La historia de Celebfin y Feiniel
La quinta de las grandes Guerras de Beleriand resultó ser desastrosa, ya que se perdió la vida de muchos Hombres, Elfos y Enanos. El rey Fingon no regresaría jamás a Gondolin la bella, Azaghâl no regresaría al reino Enano de Belegost, y finalmente Húrin aún permanecía cautivo en Angband escuchando las mentiras de Morgoth.
Cuando el poder de Morgoth era abrumador, muchos Elfos decidieron abandonar la Tierra Media por miedo, pero sin embargo los que permanecieron, lo hicieron porque en el fondo de sus corazones pensban que aún había esperanza, mientras Gondolin permaneciera oculta a los ojos del enemigo. Morgoth, que aún se sentía humillado por el robo del silmaril a manos de Beren, decidió ir a tenderle una emboscada, pero no a él, sino a Lúthien, ya que Beren iría
detrás de ella y entonces Morgoth lo aplastaría.
Sin embargo, se cuenta en muchas canciones y leyendas la historia de Celebfin y Feiniel. Feiniel era una Elfa, de los Noldor, una de las más hermosas sobre las que hayan pisado Arda, ya que era de un gran parecido con Lúthien y muchos la confundían con ella. Vivía en Nargonthrond con su hermano Mearenthil, un gran guerrero Elfo al que solo le importaba la batalla y su honor, pero defendía a su hermana a toda costa. Celebfin era un Elfo Noldo, familiar de Maedhros por parte de padre. Era alto y tenía una gran melena dorada a la luz del Sol. Esgrimía un arco hecho por el mismo en su tiempo libres y además también llevaba un pequeño cuchillo que utilizaba para cortar ramas de los árboles. Vivía anteriormente en Nevrast y hace algún tiempo salió de allí en busca de su hermana en Cirith Ninniach, llevando una vida errante. Y muchos Elfos de su región no le miraban anteriormente con buenos ojos por ser un familiar, aunque sea lejano, de un hijo de Fëanor, pues su padre era hijo de Celegorm. Su madre se llamaba Näniel y debido a la codicia de su marido decidió cruzar el gran mar porque tenía el presentimiento de que se produciría otra matanza de hermanos. Era un buen cazador y en muchas ocasiones iba solo y traía mas piezas que el resto de comunidad. Un buen día mientras estaba al acecho de algún ciervo desprevenido vio pasar por el bosque a una pequeña compañía de Elfos. Iban todos armados. Celebfin arrastrándose se acercó lo suficiente como para ver a una mujer Elfa que iba en la delantera de la compañía y Celebfil tan fascinado quedó que se dijo a sí mismo en voz baja:
- Es igual que una estrella en una noche de verano brillando, y que ni el mismísimo Morgoth pudiera soportar ver tanta belleza. Su nombre era Feiniel y era de una gran belleza que muchos la confundían con la mismísima Lúthien. Tan prendado se quedó observándola que no se dio cuenta de que justo detrás de él había dos arqueros Elfos apuntándole con una flecha cada uno.
-No deberías estar aquí, podían confundirte con un ojeador del enemigo y abatirte a flechas sin moverse. ¿Quién eres y qué haces entre los matorrales?- preguntó el Elfo que llevaba consigo también una espada manchada de sangre negra. Su nombre era Gilrod.
-Mi nombre es Celebfin y estaba cazando por estas tierras hasta que oí vuestros cantos, rápidamente fui a ver de quien se trataba. Nada más.- dijo con un tono severo y tranquilo.
-Se ve que dices la verdad, aún así sería conveniente que vinieras con nosotros ya que hay patrullas de orcos no muy lejos. -¡¡Ay!! -dijo con un tono melancólico. - En verdad nos esperan años peores que el de la Nirnaeth, pero nuestra presencia en este mundo tiene los días contados. Venimos desde las cercanías del reino de Nangonthrond y nos vamos hasta las desembocaduras del Sirion para abandonar la Tierra Media, ya que Morgoth ha ganado su guerra.
-Debemos irnos ya - dijo el otro Elfo que todavía seguía portando la flecha en el arco.
-Te llevaremos hasta las cercanías de tu hogar y luego completaras el recorrido a tu hogar sólo.
