El Diario de Droggo Tunelo
Era una noche bastante tormentosa, las ráfagas de viento mezcladas con lluvia azotaban el tejado del Descanso Real pero todo dentro del sólido edificio se mantenía quieto y calmo. Como bien dije, todo estaba quieto y calmo, el hogar calentaba la habitación en la que solo estabamos nosotros y un par de lugareños que no se animaban a aventurarse hasta sus hogares. De repente, como rompiendo el hielo generado entre nosotros por aquella anterior discusión; Thallow, nuestro líder habló:
-No dudemos más. Vamos a separarnos, cada uno tomará su camino para bien o para mal. Yo me dirigiré hacia Gondor, a Lamedon, mi país natal a descansar y no quiero que nadie me acompañe, no quiero más aventuras...
Se calló al darse cuenta que los lugareños lo miraban azorados, el tono de voz del poderoso guerrero iba creciendo al igual que su enfado; en la última aventura un troll casi mata a Gwalin, el viejo enano, y desde allí todo comenzó a ir mal.
Todos creíamos que era una de las típicas peleas de grupo, pero estas últimas palabras puedo asegurar, quedaron repitiéndose en nuestro interior una y otra vez. No estaría mal volver a casa un tiempo y descansar, pensé, pero en el mismo momento miré a mi alrededor y ví a mis amigos, los años de amistad y comenzé a recordar todas las aventuras que habíamos vivido juntos. Thallow se había tranquilizado y estaba bebiendo su cerveza cuando un ruido interrumpió mis pensamientos:
La puerta del salón se abrió y se cerró repentinamente y Ham Torrente, el posadero, que estaba dormitando en otra mesa, casi se cae del susto. Una muchacha de dorada cabellera había entrado en la posada, sus vestiduras de seda estaban completamente empapadas y sus coloradas mejillas resaltaban en el blanco de su rostro. Se sentó de espaldas a nosotros y el mesonero corrio a atenderla.
-¿Qué deseas que te sirva Holly? -dijo con extraña tranquilidad el hombre.
-Brandy, por favor. Dijo ella casi llorando.
Sorprendido, Ham corrió a la cocina mientras la puerta se abría una vez más y nosotros veíamos el brillo de una cota de mallas debajo de una capa mojada. Un hombre alto, bien parecido y armado entró al salón comunal, dió un vistazo alrededor y se sentó en la mesa con Holly.
-Ya te he dicho que no quiero verte más -dijo ella mirando hacia el suelo.
-Y yo ya te he dicho que apenas me lo permitan mis obligaciones dejaré mi trabajo un tiempo para unirme a ti en
matrimonio y formar una familia como habíamos planeado.
Ella no respóndio. La puerta de la cocina se abrió y el posadero salió de ella. Sorprendido por el nuevo huesped depositó la jarra en la mesa, frente a Holly y con una reverencia dijo:
-¡Señor Meneldir! Es un honor tenerlo aquí de vuelta, ¿quiere algo para tomar?.
-No gracias señor Torrente-respondió-, ya basta de cumplidos.
El posadero a medio ofender se deslizó hasta una mesa y se quedó allí sentado casi
dormitando otra vez más.
-Todos eso son sueños pasados, todo se acabó -dijo la muchacha bebiéndose
la jarra de un empellón y sonrojándose aun más debido al fuerte Brandy.
-No es un sueño, lo hemos planeado hace tiempo y hace tiempo que venimos esperando,
no lo echemos a perder –dijo Meneldir en tono amable.
-Ya basta no quiero casarme contigo, ya no quiero.
-¡No seas necia! –dijo el caballero mientras se ponía de pié. Su rostro estaba encendido, encendido por la necedad de la muchacha, Holly.
De repente, como un rayo, Thallow que había permanecido inactivo observando, saltó de su silla y apartando con su brazo izquierdo a Meneldir dijo:
-El necio es usted, caballero. ¿Qué no ha oido que la señorita no desea vuestra comapañía?
Esta era una reacción típica en Thallow, pero este tal vez no sabía que se enfrentaba al jefe de la guardia, un muy experimentado guerrero... Quise advertirle, pero como sabía que sería ínutil callé.
-¿Y usted quién se cree que es para entrometerse de esta forma en mis asuntos?.
