Análisis muy favorable en <i>Fotogramas</i>
Julián nos envía el enlace del análisis de El Retorno del Rey que publica la revista Fotogramas, en donde le otorga la máxima puntuación (5 sobre 5):
Llega a su fin la trilogía de Peter Jackson, y es hora de hacer balance. Vaya por delante que la tercera parte, la más vigorosamente épica, y la más espectacular de la entera película, es la que mejor deja ver lo que constituye, junto a la portentosa imaginación visual del neozelandés, lo mejor del film, el impresionante dominio del tempo narrativo del cineasta: bifurcada, como Las Dos Torres, en varias subtramas en la que están involucrados personajes diferentes, en las que se alterna lo íntimo con lo colectivo, lo espectacular con lo secreto, el incontenible aliento épico con la debilidad humana, el miedo y la codicia, en ningún momento de este auténtico tour de force, que llega casi a las 3 horas y media, se tiene la impresión de que la materia narrativa pueda con el narrador, de que lo espectacular haga sucumbir el resto de los elementos, complejos y cuidadosamente sopesados, de que está construida su magmático, caudaloso desarrollo.
Tiene Jackson el coraje de los grandes directores y la voluntad de llevar a su criatura exactamente allá donde imaginó; de sumergir al espectador, como cuando el cine era aún inocente (¿se dan cuenta de que, a pesar de su galería de monstruos, no estamos ante un discurso posmoderno, que la historia está contada con toda la seriedad de quien se cree lo que cuenta?), en un baño de maravillas, terribles, heroicas, conmovedoras. Y la voluntad de establecer también un discurso sobre la propia aventura: ese final, con un Frodo vuelto a la rutina de su pueblo, y ya mordido para siempre por la insanía de lo aventuresco, y convertido ya, lo intuimos, en un vagabundo de sí mismo, es el mejor cierre posible para una película monstruosa, sobrehumana, admirable. Tardaremos mucho en volver a ver una película tan impresionante, punto de llegada y frontera a superar en el futuro; uno se siente tentado a afirmar que, tras este broche impecable, estamos en El Señor de los Anillos ante una de las películas de aventuras más espectaculares e impactantes de toda la historia del cine.
Para tolkianos de pro y cualquier otra criatura del universo.
Lo mejor: el dominio del tempo narrativo de Jackson en la entera trilogía.
Lo peor: que no haya una cuarta parte.
Llega a su fin la trilogía de Peter Jackson, y es hora de hacer balance. Vaya por delante que la tercera parte, la más vigorosamente épica, y la más espectacular de la entera película, es la que mejor deja ver lo que constituye, junto a la portentosa imaginación visual del neozelandés, lo mejor del film, el impresionante dominio del tempo narrativo del cineasta: bifurcada, como Las Dos Torres, en varias subtramas en la que están involucrados personajes diferentes, en las que se alterna lo íntimo con lo colectivo, lo espectacular con lo secreto, el incontenible aliento épico con la debilidad humana, el miedo y la codicia, en ningún momento de este auténtico tour de force, que llega casi a las 3 horas y media, se tiene la impresión de que la materia narrativa pueda con el narrador, de que lo espectacular haga sucumbir el resto de los elementos, complejos y cuidadosamente sopesados, de que está construida su magmático, caudaloso desarrollo.
Tiene Jackson el coraje de los grandes directores y la voluntad de llevar a su criatura exactamente allá donde imaginó; de sumergir al espectador, como cuando el cine era aún inocente (¿se dan cuenta de que, a pesar de su galería de monstruos, no estamos ante un discurso posmoderno, que la historia está contada con toda la seriedad de quien se cree lo que cuenta?), en un baño de maravillas, terribles, heroicas, conmovedoras. Y la voluntad de establecer también un discurso sobre la propia aventura: ese final, con un Frodo vuelto a la rutina de su pueblo, y ya mordido para siempre por la insanía de lo aventuresco, y convertido ya, lo intuimos, en un vagabundo de sí mismo, es el mejor cierre posible para una película monstruosa, sobrehumana, admirable. Tardaremos mucho en volver a ver una película tan impresionante, punto de llegada y frontera a superar en el futuro; uno se siente tentado a afirmar que, tras este broche impecable, estamos en El Señor de los Anillos ante una de las películas de aventuras más espectaculares e impactantes de toda la historia del cine.
Para tolkianos de pro y cualquier otra criatura del universo.
Lo mejor: el dominio del tempo narrativo de Jackson en la entera trilogía.
Lo peor: que no haya una cuarta parte.