De vuelta a la Tierra Media
Capítulo 1. La llegada de Gandalf
Año 22 de la Cuarta Edad
Hacía ya 22 años que el rey Elessar y la bella Arwen Undómiel reinaban en los reinos reunidos de Gondor y Arnor. Mucho habían hecho estos dos monarcas por su pueblo.
Al terminar la Guerra del Anillo, poco después de que el último barco partiera al Oeste con los portadores de los Anillos, el rey Elessar reunificó Gondor y Arnor. Reconstruyó las bellas ciudades de Annúminas y Osgiliath. Reclamó para el trono de Gondor las tierras de los Haradrim y el puerto natural de Umbar. Reanudó la vigilancia en Amon Sûl y otros antiguos puestos de vigilancia. Vigiló constantemente las fronteras de Mordor. Hizo lazos de amistad con el reino de Rohan y, junto con Gandalf , encontró un nuevo retoño de árbol blanco.
Y con Gandalf comienza nuestra historia.
Los últimos rayos del sol despuntaban detrás de las montañas Blancas cuando, Eldárion vio una mota blanca que avanzaba veloz hacia su ciudad, Minas Tirith.
-Mi señor,¿qué es lo que mira usted tan ensimismado?-le preguntó uno de los guardias.
-Aquella mota blanca que avanza rápido en el Pelennor.-contestó Eldárion
-¿Aquella? ¡Ah! Ya la veo. Es curioso me recuerda ligeramente a…-pero antes de terminar la frase subió corriendo hacia la casa del rey gritando-¡Mithrandir! ¡Mithrandir ha vuelto!
En ese momento el rey Elessar salió con la bella Arwen al patio del Árbol Blanco.
-¿Qué es todo este alboroto, Beregond, que ocurre?- preguntó el rey
-Vuestro hijo Eldárion ha visto ahí abajo a Mithrandir, mi señor-explicó Beregond.
Elessar se volvió hacia Eldárion.
-Pues entonces bajemos a recibirle personalmente-dijo el rey
Todos estallaron en ovaciones, y bajaron a las Puertas. Y, cuando fueron abiertas, Aragorn no pudo contenerse más y, echó a llorar. Allí estaba, montado en Sombragrís, el que fue uno de los mejores amigos de Elessar.
-Cuanto tiempo sin vernos, mi señor-dijo sarcásticamente Gandalf.
Capítulo 2: Presentaciones y reencuentros
-¡Qué alegría verte Gandalf!-dijo llorando Aragorn.
De repente una flecha pasó zumbando al lado de Aragorn.
-No ha venido solo-dijo una voz familiar.
Detrás de Sombragrís apareció el arco de Legolas y al lado el hacha de Gimli.
-¡Y aún faltan!-dijo Legolas
Merry, Pippin y Sam, aparecieron montados en unos robustos poneys.
-Solo faltaría Frodo-dijo con cara de nostalgia Aragorn.
-Pues aquí estoy-dijo Frodo asomando la cabeza detrás de Gandalf.
-¿Quién es ese mocetón que tienes detrás de ti?-preguntó Gimli.
-¿Quién? ¡Ah, él! Él es nuestro hijo Eldárion , heredero al trono, que dentro de muy poco cumplirá los 13 años.-dijo orgulloso Aragorn. Se giró hacia su hija-Y esta es Isil, que ya tiene 2 años. Pero, pasad por favor pasad.
Todos subieron al salón del trono y, allí saludaron a la dama Arwen, que en ese momento estaba embarazada de su segunda hija.
-Vuestra belleza me deslumbra, noble dama-dijo con algo de retintín Gimli.
-La misma belleza crece en ella cada año , desde aquel día en que,en mi juventud , la confundiera con Lúthien la bella por sus andares-dijo Aragorn sonriendo. Arwen enrojeció.-Avisad al Senescal del Reino Unificado y al Rey de la Marca de los Jinetes.-le dijo Aragorn a un mensajero.-Bueno,¿y qué os trae por aquí, amigos?
-Eso, mi rey, os lo diremos cuando lleguen vuestros aliados-dijo Gandalf.
-Querréis comer, ¿no?-dijo Arwen.
-¡Por supuesto! Ha sido un largo viaje y, estamos cansados-dijo Gimli.
-Pues, ¡qué así sea! ¡Cerveza y cerdo para todos!-dijo Arwen- Eldárion , pequeña Isil , sentaos con nosotros.
Eldárion se sentó a la izquierda de su padre e Isil, en el regazo de su madre.
-Padre,¿quién es toda esta gente?- susurró Eldárion.
-Son la antigua Compañía del Anillo. ¿No te he hablado nunca de ellos?-dijo Aragorn.