-Yo soy Thallow hijo de Tharcil de Gondor, de Lamedon y os recuerdo que no son vuestros asuntos, son los de la dama –dijo nuestro altivo jefe llevando su mano a la empuñadura de su espada.
- ¡Con que así desea resolverlo Thallow de Gondor! –dijo Meneldir en tono burlesco mientras echaba mano a su espada.
Thallow también desenvainó y apartó una mesa de su lado. Ham Torrente, que ahora estaba más despierto que nunca, temblaba y transpiraba mientras les pedía inutilmente que se calmaran.
-Por entrometerte -dijo Meneldir mientras su espada trazaba un circulo en el aire.
-Por entrometerme -dijo Thallow que con facilidad interpuso su arma e interceptó
a la otra evitando un golpe mortal en la cabeza. Ambos hombres se miraron a los ojos. Estaba claro que no había sido más que un amago, una prueba... por ambas partes. Yo conocía a ambos hombres y su gran habilidad con las armas; no sabría decir quien pudiera haber ganado el duelo.
En ese momento, entre sollozos y balbuceos, Holly salió corriendo del salón chocando todo a su paso y azotando finalmente la puerta tras ella. Thallow se giró y fue hasta su habitación.
Ignorando nuestras imploraciones, esa misma noche nuestro líder juntó sus cosas, se despidió de cada uno de nosotros y se alejó bajo la lluvia, por el Viejo Camino del Norte,
hacia el sur, hacia sus pagos, Gondor...
Meneldir seguía abatido ante una jarra de cerveza. No dejaba de agitar la cabeza y de murmurar, quizás hablando con él mismo. Gwalin, Frugmar y Gelmir me miraban inquisitivamente. Estaba claro que esperaban contase todo lo que supiese al respecto. Comencé ha hablar en voz baja y los tres se acercaron más a mí. Les dije que la muchacha llamada Holy era la mujer más deseada de Bree y que todos los solteros la cortejaban y muchos perdían la cabeza por ella. Pero el único hombre que parecía interesar a la muchacha era Meneldir, el capitán de la guardia. Ese hombre alto y fuerte era el héroe del pueblo. Todos sabían que era un famoso caballero y heroe de guerra, que pasaba su retiro voluntario como jefe de la guardia. Y cumplía emcomiablemetne su labor. Él tambiémn acabo cortejando a Holy y la mujer parecía hacerle caso. Además, los padres de la chica, que eran los Matoso, los granjeros más ricos del pueblo, veían con buenos ojos al bravo guerrero como yerno.
Eso era todo lo que yo sabía en ese momento. Lo que hubiese ocurrido en los últimos dos años lo ignoraba.
Una vez hube acabado la historia volví a mirar al caballero. Seguía bebiendo. Finalmente decidí entrometerme.
Me acerque a su mesa y esperé a que me viese. Sus ojos enrojecidos bizquearon levemente cuando se clavaron en mí. Al principio pareció no reconocerme, pero finalmente exclamó:
-!Droggo Tunelo!, no te había visto. Me alegro de que hayas vuelto al fin, pero no es este el mejor momento para hablar, pues me apetece estar solo.
Meneldir se levantó tambaleante y salió al exterior, bajo la tormenta. La curiosidad pudo de nuevo conmigo. Lo seguí en silencio. Me parecía que nos dirigíamos hacia su casa cuando de una calle oscura surgió un personaje de aspecto peligroso, oculto con capa y capucha oscuras y con una pesada hacha colgando de su cadera. Su voz resonó como un trueno:
-¡Bien, cobarde! ¿Has decidido ya si te batiras conmigo o tendré que matarte como a un perro?.
Meneldir se puso tenso y echó mano a la espada, pero no desenvainó.
-No; no lucharé contigo. Y ahora vete antes de que llamé a mis hombres y te encarcele.
-Bien, veo que eres un cobarde como supuse. Seguramente mataste a mi hermano apuñalandole por la espalda...
El rostro del capitán se crispó ante la insinuación, pero sus palabras no lo delataron.
-Tu hermano tuvo una muerte justa en liza, quizás más de lo que merecía un secuaz de Angmar. Te lo repito: vete de este pueblo o mañana estarás en prisión. No acepto tu reto.
El encapuchado se llevó la mano bajo la empapada túnica y mostró un trozo de tela. Era un fragmento del vestido de Holy.
-Si deseas volver a verla, te espero mañana en el gran sauce a quinientos pasos al sur de Chet. Allí te esperaré.