Los tres se pusieron en marcha y al llegar a la hueste se sorprendió Celebfin de que ningún Elfo se había dado cuenta de su presencian, ni siquiera le observaron, algo que a él le tranquilizo. Enseguida miró al frente haber si veía a aquella mujer de la que se había quedado hechizado por su belleza, no podía quitárselo de la cabeza, necesitaba verla. Al fin logro observarla, pero en ese mismo momento Gilrod se le acerco y le dijo:
-Esa mujer a quien miras es Feiniel y es hermana de Mearenthil, nuestro jefe. La llevan a Vinyamar, en busca de los barcos que la llevaran a Valinor. Huye de estas tierras por miedo al enemigo ya que nuestra derrota es casi absoluta.
-Pero aún hay esperanza, nuestros hermanos del Oeste vendrán a ayudarnos y derrotarán al enemigo del Norte- dijo Celebfil con una tranquilidad que parecía que decía un hecho que de verdad podría ocurrir.
-Ojalá los Valar hayan escuchado tus suplicas, pero nuestros errores del pasado todavía siguen presentes- dijo Gilrod con un tono serio.
Siguieron avanzando durante toda la tarde por un camino pedregoso y con una pendiente considerable. Por orden de Mearenthil decidieron hacer un pequeño descanso al pie de una pequeña explanada en la orilla de un pequeño lago.
El día transcurrió nublado, y muy pocas veces salía algún que otro rayo de sol aislado, pero en los corazones de los eldar la oscuridad les oprimía y su deseo era llegar a Vinyamar cuanto antes, aunque estaban informados de algún asentamiento orco en las profundidades del bosque que estaban próximos a ellos.
Era ya plena tarde cuando algo les sorprendió a todos, un Elfo vino corriendo y avisó a todo el campamento que estuvieran preparados que una hueste de orcos les iban a atacar. Rápidamente se pusieron todos armados, Gilrod avisó a Celebfil y le dijo:- Nos serías de gran utilidad si nos ayudaras, ¿eres un buen arquero, no?
-Si, pero cazando animales desprevenidos en el bosque- dijo con el rostro dubitativo- pero....No hay tiempo que perder, ¡vamos!- dijo Gilrod.
Rápidamente se prepararon y Mearenthil les deseo suerte y que no lucharan solos. Permanecieron intactos durante un rato y aquello les pareció una eternidad, ya que solo oían los gritos de los orcos.
Celebfin esgrimía el arco tenso y estaba nervioso ya que nunca había visto a un orco demasiado cerca. Pero de repente hubo una pequeña lluvia de flechas. Hubo una pequeña lluvia de flechas que pillaron a algunos Elfos desprevenidos. Los orcos eran incontenibles y de los ciento veintiséis Elfos que habían empezado la batalla ahora quedaban ciento nueve. Los orcos eran muy superiores en número pero solo llevaban una pequeña cimitarra y muy pocos de ellos llevaban hachas. Los Elfos arqueros iban retrocediendo poco a poco debido a la insistencia de los orcos y cada vez había mas cadáveres de orcos pero ellos seguían avanzando. Su objetivo era llegar hasta la tienda principal donde estaba Feiniel, pero los orcos pensaban que estaba allí Lúthien. Pero sucedió algo que cambiaría el curso de la contienda; un grupo pequeño de orcos irrumpió por detrás de la tienda y mataron a sus guardianes con mucho sigilo y cogiendo a Feiniel la amordazaron y se la llevaron consigo rumbo al Norte. En ese momento los orcos que estaban en el campo de batalla se dieron la vuelta y huyeron. Quedaron unos doscientos orcos con vida. Los Elfos aturdidos pensaron en un principio que su ataque había sido en vano, ya que apenas avanzaron pero oyeron un grito de Mearenthil gritando Feiniel. Varias veces gritó hasta que cayó de piernas y clavando su espada ensangrentada se puso a llorar e rabia. Feiniel había sido raptada. Celebfil había demostrado en el enfrentamiento un buen uso de la espada y del arco ya que había matado a catorce orcos. Cansado por la lucha limpió su espada ensangrentada y corriendo fue a socorrer a los heridos.