-Sí padre, pero no lo recordaba.¿me los presentas?-le preguntó Eldárion a su padre.
Uno por uno, Aragorn fue presentándole a Eldárion a la antigua Compañía del Anillo.
-Él es Frodo Nuevededos, el Portador del Anillo, que llevó el Anillo hasta las ardientes llamas del Orudin- dijo Aragorn dirigiéndose a Frodo.
-Encantado, Eldárion.- dijo Frodo tomándole la mano.
-Y este es su fiel compañero, Samsagaz Gamyi, Sam para los amigos, que venció a Ella-Laraña.
-Mucho gusto Señor Eldárion- dijo humildemente Sam.
-Y, aquí tenemos a un Istari, uno de los Cinco, Gandalf el Blanco, que fue el Gris, y que venció al Barlog de Morgoth.
-Mucho gusto, jovencito- dijo Gandalf.
-Estos son los nobles señores de Tuk y Brandigamo, escuderos de Gondor y Rohan, e íntimos amigos de Bárbol el Ent: ¡Pippin y Merry!
-Muchas gracias por esa presentación, Aragorn. Encantado, Eldárion.- dijo Merry.
-Lo mismo digo- dijo Pippin sonriente.
-Y estos dos que me acompañaron a los Senderos de los Muertos, son Gimli el Enano, y Legolas Hoja Verde, a quien ya tienes el gusto de conocer.
-Hola otra vez, Eldárion- dijo Legolas.
-¡Encantado!- dijo Gimli.
-Bueno, ahora que ya sabes quien es quien, ¡a comer!- exclamó Aragorn.
Comieron alegremente y, estuvieron despiertos hasta bien entrada la noche. Un mensajero les dijo que, a buen seguro, Faramir y Éomer llegarían al medio día del día siguiente. Así que, se retiraron a dormir.
Capítulo 3: El Concilio
A la mañana siguiente, la Compañía se reunió, junto con Arwen y sus dos pequeños.
Poco antes del mediodía llegó un aviso de que Faramir el Senescal y su esposa Éowyn, estaban llegando a la ciudad.
En la entrada de la Ciudadela, un mozo de cuadra, atendió a los caballos del
matrimonio, que subieron a la estancia donde estaba reunida la Compañía.
-¡¡Mi señora Éowyn!!- exclamó Merry.
-¡¡Merry el mediano!!- exclamó Éowyn.
Corrieron uno hacia el otro y se dieron un gran abrazo.
En esto, Pippin se inclinó ante Faramir.
-No tiene por qué inclinarte, viejo amigo- le dijo Faramir, y le dio un abrazo.
-A sus órdenes mi señor- le contestó Pippin.
-Bueno, ¿y nosotros qué?- preguntó Gandalf.
-La Compañía del Anillo reunida de nuevo- dijo Faramir posando la mirada en cada uno de ellos- ¿Qué os ha traído de Valinor?
-Eso, como ya le he dicho a mi señor Aragorn, lo sabréis cuando Éomer llegue- dijo un sonriente Gandalf.
Arwen posó la mirada en la barriga de Éowyn.
-¿Será niña?- le preguntó amablemente.
-No estamos muy seguros, pero creemos que sí.- le dijo Éowyn muy alegre.
Las dos embarazadas se retiraron a un rincón para hablar de sus asuntos.
Pasó una hora, y entonces se oyó el cuerno de Rohan. Minutos más tarde. Éomer se unía a la reunión.
-Cuánto tiempo, mi señor.- dijo Merry.
Gandalf colocó una silla más alrededor de la mesa y, entonces todos se sentaron. Gandalf comenzó a hablar:
-Bien. Hace veintidós años que el Anillo Único de Poder fue destruido. Hace veintidós años que empezó la Cuarta Edad de los hombres. Hace veintidós años que los Pueblos Libres de la Tierra Media obtuvieron su victoria. Aunque algunos orcos siguen multiplicándose en las Montañas Nubladas, el Poder Oscuro, está derrotado. Pero, más allá de Valinor, está el Vacío, al que Morgoth fue arrojado por la Puerta de la Noche, para morar allí toda la eternidad, hasta que el final de los días llegue.
“Hace un par de años, un leve temblor se notó en Valinor. Los grandes Señores, los Valar no se preocuparon demasiado por él pero, el cielo se oscureció, y una sombra de maldad se extendió sobre Valinor. Mi corazón
se oscureció también.”
“Un nuevo poder había despertado. No oscuro, pero maligno. Bueno, mejor dicho todavía no oscuro. Y esperemos que eso no cambie.”
“Hace exactamente tres meses, una flota de barcos de velas grises, avanzó desde el Vacío hacia Valinor.Llegaron a las orillas y asediaron Valinor. Las Pélori temblaron. El asedio duró siete semanas, y al fin se retiraron.”
