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Ver tema#520 Respondiendo a: Entaguas
Acción
En aquella creciente oscuridad, con cada paso que daba, el temor se adueñaba de mí, preso de mis dudas en aquellos momentos. Tenía muchas dudas acerca de aquella extraña misión y compañía. Pero en aquella creciente oscuridad no debía de perderme en lejanas y falsas suposiciones fundadas. Ya...
Acción
Algo me dio mala espina en cuanto puse el pie en aquella escalera. Algo pasaba entre esas antiguas paredes y era peor de lo que ninguno imaginábamos. Se notaba en el ambiente. Se sentía en la piel.
Un miedo paralizante rodeaba y estrechaba al grupo que estaba sumido en una extraña tensión. Nadie hablaba. Un terror primitivo, el temor a lo desconocido, había caído como una losa sobre nosotros. El ambiente se iba cargando cada vez más según descendíamos. En ese momento una voz sonó entre nosotros:
[quote]- ¡Alto! La rapidez de los hechos me impide daros una explicación lógica de todo esto. Pero no quiero que desconfiéis, así que os hablaré. Somos espías al servicio de Thranduil, que hace tiempo nos mandó la misión de guiaros en vuestra misión. Se que parece poca explicación, y muchas dudas por resolver que con esta frase no son contestadas, pero es lo máximo que puedo deciros. No desconfiéis. Nosotros os guiaremos mejor en estas profundidades, las cuáles hemos aventurado a veces. [/quote]
Intercambié unas palabras con ellos para ver si mentían o decían la verdad. Mientras continuábamos descendiendo. De repente, sonó un llanto detrás de nosotros. Era la mujer que iba con el otro grupo. Era un llanto entrecortado. Un llanto de desesperación y miedo. En ese preciso instante, quizá atraídas por el ruido de los sollozos, tres flechas pasaron silbando entre nosotros. Una me atravesó el sombrero y las otras dos casi alcanzan a Abârmil e Inglor.
Con un rápido movimiento de mano, encendí la vara al tiempo que desenvainaba mi espada, que refulgía en las sombras. Lo que vi después me dejó atónito. Nos encontrábamos en una larga sala llena de orcos. Tres grandes hombres orientales ataviados con una brillante coraza, lanzaban flechas con profusión hacia nosotros. En el centro de la estancia había una especie de altar de sacrificios rodeado de empaladas cabezas coronadas. La visión era espantosa. No había tiempo que perder.
El resto de la compañía desenvaino sus armas y todos corrimos al encuentro de nuestros enemigos, lanzando gritos de batalla. Una voz resaltó sobre las demás:
[quote]- ¡Mithril despierta! ¡Baruk Khazad!, Khazad ai-mênu![/quote]
Algo me dio mala espina en cuanto puse el pie en aquella escalera. Algo pasaba entre esas antiguas paredes y era peor de lo que ninguno imaginábamos. Se notaba en el ambiente. Se sentía en la piel.
Un miedo paralizante rodeaba y estrechaba al grupo que estaba sumido en una extraña tensión. Nadie hablaba. Un terror primitivo, el temor a lo desconocido, había caído como una losa sobre nosotros. El ambiente se iba cargando cada vez más según descendíamos. En ese momento una voz sonó entre nosotros:
[quote]- ¡Alto! La rapidez de los hechos me impide daros una explicación lógica de todo esto. Pero no quiero que desconfiéis, así que os hablaré. Somos espías al servicio de Thranduil, que hace tiempo nos mandó la misión de guiaros en vuestra misión. Se que parece poca explicación, y muchas dudas por resolver que con esta frase no son contestadas, pero es lo máximo que puedo deciros. No desconfiéis. Nosotros os guiaremos mejor en estas profundidades, las cuáles hemos aventurado a veces. [/quote]
Intercambié unas palabras con ellos para ver si mentían o decían la verdad. Mientras continuábamos descendiendo. De repente, sonó un llanto detrás de nosotros. Era la mujer que iba con el otro grupo. Era un llanto entrecortado. Un llanto de desesperación y miedo. En ese preciso instante, quizá atraídas por el ruido de los sollozos, tres flechas pasaron silbando entre nosotros. Una me atravesó el sombrero y las otras dos casi alcanzan a Abârmil e Inglor.
Con un rápido movimiento de mano, encendí la vara al tiempo que desenvainaba mi espada, que refulgía en las sombras. Lo que vi después me dejó atónito. Nos encontrábamos en una larga sala llena de orcos. Tres grandes hombres orientales ataviados con una brillante coraza, lanzaban flechas con profusión hacia nosotros. En el centro de la estancia había una especie de altar de sacrificios rodeado de empaladas cabezas coronadas. La visión era espantosa. No había tiempo que perder.
El resto de la compañía desenvaino sus armas y todos corrimos al encuentro de nuestros enemigos, lanzando gritos de batalla. Una voz resaltó sobre las demás:
[quote]- ¡Mithril despierta! ¡Baruk Khazad!, Khazad ai-mênu![/quote]
Mithrandir, Mithrandir, cantaban los elfos, ¡oh Peregrino Gris!. Pues así les gustaba llamarlo.
Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo qu...
Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo qu...