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elPeregrinoGris
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Desde: 13/03/2004

#469 Respondiendo a: Inglor

Acción

Hubo un acuerdo y nos pusimos en marcha detrás del hábil orco que ahora ascendía con admirable maña por la caverna.
Yo ascendía entre los últimos, intranquilo, mirando repetidas veces al vacío por donde ascendía el estruendoso rugir de mil voces desgarradoras y cada vez más próximas. Pero t...

Acción

A causa de la imposibilidad evidente de enfrentarnos a un ejército del que nuestros oídos nos adelantaban su imponente tamaño, decidimos escalar por la irregular pared de la cueva. Comenzamos pues nuestra ascensión siguiendo los pies de Burzumgad. Delante de mí se encontraban el ya citado orco, Abârmil e Inglor. La tensión se podía cortar con una daga pues la música macabra del ejército aumentaba tras cada paso, lo que significaba que se estaban aproximando rápidamente. Una vez que hubimos llegado a la abertura superior, intentamos, impulsados por el miedo, aumentar la velocidad en nuestro avance, cosa que en breve tiempo resultó imposible, pues la galería iba estrechándose rápidamente. El orco nos avisaba de los peligros que iba encontrándose en su camino.

[quote] -Doblemos a la derecha ¡cuidado con las paredes! ¡Las malditas están llenas de afilados salientes! [/quote]

El ruido seguía aumentando, tal vez intensificado por el eco de la cueva. En este momento, el avance se hizo prácticamente imposible debido a la estrechez y a la cantidad de piedras cortantes que nos rodeaban. Me quité el sombrero y agaché la cabeza. Debido a mi estatura recibí algunos arañazos.

[quote]- -¡Cuidado con el techo!- exclamó Burzumgad [/quote]

Tras esto se oyó un golpe seco que nos sobresaltó a todos. Y entonces lo vi: Abârmil estaba tirado en el suelo. Cuando me acerqué, comprobé que tenía un golpe en la cabeza del que manaba mucha sangre.

[quote]-¡Tenemos un herido![/quote]

Informó el orco a los que venían por detrás. Yo me acerqué al montaraz y lo incorporé con mis brazos. Inglor se dispuso a decirle algunas palabras de aliento. En ese instante Abârmil abrió los ojos y dijo que se encontraba bien que continuásemos. Así que reanudamos la marcha y al poco tiempo llegamos al exterior. Lo que vi me heló la sangre. En lo que parecía una rambla seca se encontraba un campamento con miles de orcos acampados. El sol que salió entre las nubes, nos mostró mejor la situación. Había muchas tiendas y humo negro y se veían estandartes ya olvidados y otros desconocidos. La impresión fue tal que nos quedamos todos petrificados arriesgándonos a ser descubiertos.

[quote] - ¡Abârmil, tienes el rostro bañado en sangre! [/quote] – dijo Dimas sobresaltado.

[quote] - Pero no podemos curarte ahora, ¡Deprisa! ¡Volvamos al túnel! ¡Si nos ven estamos perdidos!-[/quote] dijo Serke cagando al maltrecho montaraz.

Regresamos rápidamente al túnel y comenzamos a desandar el camino. La situación de Abârmil me preocupaba pues parecía que deliraba y pronunciaba palabras ininteligibles. Una vez que hubimos llegado a la sala rectangular nos detuvimos y los elfos intentaron corar al montaraz que recuperó poco a poco e color en su rostro.

[quote]-La ventisca ha parado. Debemos continuar el ascenso por la ladera de la montaña- les dije a mis compañeros[/quote]
Mithrandir, Mithrandir, cantaban los elfos, ¡oh Peregrino Gris!. Pues así les gustaba llamarlo.

Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo qu...