“Rápidamente, Frodo, los elfos de Rivendel, y yo, cogimos un barco hacia la Tierra Media, y atracamos en los Puertos Grises.”
“Frodo, que durante la gran batalla se había alojado en uno de los pabellones del este de Valinor, no se había enterado de mucho.”
“Mientras tanto, en Valinor los Valar y sus ejércitos, luchaban contra las avanzadillas de las extrañas criaturas. Le expliqué la situación a Frodo, y partimos hacia la Comarca. Decidí reunir a todos los antiguos miembros de la
Comunidad del Anillo, para ir a avisar de la situación al rey del Reino Unificado.”
“Entramos en la Comarca, nos dirigimos a Hobbiton, y allí fuimos gentilmente recibidos por la familia Gamyi. Se avisó a los señores de Tuk y Brandigamo, y les expliqué a todos estos hobbits lo que ocurría. De la familia Gamyi, se nos unieron Sam, Rosita, Elanor, Frodo y Rosa y Pippin y Merry accedieron de buena gana a acompañarnos.”
“Dejamos la Comarca por la Cuaderna del Este, y cruzamos las Tierras Ásperas, Acebeda, y al fin llegamos al Paso de Rohan, que cruzamos. Nada más cruzarlo, Frodo, Sam, Peregrin, Meriadoc y yo dejamos atrás a los Gamyi y, quedamos en que llegarían a Minas Tirith el ocho de agosto, o sea hoy.”
“Nos encaminamos hacia las Cavernas Centelleantes, donde Gimli y su gente nos recibieron entre ovaciones. A la mañana siguiente ya les había explicado todo, y nos preparamos para partir. La marcha fue lenta, pero tres días después llegamos a Drúadan, a la colonia que fundó Legolas. Allí descansamos dos días, y, ayer, llegamos por fin a divisar la colina de Amon Dîn, y cuando llegamos al Rammas Echor, entré solo en el Pelennor, y los demás me siguieron. Eso es lo que viste, joven Eldárion, a mí montado en Sombragrís.”
“Ese es el motivo por el que Frodo y yo hemos vuelto de Valinor. Ya no es un lugar seguro. Elrond ha vuelto a Rivendel, Círdan a Lindon, y Celeborn y Galadriel a Lórien. La Tierra Media debe estar preparada para recibir a los Valar, y expuesta a una guerra contra seres desconocidos.”
En ese momento, cuando Gandalf terminó, un mensajero irrumpió en la sala.
-Mi señor Elessar, traigo un mensaje desde Annúminas – dijo el mensajero.
-¿Para quién?- dijo Aragorn.
-Para Gandalf el Blanco-Gandalf se adelantó-¡Oh! Estáis ahí mi señor. Traigo un mensaje que fue enviado desde Lindon hasta Annúminas. Hace más de siete semanas que Valinor sufre asedio. Pero hace unos días que cayó el lado oeste. Bueno, me dijeron que os dijera que si tenían noticias os avisarían- terminó el mensajero.
-Espera, no te retires. Por el camino hacia aquí, ¿te encontraste unos… cuatro medianos?- preguntó Gandalf.
.Sí, me encontré a unos medianos, pero eran tres. Los vi en los lindes de Drúadan hace un par de horas.-dijo el mensajero.
-Bien, ya te puedes retirar- dijo Aragorn.
Capítulo 4: Preguntas y una llegada
-Ahora que he terminado de explicaros todo, ¿tenéis alguna pregunta?- dijo Gandalf.
-Yo sí, una. ¿Cómo son exactamente esas criaturas?- preguntó Faramir.
-Son como una mezcla de orco y humano. Son de apariencia humana, más o menos, con muchas costras verdes, negras y grises en la piel. Pero tienen naturalaza de orco. No llevan banderas ni estandartes, creemos que todavía no han designado un jefe. Sus armas son espadas muy bien afiladas, ballestas y arcos sencillos y lanzas de hierro muy altas.- terminó Gandalf.
-¿Son muchos?- se interesó Aragorn.
-Muchos, cada día aumentan- dijo Gandalf.
Las preguntas de Éomer, Aragorn, Faramir, Arwen y Éowyn les llevaron toda la tarde. Al fin, se retiraron y volvieron a reunirse para la cena.
-Y… ¿cuándo dices que llegaran los hobbits?- preguntó Aragorn.
-Pues ya no deberían tardar demasiado.- dijo Gandalf
La cena transcurrió tranquila. En una parte de la mesa Frodo, Arwen, Faramir y Aragorn charlaban. Éowyn, su hermano Éomer, Gimli y Legolas salieron al balcón para estar atentos a la llegada de los hobbits. Gandalf, Merry, Pippin y Sam añadían sillas alrededor de la mesa.
