Crecer en Gondor
Capítulo 1 .- Los hijos del Senescal
- ¡Acabaré contigo!
- Nadie puede vencerme tonto humano y continuar con vid... - no pudo continuar, la espada de su adversario se le había clavado en el corazón. Se desplomó al suelo
El que había quedado en pie se echó a reír : - ¡Que fácil fue ganarte esta vez Faramir!
- No le encuentro la gracia Boromir... - el niño de 7 años se levantó del suelo - ¿Porqué siempre me toca hacer de orco? ¡No hay derecho que tu siempre quieras ser el valeroso guerrero de Gondor!
- Sencillo. Es lo que llegaré a ser en un futuro - dijo Boromir, cinco años mayor que Faramir
- ¿Insinúas con esto que yo sólo llegaré a ser un orco? - dijo Faramir molesto frunciendo el ceño y sacudiéndose el polvo de su ropa
- Quien sabe - dijo Boromir sacando la lengua a su hermano al tiempo que recogía las dos espadas de madera
- Cuando te atrape verás... - Faramir echó a correr detrás de su hermano mayor, pero con 12 años, Boromir corría mucho más deprisa que él
- Nunca podrás vencerme! - fue lo último que oyó de su hermano antes de verle desaparecer detrás de la Torre Blanca de Ecthelion.
Tras un suspiro, Faramir se detuvo. Estaba demasiado acostumbrado a estas situaciones. Desde siempre, Boromir había sido mejor que él en todo. Era el preferido de su padre, se le daban mejor las clases de esgrima, no le costó tanto como a él aprenderse el listado de los distintos Senescales que había tenido Minas Tirith...
Condujo sus pasos hasta Rath Dínen, la calle principal de los Recintos Sagrados de Minas Tirth, donde yacía el cuerpo de Finduilas, su madre, que había fallecido dos años atrás.
Finduilas siempre había procurado que Faramir no se sintiera inferior en ningún aspecto, y Faramir la quería con locura, al igual que su hermano, pero cuando murió, el carácter de Denethor se tornó más sombrío y siempre había considerado a Boromir más que a él.
Pero a pesar de esto, Faramir quería mucho a su hermano, y sabía que Boromir también lo quería mucho a él, y que no hacía nada especial para ganarse el favoritismo del padre. Nunca le había tenido nunca ninguna clase de rencor, y aunque muchas veces se peleaban, eran siempre peleas normales entre hermanos, y no pasaba mucho tiempo que ya estaban tramando travesuras otra vez.
Se paró junto al lecho de su madre, y acarició la losa que lo cubría. Ese día hacía exactamente dos años que ella había muerto. Era su costumbre de irla a visitar a menudo. Se estaba un rato en silencio de pie y luego se marchaba...
- ¡Boromir! - Denethor llamaba a su hijo mayor
El chico se estaba escabullendo hacia su habitación sin hacer ruido para esconder las espadas de madera que él mismo había fabricado para poder jugar con Faramir, con la esperanza que su padre no lo viera, puesto que se habían saltado la clase de equitación.
- ¿Si, papá? - dijo con voz temblorosa
- ¿Dónde estabais tu y tu hermano en la hora de vuestra clase? - dijo Denethor con enfado
- Estábamos... esto... estábamos... - Boromir se había quedado sin palabras, conciente que si le decía que habían estado jugando les caería un castigo muy severo, y al mismo tiempo intentaba esconder las espadas detrás de su espalda, intentando que no se le vieran demasiado.
- ¿Qué escondes ahí? - dijo Denethor con tono severo - ¡Muéstramelo!
Boromir sacó las espadas con las manos temblorosas
- ¡Vaya! ¿Tu hermano ya te ha estado entreteniendo? - dijo Denethor
- No... Faramir no ha...
- ¡Silencio! No defiendas a Faramir - dijo Denethor
Boromir no dijo nada más, y no porqué no quisiera defender a su hermano, sino por miedo y respeto a su padre, que siempre le había asustado cuando se mostraba muy autoritario.
- Traigan a mi hijo menor - ordenó el Senescal a uno de los guardias
Boromir salió corriendo del salón por una de las puertas laterales dispuesto a encontrar a Faramir antes que los guardias.
No tardó mucho en encontrarlo volviendo de Rath Dínen.
