Una visita incómoda

-Buenos días

-Buenos días Luna, hay dos tipos que preguntan por tí- le dijo el Gerente de la sala de exposiciónes.

-¿Por mí? Y dónde están.

-Les he dicho que te esperaran en tu despacho, tenían un aspecto algo extraño. No se, parecían policias.

Cuando entró en su despacho Luna sintió cierta inquietud. Uno de los hombres estaba de pie, mirando las fotos de familia de Luna. El otro parecía concentrado mirando por la ventana.

-Buenos días, en qué puedo ayudarles?

-Buenos días señorita –respondió el que estaba ojeando la mesa de trabajo- Soy el teniente Castillo y él es el doctor Winsteiker.- El otro saludó con la cabeza sin decir una sola palabra- Estamos buscando a dos individuos que se fugaron ayer del Hospital Provincial. Tenemos razones para pensar que pueden ponerse en contacto con usted debido a su trabajo.

-Verá- dijo el doctor con un claro acento inglés- Estos pacientes tienen cierta obsesión con la obra de Tolkien. Sufren trastorno de la personalidad, uno está convencido de que es un elfo y el otro un enano. En principio no son peligrosos, pero no sabemos muy bien cuales eran sus intenciones al fugarse del centro.

-Simplemente venimos a informarle de que es muy posible que vengan por aquí –continúo el otro- Si tiene alguna información le agradeceríamos su colaboración.

Luna no sabía qué decir. Iba a comentarles que estaban en su casa pero había algo en la actitud de sus interlocutores que los hacía sospechosos. Decidió ser cautelosa hasta saber realmente quien era quien.

-¿No tendrán alguna foto para poder identificarlos? Por la galería pasa mucha gente y algunos están realmente obsesionados con la obra que aquí exponemos.

-No se preocupe por eso, si los ve los reconocerá pues van vestidos como para una fiesta de disfraces.

-No me diga que están buscando a un enano con larga barba y hacha y a un arquero vestido como Robin Hood y todavía no los han encontrado?

-Pues no, todavía no los hemos encontrado –respondió el teniente bruscamente- Todo parece indicar que se han escondido en el bosque de pinares ...

-O que están siendo ayudados por alguien ...- añadió el otro clavando su mirada en Luna.

-Ya entiendo. – respondió Luna – No se preocupen, si me entero de algo les informaré.

-Muy bien, esperamos noticias suyas. Aquí le dejamos un par de teléfonos de contacto.

Cuando salieron por la puerta Luna marcó el número de su casa. En la tarjeta que le habían dejado no había referencia ninguna a la policía ni a ningún centro médico. Ni siquiera aparecía los nombres de los dos individuos con los que había estado hablando. Había algo muy extraño en todo aquello. Tenía que hablar con las dos personas que ahora mismo estaban en su casa y advertirles de que no saliesen de allí hasta que ella llegase.

Gimli, de un hachazo, partió en dos esa criatura que hacía un ruido tan estridente.

- Guarda tu hacha, Gimli, Hijo de Glóin, no sabemos nada de este lugar. Debemos respetar a todas las criaturas, por muy amenazantes que nos parezcan.