Cuando la luna se veía claramente en el cielo, Legolas vio que un trío de hobbits avanzaba hacia la ciudad. Avisó a Gandalf y este avisó al resto. En pocos minutos ya estaban todos esperando en las puertas de la Ciudadela. Entonces, unas sombras doblaron una esquina, pasaron por delante de los establos y se pararon justo en frente de las puertas de la Ciudadela, bajo la luz de una antorcha. La que parecía ser mayor tenía la cabellera y rizada. Miraba al grupo con unos penetrantes ojos azules y una dulce sonrisa. Cogidos cada uno de una mano, tenía una chica a un lado, y un chico al otro. La primera era muy parecida a su madre, solo que de piel era algo más clara.
El mozo que era más pequeño de los tres era un niño de tez muy blanca y ojos iguales a los de su padre.
-¡Hola Rosita!, ¡Elanor, Frodo!, ¿Cómo están mis pequeños?- dijo Sam.
Los niños no contestaron, simplemente esbozaron una sonrisa al ver a su padre y se lanzaron a su cuello para abrazarle con fuerza.
-Pasad a la Ciudadela, estaréis cansados, mandaré que os preparen los lechos en las estancias de Sam.-dijo Arwen.
Pasaron a la sala donde habían cenado y charlaron durante largo tiempo. Les sirvieron comida y bebida mientras ellos relataban su viaje.
-Bueno, antes de nada creo que el rey de Gondor debe conocer nuestros nombres. Yo soy Rosita y estos son nuestros hijos: Elanor, la mayor de todos y Frodo el segundo. Rosa se quedó en las Cavernas Centelleantes y una compañía de enanos la acompaña hacia aquí. También he dejado a más hijos en la Comarca pero eso ahora no importa.-Rosa tomó aire-Gandalf lo que voy a decirte lo descubrimos justo después de salir del paso de Rohan... Y creo que esto concierne también al rey de dicho país.
Éomer se abrió paso entre Sam y Legolas para colocarse al lado de Gandalf.
-Éomer de Rohan para servirle- dijo el rey de la Marca.
-Cuando nos dejasteis atrás- le dijo Rosita a Gandalf-paramos a descansar. Esa noche Frodo sugirió que fuéramos a echar un vistazo por si había enemigos cerca, ya que tú nos advertiste, Gandalf.
“Habíamos acampado en un claro y nos adentramos en la espesura. Después de andar un rato, vimos unas luces en las Montañas Nubladas, unas luces que bajaban por el paso de Rohan.”
“Volvimos al claro y recogimos el campamento. Lo volvimos a montar entre la espesura, para descubrir que era aquello que bajaba por las montañas.”
“Decidimos hacer guardias para vigilar. Primero vigilaría Elanor con Rosa y luego Frodo y yo.”
“Bien entrada la noche desperté y Elanor me dijo que escuchara. Era algo así como graznidos y rugidos. Entonces caí en la cuenta. ¡Orcos y esa cosa, wargos! Rápidamente recogí todo, agarré a Rosa de mi mano y le dije a Elanor que agarra a Frodo y salimos corriendo. Pero no me di cuenta de que un orco extraviado nos seguía.”
“Decidí que sería peligroso que durmiéramos por la noche a merced de los orcos, así que dormíamos durante el día y avanzábamos de noche.”
“Andamos muchas millas y en la llanura de Rohan, cerca de las Cavernas Centelleantes, el orco nos alcanzó. Era una noche oscura y Rosa se tambaleaba por el suelo. Pensé que no pasaría nada si parábamos un rato. Así que paramos. La pobre Rosa se quedó dormida. Bueno, en realidad todos nos quedamos dormidos. Al poco rato, unos ruidos me despertaron. Entonces vi al orco que le clavaba algo a Rosa. Silenciosamente le prendí fuego a unos palos que había allí cerca. En cuanto el orco lo vio me dijo algo: “Las criaturas que el Mago Blanco ha visto no temen al fuego.”Y se fue.”
“Lo curioso fue que no vi ningún signo del Ojo en sus vestiduras. Ni tampoco la imagen de Barlog. Bueno, total que llevamos corriendo a Rosa a las Cavernas Centelleantes pues tenía una profunda herida en su hombro. La cuidamos durante dos días y cuando despertó los enanos nos dijeron que ellos la acompañarían a Minas Tirith tan pronto como se recuperara.”
“Gandalf, mira, yo no sé mucho de esto pero, creo que lo que me dijo el orco me lleva pensar que las criaturas del Vacío y los siervos de la Oscuridad se han comunicado y han designado a un Señor. Mi señor Éomer, a vos os tenía que hablar Frodo. Hijo mío, adelante.”- terminó Rosa.
