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Ver tema#33 Respondiendo a: Findon
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Me aburría y me entretenía mirando el paisaje, aunque oyendo de vez en cuando algunos de los comentarios de los compañeros.
-¡Animo compañeros!.-nos animaba Ulbar. - Realmente, estamos en Gondor desde que cruzamos el vado del Isen. La proxima vez, haremos el viaje en barco o bien, seguire...
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De nuevo recorríamos el camino hacia Gondor cabalgando a buen paso. A mis oídos llega la palabra “barco”, ¿por que no?- pienso- nunca he visto el mar.
De pronto, bien avanzada la mañana, aparece ante nuestros ojos la Torre del Sol. La torre se alzaba alta y orgullosa bajo un cielo casi despejado, dándole un aspecto mágico al menos para mí. Al fin habíamos llegado y esto fue más que un aliciente para apretar el paso. Atravesamos los portones sin que nada nos detuviese y al trote seguíamos al caballo de Ulbar esa vez. Yo nunca había estado en una ciudad como aquella y mientras ascendíamos los niveles contemplaba maravillada las ilustres y adornadas fachadas de los edificios. Aunque nosotros también éramos contemplados por los ojos curiosos de los ciudadanos.
Llegamos finalmente al último nivel de la ciudad y desmontamos, dejando los caballos al cuidado de unos mozos. Después seguí a mis compañeros para hablar con el rey, pero un guardia ataviado con un uniforme, mostrando un árbol blanco en el pecho y un casco característico nos dio el alto.
- ¿Que es lo que queréis?. Pues he aquí que estáis en la antesala de los reyes. Esta es su ciudad y debéis saber, que no todo el mundo es bienvenido aquí. – hablo orgulloso.
Yo pongo una mueca al oír aquello, me parecen frías palabras para un grupo de cansados viajeros. Pero Findon rápido respondió al guardia y tras que éste regresa con dos compañeros más nos permitieron el paso. Ascendemos unos cuantos peldaños y llegamos hasta un patio de piedra con un árbol blanco en el centro. Lo miró curiosa, pues mi mentor ya me hablo de la historia de Númeror y de aquel árbol. Me doy cuenta de que Findon está absorto contemplando, demasiado quizás, de modo que le doy un golpe suave en la nuca para que mire al frente.
-Menos mal que no ha sido con la vara –me dijo sonriendo.
- Tampoco era necesario – le respondo cuando cruzamos el umbral que nos conduciría a la sala de audiencias del rey.
Atravesamos una sala donde se encuentras varias estatuas de los antiguos reyes a los lados custodiadas por columnas. En esta ocasión es nuestro enano enjoyado quién las escruta con ojo juicioso, asintiendo para sí. Al final de la sala distinguimos un grupo de personas y allí, sentado de manera solemne en su trono se hallaba el rey de Gondor. Nos detenemos frente a él, colocados uno al lado de otro y entonces el rey habló:
-Hablad, decidme como se hallan mis parientes Arvedui, Firiel, su reina hija de Ondoher y su hijo, el príncipe Aranrath. Pues ya he intentado obtener noticias por otros medios. Pero he aquí que solo el silencio surge de la que todo lo ve.
Ulbar se giró hacia nosotros y pregunto sonriente:
- ¿Quién empieza?
Nadie dijo nada, hasta que Aravir hablo:
-Ya Findon, tu eres nuestro líder. Rápido, no queremos que el rey se enfade por tardar tanto, no olvides mencionar el escape del rey.
Y le doy un empujón. Findon se adelanto un paso y desprendiéndose de la capucha informo al rey de todo lo ocurrido. El rostro del rey se sembró de preocupación y cuando Findon acabo el rey hablo de nuevo:
-Malas nuevas son estas, en verdad, sin embargo debemos ayudar a nuestros hermanos, a nuestros parientes. El camino por tierra puede ser largo y tedioso, prepararemos la flota. Eärnur –se dirigió a un joven corpulento junto a él -, hijo mío, te encomiendo la tarea de derrotar al enemigo en el norte. –Luego de nuevo se dirigió a nosotros. – Sabed que vuestra hazaña será recordada, pues si esta noticia no nos hubiera llegado, Angmar se habría hecho cada vez más fuerte y frenar su asolación sería casi imposible entonces. Os muestro mi gratitud. Podéis iros, y sabed que a nuestras tropas no les vendrían mal algunos valientes como vosotros.
Dicho esto abandonamos la sala. Bien, pienso con una sonrisa, de nuevo a la batalla.
- Esto hay que celebrarlo, vamos, conozco una taberna excelente –anunció Ulbar alegre.
- Se acabo la abstemia.- susurro.
- Y de que manera.- dijo en ese momento Aravir.- Seguro que antes de que acabe el día hemos conocido todas las tabernas de la ciudad.
Todos reímos, excepto nuestro nuevo compañero Amorth ciryatar, que miro extrañado.
- Pronto te acostumbrarás señor elfo.- rió Ibaldoin. Mientras seguíamos al emocionado Ulbar.