- ¡Faramir! ¡Para! - le llamó
- ¿Qué pasa? - preguntó él confuso
- ¿Tu te acordabas de la clase de equitación? - le preguntó
Por la cara que puso Faramir, su hermano comprendió al instante que tampoco se había acordado
- Papá te da la culpa de habernos saltado la clase a ti, y yo no tuve el valor suficiente para defenderte... Lo siento.... - Boromir bajó la cabeza
- No pasa nada! Ya estoy acostumbrado! - dijo Faramir para hacer sentir mejor a su hermano
- No, pero esta vez está enfadado de veras - dijo Boromir
- Será por lo de mamá - dijo Faramir con tono triste. Al instante la mirada de Boromir se tornó más melancólica al recordar a su madre
Se quedaron los dos en silencio unos momentos hasta que Faramir habló por fin.
- ¿Qué hacemos pues? No aceptará ninguna clase de explicaciones - reflexionó
- Tengo un plan - dijo Boromir sonriendo - Pero vas a tener que esconderte
- ¿Pero donde? - preguntó Faramir, que con el tiempo había aprendido a desconfiar en las ideas que tenía su hermano mayor
- Ven
Boromir condujo a Faramir por los círculos de Minas Tirith hasta donde las casas eran más humildes. Entonces Faramir lo comprendió.
- Claro! Aredhel! - exclamó
Aredhel era una niña de seis años, muy amiga de los hermanos. Sus padres habían muerto cuando ella tenia apenas unos meses, y desde entonces había vivido en las afueras de Minas Tirith con su hermana mayor Haleth.
Boromir tocó a la puerta, y una chiquilla de cabellos negros alborotados y unos bonitos ojos verdes les abrió la puerta
- ¡Boromir! ¡Faramir! ¿Qué hacéis aquí? - dijo Aredhel sorprendida
- Necesitamos tu ayuda - dijo Boromir resuelto
Aredhel les indicó con un gesto que pasaran y cerró la puerta.
- No hemos encontrado a su hijo, mi señor - dijo uno de los guardias excusándose delante de Denethor
Pero antes de que el Senescal pudiera responder, Boromir entró corriendo
- Papá! Papá!
Denethor pudo comprobar entonces que su hijo iba cubierto de barro en toda la ropa, los brazos y la cara, llevaba los cabellos alborotados y parecía muy inquieto.
- ¿Qué ocurre? - preguntó Denethor preocupándose
- Es Faramir... - respondió su hijo casi sin aliento - íbamos Aredhel, él y yo y nos atacaron un grupo de sureños del norte. Yo pude escaparme, pero cogieron a Aredhel y a Faramir
Denethor se alarmó muchísimo y en seguida tuvo un pequeñito séquito de soldados preparados. Boromir les guió a través de las calles hasta las afueras, donde se erguía el llamado Bosque Gris donde los tres siempre jugaban.
- Aquí nos los encontramos. Vinieron de allí - Boromir señaló una dirección
Y justo en ese mismo momento, del sitio hacia donde el niño señalaba vieron llegar a Faramir y Aredhel caminando con dificultad
- ¡Faramir! - el Senescal se adelantó al encuentro de su hijo menor - ¿Qué es lo que ha ocurrido?
- Les planté cara, y cuando les dije que era el hijo del Senescal de Minas Tirith me soltaron - explicó Faramir
- Fue muy valiente! - añadió Aredhel
- Bien hecho hijo - aunque Denethor se sentía realmente orgulloso de su hijo, no lo demostró demasiado. Y como que volteó para regresar a la ciudad, no vio como Boromir le guiñaba un ojo a su hermano.
No mucho rato después, cuando ya anochecía...
- Nunca puedes atraparme! - exclamó Aredhel apoyándose fatigadamente en una de las blancas paredes de la torre de Ecthelion.
- Eres demasiado rápida! - contestó Faramir sentándose cansado al lado de su amiga - juraría que eres incluso más rápida que Boromir
- Hablando de Boromir ¿dónde se ha quedado?
- Con papá haciendo no sé que cosa aburrida - explicó Faramir arrugando la nariz
- ¿Vamos a tirar agua a los guardias? - propuso Aredhel
- Me gustaría, pero como puedes ver ya ha oscurecido, y hoy ya me he librado de un buen castigo, por lo que no quiero darle más motivos a mi padre.... ¿Mañana? - dije al final con una sonrisa
- ¡Mañana! ¡Hecho! - exclamó ella - Díle a Boromir que venga también
- ¡Por supuesto!
Y los dos niños emprendieron el camino de vuelta a sus casas, cuando el sol ya se había ocultado definitivamente y las estrellas empezaban a asomar tímidamente en el cielo.