-Mirad señor, cuando vimos a la compañía de orcos les oí decir algo sobre que invadirían Rohan de nuevo por el Folde Oeste, como los legendarios Uruks.- le dijo Frodo a Éomer.
-Gracias pequeño.-dijo Éomer angustiado.
-Ya hablaremos mañana. Ahora tenéis que descansar, ha sido un día muy largo- dijo Gandalf.
Y en ese día ya no discutieron nada más.
Capítulo 5: Un retorno y una llegada
Pasaron dos semanas, dos semanas sin noticias. Todo en el mundo parecía quieto y calmado. Éomer retornó a Rohan, para vigilar a los orcos que podían bajar de las Montañas Nubladas, pero Faramir y Éowyn se quedaron en Minas Tirith.
La última semana de agosto, un mensajero llegó a Minas Tirith. En seguida, todos fueron a recibirle.
-Y bien, ¿cuáles son tus noticias?-preguntó Aragorn.
El mensajero, después de tomar un sorbo de agua, se frotó el sudor de la frente y comenzó a hablar.
-Hace un par de semanas, una flota de barcos blancos llegó a los Puertos Grises. En esos barcos iban los Valar, muchos de los Maiar y todos los Elfos de las Tierras Imperecederas. Estos últimos se han dividido: los Noldor casi en su totalidad han marchado a Lórien, aunque también han ido a Imladris. Los Sindar se han quedado en Lindon, junto a Círdan, con una buena porción de los Teleri, y muchos de estos últimos se han encaminado a la morada de Thranduil. Los Maiar también se han dividido: se ha enviado a un Maia a cada uno de los territorios élficos, y los que quedaron se quedaron junto a los Valar en Lindon, que ha sido fortificado, ya que Valinor ha sido tomado por las criaturas del Vacío, y ha vuelto a las Esferas del Mundo.
Durante un minuto solo se oyó la respiración del mensajero. Después Gandalf habló.
-¿Qué Valinor ha sido tomado?-luego, añadió entre susurros-No es posible, no puede ser…
-Los Valar han llamado a Concilio a los Pueblos Libres de la Tierra Media. Un portavoz deberá ir por cada pueblo. Se decidió que fuera Galadriel por los elfos, pero ninguno más se decidió. Pero se ha pensado en el Rey Elessar, mi señor, como portavoz de los hombres, Gimli por el pueblo de Durin y Samsagaz Gamyi, actual alcalde de la Comarca por los Hobbits. En nombre de los Maiar se pide que sea Gandalf el Blanco quien vaya-terminó el mensajero.
Aragorn le pidió al mensajero dos días para pensar la contestación, y le dijo que mientras tanto podría descansar en Minas Tirith.
Al cabo de un día se volvieron a reunir.
-Vaya...Los Valar. Según las historias que oí, son gente importante- dijo Sam.
Gandalf se mesaba suavemente su barba, mientras fumaba de una larga pipa. Aragorn le miró.
-¿Tan grave será, que los Valar han abandonado Aman?-preguntó este.
-No lo sé Aragorn. Esto nubla totalmente mi mente-masculló Gandalf.
-Pero hemos de darle una contestación al mensajero, Gandalf. No tenemos mucho tiempo…-susurró Pippin.
Gandalf calló durante un rato.
-Yo mismo la llevaré-dijo al fin.-Ese mensajero merece un descanso, si os fijasteis fue el mismo que nos trajo la noticia de Annúminas.
En ese momento, Arwen se dirigió hacia donde estaba Aragorn.
-Elessar, no me siento muy bien, me retiro-le susurró.
Y subió las escaleras hacia sus aposentos.
-Llamad al mensajero-dijo Aragorn a uno de los guardias.
Al cabo de un rato, este llegó.
-¿Cuál es tu nombre?-le preguntó Aragorn.
-Rúmil, mi señor. ¿Por qué me habeis llamado?-dijo Rúmil.
-Porque no has de ser tú quien parta con la contestación, sino yo, que he de ver a mi señora Nienna-dijo Gandalf.
Rúmil los miró extrañado.
-Tú descansarás aquí unos meses. Y después retornarás a tu tierra, supongo que Arnor-dijo Aragorn.
-Sí mi señor, mi añorada Annúminas- dijo Rúmil.
-Partiré mañana al medio día, a lomos de Sombragrís, y volveré aquí con el atardecer del primero de octubre. Si no he vuelto antes de esa fecha, prepara las defensas de Arnor y Gondor, Elessar-dijo Gandalf.
El resto de la tarde lo pasaron charlando sobre las recientes noticias, y cuando llegó la noche se sirvió una cena sencilla, a base de pan, tocino, frutas y agua.