-¡Perro, si le haces daño lo pagarás!.
-!Y si me tocas aquí pagará ella!, no soy tan estúpido como para atacarte en un lugar donde pueda aparecer la guardia. Bien, ya sabes. Y si intentas algo o te llevas a tus hombres... ella morirá.
Al día siguiente la tormenta no había amainado y seguía descargando su furia. Aun así, el capitán de la guardia partió solo y sin dar explicaciones. Sus pasos lo llevaron al dicho claro cerca de la vecina aldea de Chet.
Allí lo esperaba el siniestro personaje, vestido con una armadura de escamas de metal y con un pesado yelmo con cubrenuca de mallas. Atada a un gran árbol cercano estaba Holy, vigilada por otros tres matones. La muchacha observaba con el rostro lleno de temor.
-Veo que finalmente has venido, a pesar de tu miedo de enfrentarte a mí.
-No es el miedo lo que detenía mi mano, si no el amor. Abandoné el ejército buscando algo de paz y tranquilidad y cuando el rey me dio mi actual puesto me pareció perfecto. Estoy cansado de luchar. Ya he visto suficientes muertes...
-!Entre ellas la de mi hermano!.
El hombre de negro avanzó unos pasos.
-Si venganza es lo que buscas, venganza tendrás. Toma mi vida y déjala marchar.
-¿Cómo?¿no piensas luchar?. El hombre parecía estupefacto.
-No. cuando recibí tu mensaje me dispuse a aceptar, lo admito. Pero como ya te dije, preferiría acabar mis dias en paz como granjero que verme envuelto en otra lucha.
El apuesto rostro de Meneldir estaba lleno de pesar. Su mirada se dirigía hacia Holy, que lo miraba con lo ojos muy abiertos. La muchacha parecía querer decir algo, pero una mordaza se lo impedía. El cabalero continuó.
-Si estoy aquí es por ella y por nada más. Vine a Bree buscando descanso y una nueva vida... pero ya nada importa. Déjala ir.
-¿Así de fácil?.
El siniestro guerrero parecía bastante incrédulo.
-Tienes mi palabra. Libérala y no me defenderé.
Holy intentaba soltarse, se debatía furiosamente pero era inutil. Lloraba amargamente. Y yo podía verlo, pues me había acercado al arbol sin el más minimo ruido, y es que lo hobbits somos muy silenciosos cuando nos lo proponemos.
Bueno, he de admitir que llevaba un tiempo esperando y que había visto llegar a los matones con Holy amordazada, pero yo solo no podía hacer nada. En ese momento me arrepentí de no haberle contado nada a mis compañeros antes de que se fuesen rumbo a sus hogares, pero su falta de cautela podría poner en peligro a la doncella. Entonces vi como el rival de Meneldir esgrimía su hacha y la sopesaba.
-Bien, sea así. Sinceramente, pensé que sería más dificil. He de admitir que esto es una sorpresa bastante agradable...
Rápido como el rayo arrojó una daga a Meneldir. La hoja lo hirió en el brazo derecho y la sangre manó abundante. Eso era más de lo que yo estaba dispuesto a soportar. Apunté con mi arco mientras escuchaba las palabras del malvado.
-¡Ja,ja,ja!, herido como estás no podrás vencerme y sabras que ni si quiera has podido salvar a esta mujer que tanto parece importarte. Antes de matarte te diré solo una cosa: nos divertiremos mucho con ella antes de que la degollemos...
Si parecía que las cosas no podían ir peor me equivocaba. La cuerda de mi arco se partió, impidiendome un disparo certero. Desenvainé mi daga y me acerqué a Holy. Sus captores estaban más pendientes al combate que de ella.
Meneldir rodó por el suelo para evitar un golpe de hacha; se levantó con la espada en la mano, pero con el brazo herido llevaría las de perder y su rival lo sabía pues se limitaba a defenderse de los envites del capitán de la guardia, esperando que la pérdida de sangre lo debilitase y menguase la fuerza de su brazo.
Cuando estuve cerca de la muchacha tiré de sus ropas y le hice una señal para que guardase silencio. Corté sus ligaduras y le señalé un buen escondite. Pero ella tenía otro plan. Se quitó la mordaza y gritó:
-¡Meneldir! oh Meneldir... !lo siento! no os dejeís matar por mí, defendeos os lo ruego. Os amo y quisiera poder casarme con vos, ¡os eximo de la palabra que me disteis! ¡luchad si de verdad me quereis!.
