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Me gustaría compartir algunas reflexiones que me acudieron a la mente tras ver el film The Lord of the Rings. Se trata de un tema quizás un poco marginal a la organización, propósito y estructura de la obra, pero también central en toda cultura como tal e inagotable: el tema del bien y del mal. Tema híbrido, por cierto, y cuyas delimitaciones semánticas y conceptuales se superponen, entrelazan y entrecruzan continuamente. Efectivamente, ¿Cuántas veces no se han hecho pasar el uno por el otro - el bien por el mal y viceversa - o incluso uno ha actuado sin saberlo en nombre del otro? ¿Quién sabe en qué orilla se encuentra en todo momento? Hay ahí cierta desmesura, y el lenguaje en verdad nunca llegara a revestir el fondo de ese fondo “sin voz” en su totalidad. Quizá también lo que lo hace más imposible es su transformación constante en acorde - o desacorde - a la evolución social de cualquier cultura en concreto.
Pero voy a procurar simplificar las cosas al máximo, aún a riesgo de no ser exhaustivo ni muy convincente. Seguiré un hilo en la obra de Tolkien que escojo asi un poco al azar, un ejemplo que no quiere ser paradigmático aunque, sin embargo, sí un buen ejemplo para lo que me propongo explicar aquí:
- La escena se sitúa cuando Frodo y sus compañeros se instalan en la posada del Poney Pisador con la idea de reencontrarse con Gandalf, aunque al final éste no aparece. Trancos se cruza en el camino de los Hobbits de forma un poco abrupta , y estos parecen desconfiar inicialmente del montaraz.
El confiar o desconfiar en él en ese momento es un instante de locura, el saber mismo parece no poder nada ahí inicialmente, como indica el mismo Trancos antes de contarles su historia: "¿Pero por qué creerán en la verdad de mi historia, si no confían en mi?"
Efectivamente, el valor de verdad implica un acto de fe por doquier, aunque en este contexto que nos ocupa es más "loco" - con menos garantías - que en otros posibles contextos.
Me quedo con la idea de fe unida al valor de verdad, es lo que me interesa retener, aunque me reservo todavía algún que otro giro imprevisto - a ver si se animan a seguirme hasta el final.
Me desplazo ahora hacia unas palabras del mismo Trancos un poco después en la misma escena a la que me he referido. Describe a los Jinetes negros, para decirnos que la fuerza de éstos no es algo constante, es variable, como si su fuerza no les viniera de su fortaleza psíquiza o física, su fuerza, sino de la de los demás: más concretamente, a más debilidad de los demás, más fuerza que les viene de fuera hacia sus adentros, pues "el poder de estos hombres se apoya en el miedo".
Podriamos generalizar que el mal en si, en consecuencia, no existiría, se trataría más bien de una idea del mal como ausencia o debilitamineto del valor de bien o de verdad, así como los valores de fe o confianza en la idea de bien, verdad etc.
Del mismo modo se podría concluir que no hay bien que valga sin esa relacióón con el mal. Y las cosas están lejor de ser tan sencillas, como vamos a ver:
Reacios a atacar "una casa donde hay luces y mucha gente", los pequeños hobbits no deben temer a los Jinetes mientras estén en la posada, aunque sí cuando ésta se vacie y se apaguen las luces, "pues son más fuertes en las tinieblas y la soledad".
(Una nota muy interesante aquí y que sólo vamos a rozar es la dimensión del inconsciente en el mal, "las tinieblas y la soledad" del inconsciente, tema que habría que rastrear y forzar en Tolkien, tan pobre como psicólogo como fecundo y genial como historiador - pido excusas por referirme a Tolkien como pobre como psicólogo, y subrayo el pobre y acepto que habría que decir mucho al respeto antes de soltar semejante afirmación, aunque ahí la dejo cruzando los dedos).
Y ya me estoy alargando demasiado.
Voy a acelerar el ritmo de los sucesos para llegar antes a mi conclusión: si os fijásteis, al menos a mi se me hizo muy claro - esto es algo que me ha hecho ver Peter Jackson, ya que nunca se me figuró como tal al leer el libro -, hay cierto flirteo de la idea del mal como decadencia, que partiría de esa idea de "fe" que he expuesto al principio. Es cuando Aragorn pierde la fe en la fortaleza de su pueblo para resistir a las fuerzas del mal que se quiere hacer con el anillo, o la "fe" en la capacidad de Frodo para llevar a término su empresa. Es cuando uno no puede llegar a un consenso consigo mismo para acatar su propia finitud y vulnerabilidad cuando el deseo de poseer el anillo aflora, y es aquí cuando conviene sacar a colación la idea tan posmoderna de que, así como el mal no tiene límites, no hay bien que no los tenga en profundidad para poder seguir siéndolo. Cierta lectura de Tolkien nos podría llevar fácilmente a la misma conclusión: es la falta de fe en el bien o en los que representan el bien en ellos mismos los que llevan al mal - las ideas de bien y del mal son bastardas, contaminadas la una de la otra, con o sin anillos de poder. Y aún así, las cosas dejan de ser tan sencillas.