-Qué raro que Arwen no baje. Siempre tiene algo de hambre por la noche-comentó Aragorn en la cena.
Cuando la cena terminó, charlaron un poco más a la luz de un fuego, pero todos fueron cayendo dormidos, hasta que al fin solo quedaron Frodo Gandalf y Aragorn despiertos, este último con Isil acurrucada en su regazo.
-Gandalf-susurró Aragorn.-Viejo amigo. Temo que este sea el final, la Dagor Dargorath.
-Yo también lo temo Gandalf-susurró Frodo.
-Algo me dice que esto no será el final, sino solo el principio de otra larga historia, como las de los Días Antiguos-susurró sonriendo Gandalf.
Frodo quedó dormido también, y entonces una de las damas de Arwen llegó corriendo hasta donde estaban sentados Gandalf y Aragorn.
-Mi Rey, mi señor. La reina Arwen ha roto aguas. ¡Ya viene el niño!-exclamó.
Esta exclamación despertó a todos los dormidos, y Aragorn levantó con cuidado a Isil, y se la puso en brazos a Legolas, que había quedado dormido al lado, y que ya despierto la tomó en brazos.
-Despierta a las comadronas. ¡Llevad a la reina a las Casas de Curación, y que la atiendan los Sanadores!-exclamó.-Legolas, lleva a Isil a su cuarto, y procura que no se despierte.
-¿Y después?-preguntó Legolas.
-A las Casas de Curación-dijo Aragorn.
Legolas asintió, y con sumo cuidado comenzó a subir las escaleras mientras vigilaba a la niña dormida.
-Los demás, a las Casas de Curación. Eldárion, por favor ve con tu hermana-dijo Aragorn.
-Pero…-dijo el joven.
-Pero nada Eldárion. Por la mañana se te permitirá ver a tu hermano o hermana-dijo Aragorn.
Todos se dirigieron a las Casas de Curación, y al rato unos Sanadores transportaron a Arwen a una sala, y por poco dejaron pasar a Elessar.
Toda la Comunidad se sentía tensa, y paseaba de un lado para otro en la sala donde les había dejado Aragorn. Al rato, unas comadronas echaron al Rey de la habitación.
-¿Cómo está?-preguntó Legolas.
-Bien, está bien. El bebé saldrá sin problemas. Calculan que una hora antes del amanecer habrá nacido-dijo Aragorn.- ¿Dejaste a Isil dormida y con su hermano, Legolas?
-Se despertó cuando este llegó, y le dije que por la mañana ella y su hermano tendrían un gran regalo-dijo Legolas sonriente.
La noche pasó, y el amanecer llegó.
Al fin, después de que amaneciera, una comadrona abrió la puerta de la sala, y todos la miraron ansiosos.
-Es una preciosa niña, mi señor-dijo.
En el rostro de Aragorn se dibujó una sonrisa, y suspiró aliviado.
-¿Podemos verla?-preguntó.
-Por supuesto, la reina lo espera-dijo la comadrona sonriente.
Así que Frodo, Sam, Merry, Pippin, Legolas, Gimli, Gandalf, Faramir, Éowyn, Rosita y Aragorn se dirigieron a la sala donde estaban la niña y Arwen.
-Alasse aurë-les saludó Arwen.
La niña que tenía en brazos era morena, y se distinguía en los pocos cabellos que poseía en la cabeza. Nació con los ojos muy abiertos, unos preciosos ojos azules. Todos quisieron cogerla, y hacerle arrumacos, y se encariñaron con ella especialmente Pippin y Faramir. Al fin Aragorn la cogió, y aunque sabía que todavía no veía, la miró a sus grandes ojos.
-¿Qué te parece que la llamemos Alatáriël?- Aragorn miró a Arwen.
Esta cogió con ternura a la pequeña y la acunó.
-Que así sea-y con esto besó a Aragorn.
Gandalf tomó a Alatáriël, y la levantó por encima de su cabeza.
-Te llamarás Alatáriël, y vivirás largamente.
Después de esto, todos dejaron a Arwen, a Aragorn y a Alatárië solos. Se llamó a Eldarion y a Isil, que así conocieron a su hermana.
Capítulo 6: Aiya Alatáriël, namarië Minas Tirith
Después del nacimiento de la pequeña Alatáriel, la ciudad se convirtió en una sucesiva línea de festejos. Pero ningún miembro de la Compañía del Anillo olvidaba lo que estaba ocurriendo en Lindon. Gandalf y Aragorn tuvieron varias conversaciones para decidir que se les diría a los Valar.
-Sería una pérdida de tiempo que fueses tú solo, Gandalf- dijo uno de esos días Aragorn.-Llaman a Concilio a todos los Pueblos Libres de la Tierra Media.
