Acción

Bajábamos las escaleras sin descanso, con respirar cadencioso, con movimiento acompasado, vigilando cada escalón, concentrados en no errar el paso, concentrados en no caer en la congoja que nos acechaba ante el pavor que emanaba aquel lugar. Algo tétrico, oscuro, malvado, y, sobre todo, desconocido habitaba las profundidades de la montaña otrora enana. Infaustos recuerdos de tenebrosas épocas pasadas se venían a mi mente, “No, no puede ser eso, ya no, ese miedo ya murió, sin embargo…”, pensaba repetidamente.

Farahir me sacó de mi delirio contando una extraña historia acerca de su misión por allí. “¿Para qué un grupo de apoyo vigilando nuestros pasos? No entendía aquella decisión de Thranduil. Si el montaraz no fuera mi viejo amigo, Farahir tendría todas mis dudas puestas en él y sus compañeros. Aún así le exigiré una conversación más profunda cuando salgamos de las entrañas de la tierra.

Avanzaba junto a Inglor cerrando la atribulada marcha cuando vi como una flecha traspasaba el sombrero de Gandalf, me detuve buscando al agresor y otro proyectil pasó rozándome ambas piernas. No puedo describir la ilimitada sensación de alivio que surcó cada átomo de mi cuerpo ante el disparo fallido del enemigo. Bajamos rápidamente los postreros escalones y nos adentramos en un corredor que nos llevó a un encarnizado enfrentamiento con una innumerable caterva de orcos liderados por un Uruk-haiy tres gigantescos orientales que inspiraban de todo menos risa. Solté un par de flechas que impactaron en dos orcos, luego tomé mi espada y me puse en primera línea.

[quote]- Inglor, te necesito detrás mío acabando con los arqueros, tú eres el mejor arquero de entre nosotros, cuando acabes con ellos avanzaremos los dos juntos contra uno de los orientales, por estatura somos los más indicados, hay que intentar traspasar aquella puerta del fondo que protegen.[/quote]

Dimás y yo, codo con codo, comenzamos a hacer estragos en el flanco izquierdo enemigo; muchas batallas juntos nos contemplaban como para amedrentarnos ante un grupo de orcos. Las flechas rivales dejaron de volar sobre nuestras cabezas e Inglor apareció a nuestro lado. Nos colocamos los tres como punta de saeta y comenzamos a avanzar imparablemente. Tras una encarnizada masacre llegamos a unos de los orientales. A esas alturas de batalla el desorden era total y era incapaz de ver si Serke, Gandalf, Farahir o el resto se encontraban en apuros. Dimas se quedó al margen del enfrentamiento con el gigante, protegiendo nuestras desguarnecidas espaldas. El oriental se armó con una desmesurada maza que empezó a agitar en todas direcciones. Esquivamos como pudimos las brutales acometidas hasta que nuestro rival comenzó a dar muestras de cansancio; entonces me puse enfrente y, en cuanto intentó aplastarme con el mazo, rodé hasta sus pies para en el derecho clavarle mi puñal. El gigante se retorció de dolor, momento que Inglor utilizó para asestarle una estocada mortal*.

[quote]- ¡Uno menos! – grité.
- Sí, pero creo que la celebración tendrá que esperar – me contesttó sonriente Inglor.[/quote]

Seguidamente proseguimos nuestro avance hacia la gran puerta de la estancia.


* Te dejo a ti, Inglor, que describas la parte final del enfrentamiento con el oriental, ya bastante me he metido en tu acción, jiji.