De nuevo recorríamos el camino hacia Gondor cabalgando a buen paso. A mis oídos llega la palabra “barco”, ¿por que no?- pienso- nunca he visto el mar.
De pronto, bien avanzada la mañana, aparece ante nuestros ojos la Torre del Sol. La torre se alzaba alta y orgullosa bajo un cielo casi despejado, dándole un aspecto mágico al menos para mí. Al fin habíamos llegado y esto fue más que un aliciente para apretar el paso. Atravesamos los portones sin que nada nos detuviese y al trote seguíamos al caballo de Ulbar esa vez. Yo nunca había estado en una ciudad como aquella y mientras ascendíamos los niveles contemplaba maravillada las ilustres y adornadas fachadas de los edificios. Aunque nosotros también éramos contemplados por los ojos curiosos de los ciudadanos.
Llegamos finalmente al último nivel de la ciudad y desmontamos, dejando los caballos al cuidado de unos mozos. Después seguí a mis compañeros para hablar con el rey, pero un guardia ataviado con un uniforme, mostrando un árbol blanco en el pecho y un casco característico nos dio el alto.
- ¿Que es lo que queréis?. Pues he aquí que estáis en la antesala de los reyes. Esta es su ciudad y debéis saber, que no todo el mundo es bienvenido aquí. – hablo orgulloso.
Yo pongo una mueca al oír aquello, me parecen frías palabras para un grupo de cansados viajeros. Pero Findon rápido respondió al guardia y tras que éste regresa con dos compañeros más nos permitieron el paso. Ascendemos unos cuantos peldaños y llegamos hasta un patio de piedra con un árbol blanco en el centro. Lo miró curiosa, pues mi mentor ya me hablo de la historia de Númeror y de aquel árbol. Me doy cuenta de que Findon está absorto contemplando, demasiado quizás, de modo que le doy un golpe suave en la nuca para que mire al frente.
-Menos mal que no ha sido con la vara –me dijo sonriendo.
- Tampoco era necesario – le respondo cuando cruzamos el umbral que nos conduciría a la sala de audiencias del rey.
Atravesamos una sala donde se encuentras varias estatuas de los antiguos reyes a los lados custodiadas por columnas. En esta ocasión es nuestro enano enjoyado quién las escruta con ojo juicioso, asintiendo para sí. Al final de la sala distinguimos un grupo de personas y allí, sentado de manera solemne en su trono se hallaba el rey de Gondor. Nos detenemos frente a él, colocados uno al lado de otro y entonces el rey habló:
-Hablad, decidme como se hallan mis parientes Arvedui, Firiel, su reina hija de Ondoher y su hijo, el príncipe Aranrath. Pues ya he intentado obtener noticias por otros medios. Pero he aquí que solo el silencio surge de la que todo lo ve.
Ulbar se giró hacia nosotros y pregunto sonriente:
- ¿Quién empieza?
Nadie dijo nada, hasta que Aravir hablo:
-Ya Findon, tu eres nuestro líder. Rápido, no queremos que el rey se enfade por tardar tanto, no olvides mencionar el escape del rey.
Y le doy un empujón. Findon se adelanto un paso y desprendiéndose de la capucha informo al rey de todo lo ocurrido. El rostro del rey se sembró de preocupación y cuando Findon acabo el rey hablo de nuevo:
-Malas nuevas son estas, en verdad, sin embargo debemos ayudar a nuestros hermanos, a nuestros parientes. El camino por tierra puede ser largo y tedioso, prepararemos la flota. Eärnur –se dirigió a un joven corpulento junto a él -, hijo mío, te encomiendo la tarea de derrotar al enemigo en el norte. –Luego de nuevo se dirigió a nosotros. – Sabed que vuestra hazaña será recordada, pues si esta noticia no nos hubiera llegado, Angmar se habría hecho cada vez más fuerte y frenar su asolación sería casi imposible entonces. Os muestro mi gratitud. Podéis iros, y sabed que a nuestras tropas no les vendrían mal algunos valientes como vosotros.
Dicho esto abandonamos la sala. Bien, pienso con una sonrisa, de nuevo a la batalla.
- Esto hay que celebrarlo, vamos, conozco una taberna excelente –anunció Ulbar alegre.
- Se acabo la abstemia.- susurro.
- Y de que manera.- dijo en ese momento Aravir.- Seguro que antes de que acabe el día hemos conocido todas las tabernas de la ciudad.
Todos reímos, excepto nuestro nuevo compañero Amorth ciryatar, que miro extrañado.
- Pronto te acostumbrarás señor elfo.- rió Ibaldoin. Mientras seguíamos al emocionado Ulbar.
"He gleams like a star
And the sound of his horn´s
Like a raging storm
Proudly the high lord
Challenges the doom
Lord of slaves he cries"
"No queda sino batirse"- Quevedo y Villejas
And the sound of his horn´s
Like a raging storm
Proudly the high lord
Challenges the doom
Lord of slaves he cries"
"No queda sino batirse"- Quevedo y Villejas