Los hombres que la vigilaban se giraron prestos y se encontaron con un hobbit armado y dispuesto a defender a la muchacha. Quizás podría haber vencido a uno... pero a tres a la vez... yo tenía mis dudas.
Pero todas se disiparon de golpe cuando una voz potente como un huracán llenó el claro gritando:
-¡Por Gondor!.
Era el grito de guerra de Thallow. Mi compañero saltó delante mía y detuvo el garrote de su oponente con su recio escudo. Tras eso asestó un furioso mandoble y hundió su espada hasta la empuñadura en el costado de su rival, que se desplomó agonizante y con un rictus de sorpresa bajo el yelmo. Mi antiguo jefe se encaró con el otro.
El que luchaba conmigo me arrojó su arma y huyó aprovechando mi sorpresa. Escuché un golpe sordo tras de mi y vi a Thallow sobre el cuerpo derribado de su otro rival. En ese momento, Holy pasó corriendo y se lanzó sobre Meneldir y lo abrazó, mientras el caballero se agarraba el brazo herido. El hombre de negro estaba muerto, con la espada del guerrero profundamente clavada en su pecho.
La muchacha sollozaba en brazos del hombre que amaba y parecían estar hablando en voz baja. Thrallow y yo nos miramos en silencio. La sitación era muy extraña y bastante incomoda. Un carraspeo de Meneldir llamó nuestra atención. Nos miraba algo sorprendido, pero sin duda agradecido.
-Gracias a ambos, Thallow de Lamedon y Droggo Tunelo. Estoy en deuda con vosotros. Espero acepte mis disculpas, hijo de Tharcil.
-No hay nada que perdonar. Quizás me dejé levar por un impulso caballeresco y me metí donde no me llamaban...
Lo curioso era que me miraba a mi mientras decía eso. Entonces dije:
-No hay de que Meneldir. La verdad es que lo seguí cuando salió de la posada y escuché todo lo que le dijo ese tipo... y no podía quedarme de brazos cruzados.
-Yo iba por el camino cuando esos tres rufianes casi me arrollan con sus caballos. Pero me percaté de que de un fardo que cargaban colgaba una hermosa melena rubia y decidí seguir su rastro. El resto, ya lo saben.
-Bien caballeros, he de pedirles un último favor: que no cuenten a nadie lo ocurrido aquí.
-Por lo que a mi respecta, estoy de camino a Gondor, y como dije, no quiero más aventuras...
-Tranquilo Meneldir, guardaré el secreto.
Un par de noches despues me encontraba compartiendo unas copas con Meneldir. Las cosas se habían arreglado con Holy y tenían fecha para su boda. Me alegré por ambos. Hacían muy buena pareja. Bién, Meneldir creía que yo merecía una explicación de lo ocurrido, y estaba en ello. Al parecer, ese tipo siniestro resultó ser el hermano de un famoso guerrero de Angmar al que Meneldir mató mientras estaba en el ejército y lo había desafiado a luchar. Pero Holy lo supo y no quería que se arriesgase por una vieja disputa. Que llamase a la guardia y lo apresase. Pero Meneldir le contestó que se debía a su honor y el hombre quería un duelo justo. Holy entonces vió que podría perder al hombre que amaba y se derrumbó. Le dijo que no le amaba por que él no la amaba a ella y prefería su honor que el amor de ella. Si de verdad la amaba debía dejar el reto sin contestar. Comenzaron a discutir y Holy salió corriendo hacia la posada con Meneldir tras ella. Y bueno... eso ya lo he contado.
-Por eso estaba dispuesto a dejarme matar si la soltaban. Si luchaba, le estaría diciendo a ella que no la amaba y eso sería mentirle.
-¡Pero muerto la perdería!.
-Si hubiese levantado mi espada sin su permiso habría roto su confianza. Al menos ella habría estado segura de mi palabra y de que cada vez que le dije que la quería era cierto. Seguiría vivendo con ese recuerdo al menos. Hasta que no vi la traición, no ataqué.
-¡Que complicado es ser un caballero!. Por suerte yo no soy más que un hobbit normal y corriente.
Meneldir rió sonoramente y me dijo:
- Señor Tunelo, usted es cualquier cosa menos un hobbit corriente...