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Ver tema#41 Respondiendo a: Aravir
Acción
Cuando llegamos a la taberna todo parece mejorar... tanto tiempo viajando y cabalgando por todo tipo de paisajes me habia echo olvidar la comodidad de una buena taberna. El señor joyero termina retando a nuestro afamado amigo UIbar.
Cuantas jarras llevan?, Namsis susurra que son veinte... e...
Acción
Tras informar al rey Ulbar nos conduce hasta una taberna por él conocida. Entramos y en un acogedor rincón tomamos asiento. Me acomodo y al poco tiempo una cerveza se posa en la mesa delante de mis narices. El enano, al parecer también amante de la cerveza, parece igualar a Ulbar en el ritmo con el que engulle una jarra de cerveza tras otra. Y todo iba bien hasta que Ibaldoin tiene la feliz idea de retar al gondoriano en un concurso a ver quién bebe más cerveza. Cuando empiezan me acomodo en mi silla, sonriendo divertido al ver la rapidez con la que las jarras se vacían una y otra vez. Tras un rato pregunto:
-¿Alguien está llevando la cuenta?
De mi lado proviene el característico susurro de Namsis:
-Van empatados a 25. – me la quedo mirando mitad divertido mitad intrigado y luego sigo mirando como suben y bajan las jarras. Al ver tantas jarras vacías encima de la mesa el tabernero pregunta con aire un tanto preocupado a Aravir:
-Disculpa… ¿quién pagará todo esto? -pero Ibaldoin sin tiempo a dejarle contestar contesta con una voz ya un tanto alterada por la cerveza:
-De la cuenta me encargo yo. –entonces el tabernero se queda tranquilo y sigue trayendo jarras.
En ese instante entran en la taberna unos soldados del ejército de la ciudad, encabezados por un capitán. Poco a poco me incorporo para recibirles al igual que todos mis compañeros, excepto los del concurso, que siguen a lo suyo.
- Saludos, soy Arundil capitán de los puertos de Minas- Tirith. El rey me informó de vuestra llegada y de las nuevas que portáis. Mis hombres están preparando todo para partir…- hablaba en un tono algo bajo para no llamar la atención- Pero mientras me gustaría que me acompañarais para que me expliquéis con detalle como se encuentra la fortaleza. Ya que vosotros estuvisteis allí, me seréis de gran ayuda.
Entonces Ibaldoin eructó de forma estruendosa y Ulbar levantó la cabeza para ver quiénes habían llegado. Al ver que era un superior, se cuadró de una forma un poco exagerada, y por ello el enano cae redondo al suelo, aunque Aravir y Amorth corren a ayudarle para qe se levantase.
-Vaya. así que el hijo prodigo ha vuelto. –dice Arundil divertido al reconocer a Ulbar. Vaya coincidencia que estos dos se conozcan, me digo. Espero que, esta vez, no tengas que acabar cruzando el Anduin a nado con una compañia de guardias de Pelargir persiguiendote.
Pero Ulbar responde:
-No es culpa mia que el señor de Linhir sea tan protector con su hija.
De pie como estaba dejo caer todo el peso hacia un lado para acomodarme y escuchar alguna anécdota concerniente al capitán Arundil y a Ulbar, y a una tal hija de Linhir, pero los asuntos que nos atañen son demasiado urgentes, y Arundil nos insta a ayudarle en la tarea de planear el contraataque. Finalmente decidimos que la mejor solución sería movilizar a una parte de la armada, e ir con ella hasta Mithlond, si es que aún no ha sido conquistada por el enemigo.
Aravir nos invita a hacer un brindis por el éxito de la campaña, y todos reaccionamos con entusiasmo, cada cual a su manera.
-Así que otra vez hacia Fornost… -murmuro, y bebo el último de trago de cerveza que quedaba en mi jarra.
Tras informar al rey Ulbar nos conduce hasta una taberna por él conocida. Entramos y en un acogedor rincón tomamos asiento. Me acomodo y al poco tiempo una cerveza se posa en la mesa delante de mis narices. El enano, al parecer también amante de la cerveza, parece igualar a Ulbar en el ritmo con el que engulle una jarra de cerveza tras otra. Y todo iba bien hasta que Ibaldoin tiene la feliz idea de retar al gondoriano en un concurso a ver quién bebe más cerveza. Cuando empiezan me acomodo en mi silla, sonriendo divertido al ver la rapidez con la que las jarras se vacían una y otra vez. Tras un rato pregunto:
-¿Alguien está llevando la cuenta?
De mi lado proviene el característico susurro de Namsis:
-Van empatados a 25. – me la quedo mirando mitad divertido mitad intrigado y luego sigo mirando como suben y bajan las jarras. Al ver tantas jarras vacías encima de la mesa el tabernero pregunta con aire un tanto preocupado a Aravir:
-Disculpa… ¿quién pagará todo esto? -pero Ibaldoin sin tiempo a dejarle contestar contesta con una voz ya un tanto alterada por la cerveza:
-De la cuenta me encargo yo. –entonces el tabernero se queda tranquilo y sigue trayendo jarras.
En ese instante entran en la taberna unos soldados del ejército de la ciudad, encabezados por un capitán. Poco a poco me incorporo para recibirles al igual que todos mis compañeros, excepto los del concurso, que siguen a lo suyo.
- Saludos, soy Arundil capitán de los puertos de Minas- Tirith. El rey me informó de vuestra llegada y de las nuevas que portáis. Mis hombres están preparando todo para partir…- hablaba en un tono algo bajo para no llamar la atención- Pero mientras me gustaría que me acompañarais para que me expliquéis con detalle como se encuentra la fortaleza. Ya que vosotros estuvisteis allí, me seréis de gran ayuda.
Entonces Ibaldoin eructó de forma estruendosa y Ulbar levantó la cabeza para ver quiénes habían llegado. Al ver que era un superior, se cuadró de una forma un poco exagerada, y por ello el enano cae redondo al suelo, aunque Aravir y Amorth corren a ayudarle para qe se levantase.
-Vaya. así que el hijo prodigo ha vuelto. –dice Arundil divertido al reconocer a Ulbar. Vaya coincidencia que estos dos se conozcan, me digo. Espero que, esta vez, no tengas que acabar cruzando el Anduin a nado con una compañia de guardias de Pelargir persiguiendote.
Pero Ulbar responde:
-No es culpa mia que el señor de Linhir sea tan protector con su hija.
De pie como estaba dejo caer todo el peso hacia un lado para acomodarme y escuchar alguna anécdota concerniente al capitán Arundil y a Ulbar, y a una tal hija de Linhir, pero los asuntos que nos atañen son demasiado urgentes, y Arundil nos insta a ayudarle en la tarea de planear el contraataque. Finalmente decidimos que la mejor solución sería movilizar a una parte de la armada, e ir con ella hasta Mithlond, si es que aún no ha sido conquistada por el enemigo.
Aravir nos invita a hacer un brindis por el éxito de la campaña, y todos reaccionamos con entusiasmo, cada cual a su manera.
-Así que otra vez hacia Fornost… -murmuro, y bebo el último de trago de cerveza que quedaba en mi jarra.
"La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre" -Friedrich Nietszche.