Mearenthil lo único que pensaba era ir detrás de ellos y destruir a todos los orcos que aún quedaban. Ordenó cavar fosas para los Elfos caídos y darles una despedida con honores. A la multitud de orcos los amontonaron en una pila y decidieron quemarlos y tan alto llego el humo que desprendían que se vio en muchas regiones; desde las tierras de Dor-Lomin hasta el largo
estuario de Dergrist. Cogió su espada ensangrentada y su yelmo y decidió ir al rescate de su hermana. Pero en ese momento su ayudante fue a donde él y le dijo:- Iremos contigo a donde sea, pues tu ni nadie es capaz de luchar contra una multitud d orcos despiadados- dijo Arethel, que era su nombre.
-No- dijo con tono muy serio y con los ojos encegados de ira.- Es mi hermana y muy extraño ha ocurrido para secuestrar a mi hermana y yo lo voy a descubrir.
Pero en ese momento Mearenthil descubrió a un Elfo que nunca había visto y se dirigió a donde el y le pregunto: - ¿Quién eres? y ¿Qué haces en nuestra compañía?. Celebfil sorprendido por la corpulencia del Elfo le respondió con el semblante serio y sin mostrar ningún tipo de temor:- Mi nombre es Celebfil, hijo de Celegorm, que a su vez es hijo del gran Fëanor-. En ese momento la figura de Mearenthil pareció empequeñecerse y la de Celebfil aumentar. Durante un tiempo pareció el mismísimo Fëanor regresado de las estancias de Mandos.
Entonces Mearenthil convocó a todos sus Elfos que le siguieran, y el que no quisiera ir les recomendó que fueran hasta el lago Ivrin y desde allí todo recto hasta el monte Taras.
Al final se quedaron siguiendo a Mearenthil ochenta y siete Elfos. Antes de partir se acercó a Celebfil y le dijo:- Has demostrado ser un buen guerrero y leal con nosotros. Como muestra de mi agradecimiento te pediré un favor; y en ese momento Celebfil dijo: -Quisiera conocer a la mujer que raptaron y que parece ser tu hermana. Entonces propongo ir a ayudaros y cuando hayamos acabado el camino quiero que me indiquéis el camino hasta Cirith Ninniach- dijo Celebfil
-Así será tu promesa- dijo Mearenthil. Decía la verdad ya que sus ojos mostraban el aprecio que mostraban hacia el joven Elfo, aunque no sabía nada de su pasado y sabía que quería conocer a su hermana Feiniel pues Celebfil se había enamorado y ahora necesitaba verla cuando sea.
Se pusieron en marcha y dejando los cadáveres enterrados con grandes honores. Bajaron por una pendiente no muy pedregosa y corrían, pues los orcos les echaban mas de medio día pero la compañía de Mearenthil sabía que los orcos iban a Angband y sabían que ruta tomar para poder seguirles mientras el sol esté debajo de ellos. Eso era una gran ventaja , pero tenían una gran desventaja, sabían que poco antes de llegar a los bosques septentrionales situados al noroeste de Doriath les esperaban una compañía muy numerosa de orcos y orientales y que ellos mismos no podían hacer frente en el campo de batalla.
Durante toda esa tarde y esa noche corrieron sin descanso y cada vez estaban más cerca de los orcos, pues oían sus gritos y sus pisadas, pues hábil es el don que Ilúvatar les dio a los primeros nacidos; el oído era fino como el de una bestia y la vista como el de una ave que vuela a cien metros y ve todo los movimientos de su presa.
Las dos compañías, tanto de Elfos como de orcos, iban bajo las imperantes montañas de Ered Wethrim y el sol causaba estragos entre los orcos, porque algo de esperanza reanimó aún más el corazón de los eldar. Siguieron corriendo hora tras hora, mientras Mearenthil les daba ánimos: -¡¡Vamos, vamos hermanos!!. Oscura será la noche pero iluminado es nuestro día en el que saldremos victoriosos de nuestro enfrentamiento con las huestes de Angband. Mientras los orcos viendo que el cansancio les había vencido decidieron y uno de ellos que era supuestamente el capitán de la banda dijo:
-Nos quedaremos aquí y les haremos frente pues somos superiores en número y además tendremos refuerzos al atardecer.-
-Pero ,¿y si no vienen?, los Elfos son aguerridos y están dispuestos ante todo. Se trata de Lúthien, toda Beleriand anda ahora detrás de ella y si nos encuentran no tendrán misericordia para nosotros.-
En ese momento Feiniel se dio cuenta de los sucedido, la habían confundido con Lúthien, la hija de un rey Elfo. Entonces muy suave se rió para que no la oyeran los orcos.