Relatos de la Segunda Gymkana de Elfenomeno
1.
Creo que no puedes llegar a entender lo que significa para nosotros.
Imagina que puedes volver al pasado, desde el día de tu nacimiento, sentir las primeras caricias de tu madre, los primeros besos, el primer abrazo. Contemplar tu primer amanecer y sorprenderte una vez más por cada maravilla que hay en el mundo. Volver a ver a los que ya han partido, conocer a los mitos de tu infancia; aquellos que te hacían soñar y luchar un minuto más para igualar sus hazañas. Contemplar paisajes maravillosos que rozan lo onírico. Y saber que todo eso puedes tenerlo con solo hacer un último viaje te deja terriblemente conmocionado. Marca la dirección de lo que seré tu vida a partir de ahora.
Solo a cambio, por supuesto, de perder todo lo que tienes actualmente a tu lado.
Eso es lo que supone para un elfo ver el mar.
2. El último viaje
- "Aaaaaaauuuuuuuuuuuuuuuhhhhhhhhhhhhh!"
El Thain levantó la cabeza de sus escritos, sobresaltado. El sonido despertaba en él recuerdos memorables, y a la vez nostálgicos.
- "Aaaaaaauuuuuuuuuuuuuuuhhhhhhhhhhhhh!" - volvió a escucharse.
El cuerno de Rohan. El Thain sabía que sólo podía significar una cosa. Peregrin se acercó a la puerta de su smial, y abrió, para descubrir el origen del sonido.
- Sólo un viejo nostálgico como tú podía alterar la tranquilidad de toda La Comarca haciendo sonar ese cuerno de guerra - dijo sonriendo Peregrin.
- Oh, ¡eres un viejo cascarrabias, Peregrin Tuk! - respondió Meriadoc -. Quién podría imaginárselo. ¡Pip haciéndome reproches a mi, al Señor de los Gamos! La edad nos cambia a todos, ¿eh, Pip?
- Y que lo digas Señor de los Gamos - terció el Thain, haciendo hincapié en el título -. Pero veo que a ti, la edad no te ha concedido mucha modestia.
- ¡Ah! ¡Viejo amigo!- dijo Meriadoc, después de una sonora carcajada -. ¡Cómo te he echado de menos!
Entraron riendo en la casa. Era media tarde, así que compartieron un té mientras hablaban de sus asuntos, y recordaban aventuras pasadas. Después de la Guerra del Anillo, se habían convertido en Hobbits respetados, especialmente desde que el Rey Elessar les concediera a ambos, junto con el desaparecido Alcalde Samsagaz Gamyi, el título de Consejeros del Reino del Norte. Ahora corría el año 1484 de la Cuarta Edad, y tenían muchas aventuras que recordar.
Pero pronto pasaron a asuntos más urgentes. Meriadoc sacó de su bolsillo un papel.
- He recibido esta nota del Reino de Rohan.
Peregrin miró la carta con preocupación. Las noticias no eran muy alentadoras. El Rey Eomer se acercaba al final de sus días, y pedía la presencia de Meriadoc en Rohan antes del fin.
- ¿Qué piensas hacer? Es un viaje largo, y ya no eres joven.
- ¿Crees que 102 años son motivo suficiente para impedirme el viaje? Soy Escudero de Rohan, tanto como Señor de Los Gamos. Señor Escanciador, me llamaban. Acudiré - afirmó con resolución
Peregrin asintió, pensativo. Lo había preguntado sabiendo de antemano la respuesta. Esperó. Aquello no podía ser todo.
- Quiero que tú me acompañes, Pip. Este podría ser mi último viaje. Nuestro último viaje - Meriadoc observó el rostro de su amigo. Peregrin tenía la mirada perdida en el vacío -. ¿Qué me dices, viejo amigo?
Peregrin siguió sin moverse. Al fin y al cabo, ¿porqué no? Frodo hacía mucho tiempo que se había ido. Sam le siguió hacía apenas dos años, justo después de la muerte de su adorable Rosita. Faramir, su hijo, estaba felizmente casado con Rizos de Oro, hija de Sam. Y su Diamante ... bueno, Diamante ya no podría acompañarle en aquel viaje. Ni en ningún otro. Así que ¿por qué no? Quizá, después de Rohan, pudieran visitar al Rey Elessar, y recordar a los que se habían ido.
- Iré contigo, Merry - respondió al cabo -. Será el último viaje de los Escuderos de Gondor y Rohan.