Elbereth & El Elfo
Desde Chile, El Dúnadan nos envía estas dos poesías: "Elbereth" y "El Elfo".
ELBERETH

¿Quién hubiese dicho, que al cantar las estrellas podían brillar?
Fuiste al mismo tiempo como un sueño.
Como un despertar de improviso, como un renacer súbito,
o sí, tal vez, un destino.

No sabría como llamarte, pero a mi corazón respondes, oh,
Elbereth Gilthoniel,
Pues de todos los nombres que tienes, todos me parecen vanos.
Y es que no eres gracia, pues ella contigo se empequeñece.
Y forma parte insesante de la nada,
pues eres mucho y a la vez olvido.

¿Quién podría decirte todo lo que eres, pequeña?,
(y me juego la vida por llamarte como si fueras mi retoño)
Yo que en el crepúsculo espero, mientras las piedras hablan,
y los árboles debaten la vida incontable y la sabiduría sin nombre,
debería entonces desvanecerme en la onda nota de una gota quebrándose,
ahora que estoy solo,
o quizá.... convertirme en el agudo sonido de la pena,

Podría tal vez hacer todo aquello,
Aunque también podría convertirme en destello
y ser yo, pero al mismo tiempo ser distinto.

Ya los vientos no me llegan de igual manera,
pues la noche se ha vuelto tu cincelada,
y dominas mis pensamientos,
mis sueños y mis enigmas.

Yo que he elegido la soledad,
y la tuición de la Blanca Señora,
Yo, Elbereth Gilthoniel.

Yo que me separé de tí en los puertos.
Yo que vi tu sonrisa y
me maravillé con tu esplendor.
Pues sí, te tuve en mi regazo,
y aquello fue como si de pronto me impregnace
con la luz de tus hijas,
que iluminan a quienes aun te recordamos.

A Elbereth, Oh, Gilthoniel,
generosa Señora, e infinito brillo.
Tú que con un susurro haces que el río retorne a lo que fue
en un comienzo.
Tú que con cada paso que das en el suelo
enciendes una estrella.
Tú que me guias aun cuando te he perdido,
tú que enciendes en mí un furor pasivo,
y una canción sin ecos,
Tú, esa misma que conocí,
por favor no te desvanezcas,
como la estrella que ha muerto.



EL ELFO

(Del cruzabosques, y de un alma Silvana)

Curioso....

Es hermoso ver como se amontona el crepúsculo
entre las hojas del Invierno.
Tan triste y monótono; tan humano y mortal.

Casi como sometido al recuerdo....

Veo los altos árboles,
y el verdor de cada una de las primaveras.
Conozco cada uno de los caminos, pero no conozco los sobresaltos
ni las huídas.
La vida para mí es nueva,
pues a pesar de que he vivido,
y también a pesar de que yo ya estaba
en el primer amanecer...

Soy aun un niño.

Es cruel decir, que ahora en sombras persiste en mi
el recuerdo de las primaveras,
y de los coros aterciopelados de tantos atardeceres.
las sombras sobre mí, y al mismo tiempo alejadas.
Los árboles grises,
Los árboles Celestes,
LOS ÁRBOLES NEGROS.

Bajo esa, la llamada del coro ausente,
y de las notas traversas de una flautilla que recorre la senda..
Escucho las voces de quienes partieron tiempo atrás.
En esos días en que el mundo era joven,
y aun valoraba el valor de la simpleza,
como si se tratara de él mismo, y de nadie más.

Soy El Elfo.
El alma sujeta,
El jóven tímido,
La pena incontenible,
El dolor incierto.

Creo que es dificil sufrir,
pero más dificil lo es cuando sufrimos
por nuestra sonrisa.
Tan ocasional y furtiva como la vida del hombre,
que se extingue mientras yo respiro,
cuento estrellas noctámbulas,
reuno en la palma de mi mano las luces
de la pureza,
y me visto con velos de plata,
y canto con la voz del otoño,
grito con la ira del invierno,
sonrío con la inocencia de la primavera,
y me fundo en el calor del verano.

Esa nota extraña en todo este sentir,
ese altibajo que no conocía
pero que ahora es mío.
Es la nota traversa,
la nota del dolor.
Un acorde silencioso,
pero que serpea como un río de espadas.
Persiste aun en esta penumbra,
pero yo he optado por sumergirme en la onda
caricia de un manantial.
Y siento que se desborda...,
cuando el pintor retrata la emoción del primer beso,
y el bardo le canta a la gota de agua que murió en el suelo.

Los coros de esta penumbra se elevan,
como las almas en el descenlace de un mundo.
Al momento de decir adiós,
todo es tan difícil.

Y el bosque cae....
Hay sombras.

¡Qué desconcierto!

Se ha hecho la calma...
Y el bosque descanza sereno.
Breves huellas en lo hondo de la penumbra,
marcaron tu paso.
Y el eclipce de ciclos y cauces silvanos,
acabó por forjar el arma de mis palabras.
Y oigo voces en la puerta,
mientras espero paciente, a que los coros desaparezcan.

Pero a pesar de todo,
la nota traversa se ha hecho frecuente.
Persiste.
Es como si de pronto fuese aprensiva,
y se pegara a mi como si desease la muerte de tal
manera,
que quiere compartirla conmigo
( si es que me llega...)

II

Debería precipitarme a la salida,
pues veo formas penumbrosas.
Cauces grises que se desbordan y luces titilantes.
Todo, creo, es parte de un sueño, que crece y se alimenta...
con cada paso... con cada suspiro.

Y al fin se hizo el silencio,
pues es media noche.
El bosque roza esa tiniebla,
y ni si quiera las sombras se atreven a brillar.
¿Cómo es posible, me pregunto,
que a pesar de tanta sombra, los coros no se oculten?
Siguen allí, como siempre.
Aunque yo no esté con ellos.
Mis huellas ya los han abandonado,
y te han abandonado a tí.
Han marchado por rutas grises y desoladas,
pues yo, que vi la luz,
los he expulsado.

Ahora que me veo,
Soy alto, hermoso y taciturno,
como una rosa.
Cambiante como la luna,
sabio como el más viejo de los árboles..
Inquieto como el ruiseñor,
y persistente como el recuerdo.

Teo que me he visto como a un niño.

¡Nadie entiende a los Elfos, dicen!
Ya no sé si reirme o llorar por ello.

Amo las canciones, el crepúsculo y las lágrimas.
Espero la primavera, pues mi vida es una primavera
donde cae hojas secas y del este viene la nieve.
Nunca estoy atento, pues no me nace ni me importa.
Solo sé que espero voces allá afuera, y golpes en la puerta...
A la hora del crepúsculo.