quién cayó? [/quote]
Las voces iban y venían. Mientras el solícito Inglor auxiliaba al herido, yo alcé la mano hacia los compañeros:
[quote] -¡tenemos un herido!- dije, y oí las voces graves de los enanos lamentándose [/quote]
Pero no había tiempo para nada. El medio-elfo cargó al lastimado y seguimos la marcha.
Al cabo una gran luz cegó a todos, y Serke se cubrió los ojos con los dedos. Era la salida del túnel, pero la sorpresa que nos aguardaba no era grata:
Es que estábamos ante un enorme campamento orco, tan grande como no había yo visto desde el Gorgoroth de la época de la Guerra del Anillo: había allí cientos de tiendas de desgarradas telas oscuras, los jirones astrosos flameando a la ventisca que ahora empujaba las nubes en un cielo frío pero cada vez más límpido, interrumpido tan solo por columnillas de humo negro procedente de herrerías que se alzaban tras el campamento.
Los orcos chapoteaban en el suelo mojado, colmado por los espejuelos de unos charcos que reflejaban el paso de las nubes voladizas. Algunos de lo combatientes afilaban sus armas, o entrenaban entre fintas y empujones mutuos.
[quote] –Antes había de haber aquí un riacho- dijo alguien a mis espaldas [/quote]
Yo traté de no perder detalle, y lo que vi si que me dejó tieso: sobre las tiendas de aspecto sombrío flameaban banderas y se alzaban lábaros. Algunos con efigies a las que ya habíamos desterrado de nuestras mentes: allí estaban de nuevo el Ojo Rojo y la Mano Blanca, junto a otros emblemas nuevos, como ese que parecía un rostro humano demacrado y cadavérico, o aquel que simulaba una serpiente clavada por una cimitarra ¿a quién respondían esos ejércitos?
El desconcierto de hallarnos de nuevo ante las fauces del enemigo no nos hizo perder de vista el rostro de Abârmil, al que ahora advertíamos ensangrentado.
[quote] –Aguardad- dije – lo curaré a la manera orca, [/quote] y saqué de mis alforjas un par de frascos.
No llegué a utilizar mis brebajes, pues Rúmil intervino, y no había mejor médico de campaña que él.
Inconciente, Abârmil murmuraba cosas. Yo creí reconocer entre esas palabras febriles un nombre de mujer. Que poco conocía yo realmente de la vida de ese bravo capitán de hombres...
Las medicinas élficas hicieron rápido efecto, y el desfalleciente despertó en brazos de Peregrino Gris, quién le dedicó frases de aliento.
El desconcierto era total mientras observábamos, a hurtadillas, el despliegue enemigo. Los enanos parloteaban en su lengua, algo más allá, la dama de Gondor discutía con Gandalf. Al fin, nadie parecía saber que decisión tomar.
Serke aconsejó entonces volver sobre nuestros pasos, visto que era imposible guerrear con un ejército entero, mientras él y Mealor sujetaban a Abârmil con una cuerda en la cintura para facilitar su marcha.
Al fin decidimos aceptar la sugerencia de Peregrino Gris acerca de volver a escalar la ladera de la montaña, bien que por un flanco invisible a los orcos.
Allá fuimos, Inglor y yo encabezando la subida.
[quote] -¿difícil ascensión para ti, amigo?
- Si lo hace in orco ¿Por qué no podrá un medio elfo? – respondió. [/quote]
No había tiempo que perder: el ejército enemigo estaba colmando la sala extendiéndose como una mancha de aceite.
[quote] -¡Subid rápido!- grité a los míos uniendo a mis palabras un ademán perentorio [/quote]
El pasadizo formado a expensas de una rajadura natural de la mole rocosa era estrecho, y por momentos nos raspábamos los hombros con las paredes, o debíamos de andar encorvados. Yo, al frente, intentaba anoticiar a los compañeros (de los que o ignoraba que casi todos veían menos que yo en esas tinieblas) acerca de cada nuevo accidente.
[quote] – Doblemos a la derecha ¡cuidado con las paredes! ¡las malditas están llenas de salientes afiladas!
- ¡Rúmil! ¡ mantén atento tu arco, cúbrenos!- oí que decía alguien que quizás fuese Serke [/quote]
Pues era indudable que el elfo cerraba la marcha.