(Mensaje original de: El Oscuro)
Pero voy a procurar simplificar las cosas al máximo, aún a riesgo de no ser exhaustivo ni muy convincente. Seguiré un hilo en la obra de Tolkien que escojo asi un poco al azar, un ejemplo que no quiere ser paradigmático aunque, sin embargo, sí un buen ejemplo para lo que me propongo explicar aquí:
- La escena se sitúa cuando Frodo y sus compañeros se instalan en la posada del Poney Pisador con la idea de reencontrarse con Gandalf, aunque al final éste no aparece. Trancos se cruza en el camino de los Hobbits de forma un poco abrupta , y estos parecen desconfiar inicialmente del montaraz.
El confiar o desconfiar en él en ese momento es un instante de locura, el saber mismo parece no poder nada ahí inicialmente, como indica el mismo Trancos antes de contarles su historia: "¿Pero por qué creerán en la verdad de mi historia, si no confían en mi?"
Efectivamente, el valor de verdad implica un acto de fe por doquier, aunque en este contexto que nos ocupa es más "loco" - con menos garantías - que en otros posibles contextos.
Me quedo con la idea de fe unida al valor de verdad, es lo que me interesa retener, aunque me reservo todavía algún que otro giro imprevisto - a ver si se animan a seguirme hasta el final.
Me desplazo ahora hacia unas palabras del mismo Trancos un poco después en la misma escena a la que me he referido. Describe a los Jinetes negros, para decirnos que la fuerza de éstos no es algo constante, es variable, como si su fuerza no les viniera de su fortaleza psíquiza o física, su fuerza, sino de la de los demás: más concretamente, a más debilidad de los demás, más fuerza que les viene de fuera hacia sus adentros, pues "el poder de estos hombres se apoya en el miedo".
Podriamos generalizar que el mal en si, en consecuencia, no existiría, se trataría más bien de una idea del mal como ausencia o debilitamineto del valor de bien o de verdad, así como los valores de fe o confianza en la idea de bien, verdad etc.
Del mismo modo se podría concluir que no hay bien que valga sin esa relacióón con el mal. Y las cosas están lejor de ser tan sencillas, como vamos a ver:
Reacios a atacar "una casa donde hay luces y mucha gente", los pequeños hobbits no deben temer a los Jinetes mientras estén en la posada, aunque sí cuando ésta se vacie y se apaguen las luces, "pues son más fuertes en las tinieblas y la soledad".
(Una nota muy interesante aquí y que sólo vamos a rozar es la dimensión del inconsciente en el mal, "las tinieblas y la soledad" del inconsciente, tema que habría que rastrear y forzar en Tolkien, tan pobre como psicólogo como fecundo y genial como historiador - pido excusas por referirme a Tolkien como pobre como psicólogo, y subrayo el pobre y acepto que habría que decir mucho al respeto antes de soltar semejante afirmación, aunque ahí la dejo cruzando los dedos).
Y ya me estoy alargando demasiado.
Voy a acelerar el ritmo de los sucesos para llegar antes a mi conclusión: si os fijásteis, al menos a mi se me hizo muy claro - esto es algo que me ha hecho ver Peter Jackson, ya que nunca se me figuró como tal al leer el libro -, hay cierto flirteo de la idea del mal como decadencia, que partiría de esa idea de "fe" que he expuesto al principio. Es cuando Aragorn pierde la fe en la fortaleza de su pueblo para resistir a las fuerzas del mal que se quiere hacer con el anillo, o la "fe" en la capacidad de Frodo para llevar a término su empresa. Es cuando uno no puede llegar a un consenso consigo mismo para acatar su propia finitud y vulnerabilidad cuando el deseo de poseer el anillo aflora, y es aquí cuando conviene sacar a colación la idea tan posmoderna de que, así como el mal no tiene límites, no hay bien que no los tenga en profundidad para poder seguir siéndolo. Cierta lectura de Tolkien nos podría llevar fácilmente a la misma conclusión: es la falta de fe en el bien o en los que representan el bien en ellos mismos los que llevan al mal - las ideas de bien y del mal son bastardas, contaminadas la una de la otra, con o sin anillos de poder. Y aún así, las cosas dejan de ser tan sencillas.
(Mensaje original de: El Oscuro)