Acción

-De la cuenta me encargo yo. (Eructo). ¡Traiga más, que todavía me entra alguna!.-dije mientras tintineaba mi bolsita de cuero. Otras dos cervezas se alzaban delante mío, imponentes. Agarré una y empecé a engullir. El melífero brebaje bajaba por mi garganta, y mis dedos empezaban a cosquillear, ya era la vigésimo sexta.
-¡Nada que ver con las frescas cervezas enanas! De las otras llegué a tragarme treinta y cuatro. Jua, jua, jua.- Se me empezaba a nublar la vista, perdía reflejos y no era capaz de agarrar bien la cerveza. Pero todavía me entraban unas. De repente un zapatazo por debajo de la mesa me hizo gritar, la cerveza se me cayó y un gran alboroto se alzó en la taberna. La gente gritaba y mi banco se volcó, una gran modorra me entró de repente y allí, tendido en el suelo patas arriba empecé a dormirme...