-Pero no puedes apartarte de Arwen y de tus hijos, viejo amigo-dijo Gandalf mesándose la barba.
Aragorn se quedó mirando fijamente el ocaso, que comenzaba a caer sobre el Pelennor. Al fin se volvió hacia Gandalf, y después se sentó en su trono.
-Gandalf, mi familia me seguirá a cualquier sitio. Y aunque lo último que quiero es que corran peligro, será mucho peor que sufran el peligro del posible regreso de la Oscuridad. Si es necesario, Arwen, Eldárion, Isil y Alatáriël, ésta última sin enterarse mucho, me seguirían a cualquier lugar.
-Si lo crees así, que así sea. Pero hemos de comunicárselo. Mandaré buscar a la Compañía, a tu familia, a Éomer, a Éowyn y a Faramir-dijo Gandalf.
Por suerte para todos, Éomer se encontraba en los lindes de Minas Tirith, ya que había sido informado del nacimiento de la hija del Rey, que llegó con el amanecer del día segundo después de su regreso a Rohan. Con la llegada de Éomer, se celebró de nuevo una reunión, en la que Aragorn y Gandalf iban a exponer su decisión.
Cuando todos estuvieron reunidos, se sentaron en una mesa dispuesta enfrente del sitial de Aragorn. Faramir ocupó su lugar debajo de él como Senescal, y Gandalf permaneció de pie junto al trono. Éste último comenzó a hablar.
-Después de los acontecimientos que hace apenas semanas ocurrieron en Aman, se ha debatido qué hacer. Los Pueblos Libres se encuentran frente a una amenaza. No sabemos quién lidera a esas criaturas, pero no es difícil imaginarlo. Los Valar nos han llamado a Concilio, y debemos acudir. Pero no sin la autorización del Rey-con esto miró a Elessar.- ¿Aragorn?
-Quería hacer una petición-dijo Aragorn-A mi familia. Arwen, Eldárion, Isil, Alatáriël. No quiero que vuestra vida corra peligro. Pero si nos arriesgamos a una nueva guerra contra un Poder desconocido, será mucho más difícil evitar el peligro. ¿Vendréis conmigo, u os quedaréis aquí? No quiero que Alátariël pase sus primeros meses sin su padre, si un miembro de su familia.
La sala quedó en silencio, y la familia de Elessar le miraba. Arwen se levantó y lo miró a los ojos.
-Una vez más has hablado con sabiduría, Elessar. Y creme, lo último que quiero es ver destruido y gobernado por el Mal la tierra donde elegí vivir y morir junto al hombre que amo. Que así sea. Partiremos contigo-dijo Arwen esbozando una sonrisa.
Esta sonrisa fue bien recibida por el Rey, y devuelta a Arwen.
-Bien, bien. Después de zanjar este asunto, ¿queda alguien que se oponga a acudir al Concilio?-preguntó Gandalf.
Nadie se opuso.
-Bien, pues así queda decidido. Todos partiremos, y tendremos como portavoces a Aragorn por el pueblo de los Hombres, los Segundos Nacidos; Gimli por el pueblo de Durin, Samsagaz Gamyi por los Medianos y yo mismo por los sirvientes de los Valar, los Maiar. Ahora, Faramir, Éowyn, Éomer, Aragorn, venid, hemos de decidir la ruta que tomaremos. ¡Los demás descansad! Partiremos pasado mañana-dijo Gandalf, y con esto extendió un mapa de la Tierra Media sobre la mesa.
Se decidió que seguramente la mejor ruta era por barco, aunque se arriesgaban a los ataques de esas criaturas. Pero así se decidió. Era arriesgado entrar en Lindon por el golfo de Lune, y llegar así a los Puertos Grises. No. Irían hasta Dol Amroth, donde tomarían una pequeña flota de barcos, bordearían la Tierra Media hasta la desembocadura del Aguada Gris, y allí continuarían a caballo o a pie por Minhiriath, para después cruzar el río Brandivino y llegar a Harlindon. Les acompañaría una pequeña tropa, unos cien caballeros bien armados.
El día que partieron tuvo un precioso amanecer. Justo antes de partir, mientras empaquetaba sus cosas, Eldárion observaba atentamente la salida del sol. Iba a ir muy lejos. Lejos de su hogar. Realmente era lo que siempre había deseado, había soñado ser como sus antepasados. La verdad es que había salido pocas veces de Gondor, pero una de ellas había avistado los Argonath, las grandes estatuas de los primeros Reyes. Había contemplado la llegada de un nuevo día que se desperezaba entre las dos estatuas, con Rauros al fondo. Pero parecía que a su padre no le había gustado demasiado retornar allí. Debió ser por una aventura en la Guerra del Anillo. Había oído que el hermano de Faramir había muerto cerca de allí… ¿Sería por eso?
