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Ver tema#38 Respondiendo a: gandalf el beis
Acción
-De la cuenta me encargo yo. (Eructo). ¡Traiga más, que todavía me entra alguna!.-dije mientras tintineaba mi bolsita de cuero. Otras dos cervezas se alzaban delante mío, imponentes. Agarré una y empecé a engullir. El melífero brebaje bajaba por mi garganta, y mis dedos empezaban a cosquille...
Acción
Tras volver ascender un par de niveles de la ciudad, llegamos hasta una taberna con una puerta de madre cerrada y un cartel sobre la puerta. Desde las ventanas abiertas ya podemos oír las conversaciones ruidosas de la gente y el olor a comida. Cruzamos el umbral y nos sentamos en una mesa cerca de un rincón que quedaba libre. Había pasado poco tiempo desde que el tabernero nos sirvió una jarra a cada uno cuando el enano enjoyado pronuncio las palabras que la mayoría temíamos oír:
- Ulbar… ¡Te reto!
No tarda en aceptar el soldado de Gondor y al instante ambos comienzan a engullir como si la cerveza fuera acabarse. El tabernero no para de servir en nuestra mesa más jarras que pronto son remplazadas por las ya vacías. Todos miramos con una mueca divertida a los contrincantes, hasta que empiezo a lamentar de los pobres inocentes que tuvieran que fregar todas las jarras después de aquello.
- ¿Alguien está llevando la cuenta? –pregunta Findon.
- Van empatados a 25.- contestó yo y sigo contando.
Veintiséis, veintisiete…treinta….en ese momento llega el tabernero más jarras e inclinándose hacia Aravir pregunta:
- Disculpa… ¿quién pagará todo esto?
- De la cuenta me encargo yo.- respondió Ibaldoin antes de que Aravir abriera la boca.
El tabernero asiente satisfecho y coloca las jarras.
- Me parece bien.- comenta Findon.- con todas las joyas que lleva seguro que puede permitírselo.
Reímos por el comentario sin perder detalle del duelo. Entonces se abrió la puerta de la taberna y unos soldados penetraron en el salón común. Había un hombre de cabellos castaños que encabezada al resto echó un vistazo a las caras hasta que su mirada se centro en nuestra mesa, y con pasos decididos se acerco seguido de los otros.
- Saludos, soy Arundil capitán de los puertos de Minas- Tirith. El rey me informo de vuestra llegada y de las nuevas que portáis. Mis hombres están preparando todo para partir…- hablaba firme pero sin alzar la voz para que los demás huéspedes no pudieran oírle.- Pero mientras me gustaría que me acompañarais para que me expliques con detalle como se encuentra la fortaleza- continuo señalando a un soldado que portaba varios mapas enrollados bajo el brazo.- Ya que vosotros estuvisteis allí, me seréis de gran ayuda.
Justo entonces el enano soltó un sonoro eructo que hizo a Arundil mirarle con fijeza. Ulbar, quien tan distraído estaba con el reto que ni siquiera se dio cuenta de su llegada, alzó la vista y se puso en pie rápidamente, cuadrándose ante el capitán. Fue una reacción brusca y sin darse cuenta pego un pisotón a Ibaldoin que termino por soltar un grito, tirando la cerveza sobre sí mismo y cayendo de espaldas contra el suelo.
La gente gritó al ver la caída mientras Amorth Ciryatar y Aravir corrieron a levantarle. Les costó un gran esfuerzo, el señor enano se tambaleaba con los ojos perdidos en el salón.
- Hip…güeno ¿zeguimos?- balbuceó Ibaldoin.
- Si en algo podemos ayudar, cuenta con nosotros.- dijo Findon como si no hubiera sucedido nada al sorprendido capitán.
Tras volver ascender un par de niveles de la ciudad, llegamos hasta una taberna con una puerta de madre cerrada y un cartel sobre la puerta. Desde las ventanas abiertas ya podemos oír las conversaciones ruidosas de la gente y el olor a comida. Cruzamos el umbral y nos sentamos en una mesa cerca de un rincón que quedaba libre. Había pasado poco tiempo desde que el tabernero nos sirvió una jarra a cada uno cuando el enano enjoyado pronuncio las palabras que la mayoría temíamos oír:
- Ulbar… ¡Te reto!
No tarda en aceptar el soldado de Gondor y al instante ambos comienzan a engullir como si la cerveza fuera acabarse. El tabernero no para de servir en nuestra mesa más jarras que pronto son remplazadas por las ya vacías. Todos miramos con una mueca divertida a los contrincantes, hasta que empiezo a lamentar de los pobres inocentes que tuvieran que fregar todas las jarras después de aquello.
- ¿Alguien está llevando la cuenta? –pregunta Findon.
- Van empatados a 25.- contestó yo y sigo contando.
Veintiséis, veintisiete…treinta….en ese momento llega el tabernero más jarras e inclinándose hacia Aravir pregunta:
- Disculpa… ¿quién pagará todo esto?
- De la cuenta me encargo yo.- respondió Ibaldoin antes de que Aravir abriera la boca.
El tabernero asiente satisfecho y coloca las jarras.
- Me parece bien.- comenta Findon.- con todas las joyas que lleva seguro que puede permitírselo.
Reímos por el comentario sin perder detalle del duelo. Entonces se abrió la puerta de la taberna y unos soldados penetraron en el salón común. Había un hombre de cabellos castaños que encabezada al resto echó un vistazo a las caras hasta que su mirada se centro en nuestra mesa, y con pasos decididos se acerco seguido de los otros.
- Saludos, soy Arundil capitán de los puertos de Minas- Tirith. El rey me informo de vuestra llegada y de las nuevas que portáis. Mis hombres están preparando todo para partir…- hablaba firme pero sin alzar la voz para que los demás huéspedes no pudieran oírle.- Pero mientras me gustaría que me acompañarais para que me expliques con detalle como se encuentra la fortaleza- continuo señalando a un soldado que portaba varios mapas enrollados bajo el brazo.- Ya que vosotros estuvisteis allí, me seréis de gran ayuda.
Justo entonces el enano soltó un sonoro eructo que hizo a Arundil mirarle con fijeza. Ulbar, quien tan distraído estaba con el reto que ni siquiera se dio cuenta de su llegada, alzó la vista y se puso en pie rápidamente, cuadrándose ante el capitán. Fue una reacción brusca y sin darse cuenta pego un pisotón a Ibaldoin que termino por soltar un grito, tirando la cerveza sobre sí mismo y cayendo de espaldas contra el suelo.
La gente gritó al ver la caída mientras Amorth Ciryatar y Aravir corrieron a levantarle. Les costó un gran esfuerzo, el señor enano se tambaleaba con los ojos perdidos en el salón.
- Hip…güeno ¿zeguimos?- balbuceó Ibaldoin.
- Si en algo podemos ayudar, cuenta con nosotros.- dijo Findon como si no hubiera sucedido nada al sorprendido capitán.
"He gleams like a star
And the sound of his horn´s
Like a raging storm
Proudly the high lord
Challenges the doom
Lord of slaves he cries"
"No queda sino batirse"- Quevedo y Villejas
And the sound of his horn´s
Like a raging storm
Proudly the high lord
Challenges the doom
Lord of slaves he cries"
"No queda sino batirse"- Quevedo y Villejas