Todos corríamos a las disparadas, y algunos no podían evitar que las vainas de sus armas golpeasen las paredes o el piso, aquí y allá, y aquello era un estrépito infernal, pues a la bulla que armábamos se unían los rudos cánticos guerreros de los uruks que nos seguían los pasos.
[quote] -¡Cuidado con el techo! – [/quote] dije bajando rápidamente la cabeza ante un estrechamiento de la altura del pasadizo, pero el barullo era tal que Abârmil no me oyó, golpeando la frente en la saliente rocosa.
El montaraz cayó cuan largo era, intenté socorrer a mi entrañable amigo, y eso fue el caos y todos nos entrechocamos.
[quote] -¿Qué rayos pasa allá delante?
- ¡No os detengáis!
- ¡Nada se ve aquí!
- ¿Quién cayó? [/quote]
Las voces iban y venían. Mientras el solícito Inglor auxiliaba al herido, yo alcé la mano hacia los compañeros:
[quote] -¡tenemos un herido!- dije, y oí las voces graves de los enanos lamentándose [/quote]
Pero no había tiempo para nada. El medio-elfo cargó al lastimado y seguimos la marcha.
Al cabo una gran luz cegó a todos, y Serke se cubrió los ojos con los dedos. Era la salida del túnel, pero la sorpresa que nos aguardaba no era grata:
Es que estábamos ante un enorme campamento orco, tan grande como no había yo visto desde el Gorgoroth de la época de la Guerra del Anillo: había allí cientos de tiendas de desgarradas telas oscuras, los jirones astrosos flameando a la ventisca que ahora empujaba las nubes en un cielo frío pero cada vez más límpido, interrumpido tan solo por columnillas de humo negro procedente de herrerías que se alzaban tras el campamento.
Los orcos chapoteaban en el suelo mojado, colmado por los espejuelos de unos charcos que reflejaban el paso de las nubes voladizas. Algunos de lo combatientes afilaban sus armas, o entrenaban entre fintas y empujones mutuos.
[quote] –Antes había de haber aquí un riacho- dijo alguien a mis espaldas [/quote]
Yo traté de no perder detalle, y lo que vi si que me dejó tieso: sobre las tiendas de aspecto sombrío flameaban banderas y se alzaban lábaros. Algunos con efigies a las que ya habíamos desterrado de nuestras mentes: allí estaban de nuevo el Ojo Rojo y la Mano Blanca, junto a otros emblemas nuevos, como ese que parecía un rostro humano demacrado y cadavérico, o aquel que simulaba una serpiente clavada por una cimitarra ¿a quién respondían esos ejércitos?
El desconcierto de hallarnos de nuevo ante las fauces del enemigo no nos hizo perder de vista el rostro de Abârmil, al que ahora advertíamos ensangrentado.
[quote] –Aguardad- dije – lo curaré a la manera orca, [/quote] y saqué de mis alforjas un par de frascos.
No llegué a utilizar mis brebajes, pues Rúmil intervino, y no había mejor médico de campaña que él.
Inconciente, Abârmil murmuraba cosas. Yo creí reconocer entre esas palabras febriles un nombre de mujer. Que poco conocía yo realmente de la vida de ese bravo capitán de hombres...
Las medicinas élficas hicieron rápido efecto, y el desfalleciente despertó en brazos de Peregrino Gris, quién le dedicó frases de aliento.
El desconcierto era total mientras observábamos, a hurtadillas, el despliegue enemigo. Los enanos parloteaban en su lengua, algo más allá, la dama de Gondor discutía con Gandalf. Al fin, nadie parecía saber que decisión tomar.
Serke aconsejó entonces volver sobre nuestros pasos, visto que era imposible guerrear con un ejército entero, mientras él y Mealor sujetaban a Abârmil con una cuerda en la cintura para facilitar su marcha.
Al fin decidimos aceptar la sugerencia de Peregrino Gris acerca de volver a escalar la ladera de la montaña, bien que por un flanco invisible a los orcos.
Allá fuimos, Inglor y yo encabezando la subida.
[quote] -¿difícil ascensión para ti, amigo?
- Si lo hace in orco ¿Por qué no podrá un medio elfo? – respondió. [/quote]
Umbrías son las montañas, mas la ciudad brilla:Se diría una gran mortaja flotando entre el cielo y la tierra.
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...