Salieron cuando el sol se había desperezado del todo, y estiraba sus brazos entre los árboles y montañas. El camino hasta Osgiliath lo hicieron a caballo. Los hobbits montaban poneys, Legolas llevaba a Gimli en su caballo, Eldárion e Isil compartían uno también. Gandalf montaba a un majestuoso Sombragrís, Arwen (que llevaba en brazos a Alatáriël) un semental gris, y Elessar un robusto caballo marrón. Cuando llegaron a Osgiliath, allí les esperaba Faramir para darles la despedida, ya que él llevaría el gobierno y capitanía de Gondor y sus ejércitos hasta que el Rey Elessar volviera.
-Mi señor, id tranquilo. Gondor está a salvo-dijo Faramir.
-Ya lo sé, amigo-dijo Aragorn, dándole un abrazo.
Y así partieron de Osgiliath, en un pequeño barco no mayor que uno de los barcos corsarios que Aragorn y sus compañeros. El Árbol Blanco de Gondor ondeaba en la bandera azul que eran las velas. El barco avanzaba rápido, pues el viento era favorable, y se deslizaba por la transparente superficie del Anduin rápida y limpiamente.
La primera noche, cuando todos dormían, Frodo salió a la cubierta a mirar la noche. Se acercó a la borda, y allí sorprendió a Sam observando las fronteras de Mordor, negras como el azufre.
-¡Sam! ¿No deberías estar durmiendo?-dijo Frodo acercándose a él y dándole una palmada en la espalda.
-Señor Frodo…Sí, debería estar durmiendo. Pero estoy inquieto-dijo.
-¿Por qué mi querido amigo? ¿Son las fronteras de Mordor lo que te inquieta?-dijo Frodo.
-En cierto modo sí…Recuerde que la parte más difícil y peligrosa, por no decir dolorosa fue aquí, cerca de la Encrucijada. Pero hay otra cosa…-Frodo lo miró-Dos cosas en realidad. Una es mi hija Rosita. Tenía que haber llegado el día del nacimiento de la pequeña Alatáriël. Pero no fue así. ¿Qué les habrá pasado a los enanos? Y lo otro es que me estremezco…Solo de pensar en que un nuevo Señor Oscuro resurgirá, y que todo lo que hicimos será en vano.
Frodo quedó un rato cavilando. Al fin miró a Sam, y le dijo:
-Sam. Si hay una cosa que he aprendido de mis viajes y los de Bilbo, es que los enanos no se rinden fácilmente. Tu hija está viva. Y en cuanto al Señor Oscuro…Nada sería en vano Sam. Tú, yo, y el resto de la Compañía nos deshicimos de los medios que Sauron tuvo hace veinte años para destruirle. Y eso ha dado veinte años de paz, donde nacieron niños, y la gente fue feliz. ¿No te has fijado en Aragorn? ¿Recuerdas algún día de la Guerra del Anillo, aún cuando fue coronado, que esbozara una sonrisa? Pero Arwen volvió, y él venció sus miedos, la desposó y los dos monarcas han dado veinte años de gloria al Reino Unificado. Sam, no fue en vano. Cumplimos con nuestra misión. Y si ahora viene otra guerra…La enfrentaremos, viejo amigo-dijo Frodo.
El viaje duró un par de escasos días, ya que el barco, como ya se ha dicho antes, avanzaba con mucha rapidez. Llegaron a Pelagir al amanecer del segundo día después de que partieron. La ciudad bullía de actividad aquella mañana. No se detuvieron ni dos horas allí. Marcharon con una pequeña compañía de caballería, unos diez hombres, y se dirigieron hacia Dol Amroth. Nada se sabe de cuantos días tardaron en llegar, pues poco se guardó en los archivos de este viaje. Al fin un día llegaron, y fueron conducidos a los recintos del Príncipe de Dol Amroth.
Imrahil los recibió en la sala principal del palacio, y pidió que sirvieran comida para todos.
-Imrahil, supongo que estarás enterado del retorno de Valinor a las Esferas del mundo-dijo Aragorn mientras saboreaban un hojaldre.
-Sí, así es mi señor. Me apena y horroriza a la vez. Si ya Sauron era terrible, no quiero ni pensar quien será el que envío semejante hueste desde el Vacío…También fui informado de vuestro viaje a Lindon, y ya tengo a bastantes caballeros de Dol Amroth preparados, junto con tres navíos seleccionados entre los mejores-respondió Imrahil
-Hantale, Imrahil-dijo Aragorn sonriendo al Príncipe.
La estancia en Dol Amroth fue corta, y al cabo de dos días ya estaban preparados para partir.