NOTA DE LA AUTORA:
De los hobbits siempre nos vienen relatos que nos hablan de su alegría, de sus gustos, y de cómo ven ellos la vida. El amor es para ellos un sentimiento inocente ya que los hobbits cuando escogen a alguien, su amor es para toda la vida y eso es algo que nuestro querido profesor Tolkien nos dejó claro.
Pensando como adaptar una historia de amor a los hobbits me di cuenta que ellos son los seres más tradicionales que en cuanto asuntos del corazón. Así que decidí que mi historia se centraría en un hobbit diferente a los demás; Frodo Bolsón. Si Frodo se enamoró es un misterio, pero si lo hizo, seguro que fue algo especial y con alguien especial. De esta forma su historia sería, como él, fuera de lo común.
P.D: Antes de leer el relato quería dejar claro que pueden existir pequeños fallos y espero que no les den importancia. A parte de eso quería avisar también que gracias a otros relatos de la sección he encontrado inspiración para hacer la historia y espero que no se enfaden sus autores. Espero que les guste.
LA PRIMERA HERIDA
Frodo Bolsón y Manzana Tallabuena se conocían de siempre, es más les encantaba pasar todo su tiempo libre juntos. Él era el sobrino del viejo y rico Bilbo Bolsón, un aventurero donde los haya. Algunos solían criticar a Frodo porque parecía ser que era como su tío, un bicho raro. Le encantaba leer y soñar que algún día sería un héroe y viviría muchas aventuras. Ella era la hija del matrimonio formado por Azucena y Togo Tallabuena, que se dedicaban al cultivo de tabaco. Eran una familia tradicional y acaudalada que solían desposarse con Bolsones o Tuks. Además de Manzana tenían otra hija mayor; Lily Tallabuena. Pero mientras su hermana ya una buena esposa y madre, Manzana seguía fantaseando con que sería una princesa y vendría su príncipe azul a buscarla. Y mira por dónde encontró su compañero ideal en Frodo, porque ambos adoraban los libros y no tenían pensamientos de casarse y mucho menos de formar una familia. A ellos les gustaba soñar despiertos todo el día.
Pero el destino los separó, ya que la abuela de Manzana se puso enferma y ella se marchó a los Gamos a cuidarla y Frodo no volvió a verla en varios años. El tiempo pasó y Frodo se convirtió en un muchacho bellísimo. No era particularmente alto, pero tenia los cabellos negros como un río de noche y los ojos azules como el océano y brillantes como las estrellas. Frodo aún se encontraba en la “veintena”, como los hobbits llamaban a los irresponsables veinte años si bien ya le faltaba pocos años para cumplir la mayoría de edad, y todas las hobbits de Hobbiton suspiraban por él. Pero Frodo aún tenía en su corazón a aquella hobbit de cabellos rojizos en su cabeza, porque era la única que había logrado comprenderle y no interesarse únicamente en la fortuna de su tío.
Un día alguien se asomó a la posada del Dragón Verde. Era ella, Manzana. Había cambiado. Ahora se había convertido en una preciosa jovencita y ya no era aquella adolescente trenzada y con pecas. Ahora era una muchacha de cabellos rojizos como el sol, rizados al viento, sus ojos eran marrones y su cara bella. Frodo se quedó maravillado ante el cambio de Manzana y sintió como su rostro y su sonrisa atravesaban su corazón. Ella le miró y vio como aquel antaño chaval era ahora un muchacho hermoso aunque no había cambiado mucho de cara y sintió un vuelco en el corazón. Él corrió a saludar a Manzana pero se detuvo de inmediato cuando detrás de la joven entraba otro muchacho, no mucho mayor que él, pero si más alto y robusto. Aquel hobbit le dio un beso y se marchó a la barra. Para su sorpresa, Manzana se acercó a él y le dijo:
- ¡Hola Frodo! – exclamó con la voz temblona y le dio dos besos
- Qué tal Manzana? Cuanto tiempo sin verte! – dijo él, y sin pensárselo la abrazó fuertemente y mientras lo hacía notó el nerviosismo de la joven-
- Bueno, la verdad es que estoy bien, mi abuela murió el pasado mes y he decido volver para ver a mis padres y quedarme una temporada
- Lo has hecho sola? – preguntó Frodo deseoso de obtener una respuesta -
- No, me acompaña mi prometido, Hugo Boffin – dijo señalando aquel hobbit que Frodo había visto entrar detrás de ella – Cambiando de tema, cómo te va la vida?
- Bien, aunque sigo soltero y aún leo libros. Como podrás ver, mi situación es diferente a la tuya, no crees?
- No lo creo porque sé que aún eres aquel chico que se divertía conmigo, años atrás – dijo ella muy segura- Sabes, me encantaría que me prestarás algún libro – dijo ella entusiasmada-
- Claro te dejaré alguno en tu casa cuando quieras
- ¡No! Lo mejor es que me los entregues a mi directamente
- ¿Por qué? – preguntó Frodo extrañado-
- No es por nada serio, lo que ocurre es a Hugo no le gusta que lea porque según él una chica no debe leer tanto ya que se le llena la cabeza de fantasía y como va a quedarse conmigo durante la estancia no me gustaría pelearme con él.
Frodo apenas podía creer lo que oía! ¿Acaso Manzana había cambiado totalmente? Aún así le prometió un libro de aventuras de la Primera Edad y se despidió de ella. Por el camino hacia su casa, Frodo pensaba que no tenía ninguna posibilidad con Manzana y que la única chica que le comprendía ya no podía ser suya.
Pero en realidad Manzana seguía siendo la misma y su imagen exterior poco tenía que ver con lo que ella sentía por dentro. Durante aquellos años había madurado y convertido en una hobbit normal. Ya era toda una mujer hecha y derecha, aunque aún le faltaban cuatro años para alcanzar la mayoría de edad. Tenia un novio sensato e iba a casarse. Pero aunque ella le tenia una gran estima a Hugo, en el fondo prefería a Frodo. Sobretodo ahora que había vuelto a su vida. De alguna manera él había revivido sus fantasías románticas.
Frodo llegó a su casa y allí le esperaba su tío Bilbo. Este notó que su sobrino estaba raro y le animó a que le contara lo que le preocupaba. Frodo le contó su encuentro con Manzana y lo mucho que le había impresionado su vieja amiga de la adolescencia. Bilbo le dijo que la conquistara pero Frodo le contó entonces que estaba prometida. Bilbo tomó aire y dijo
- A veces hijo, cuando uno quiere algo debe luchar para ganarlo.
- Ya tío, pero y si ella no me quiere?
- Entonces debes asegurarte de que no te quiere antes de resignarte a perderla.
Frodo quedó pensativo y finalmente se propuso una meta; conquistarla. Buscó de entre sus libros y escogió uno sobre la historia de amor de un hombre y una elfa, Beren y Lúthien se llamaban. Su tío la había escuchado de boca de Elrond el Medio Elfo, señor de Rivendel y la había escrito tal y como la había oído. En ella, la doncella elfa Lúthien abandonó su inmortalidad élfica por amor a Beren y su destino final fue morir como los humanos. Era la historia de amor favorita de Frodo y pensó que así ganaría un punto a su favor en su lucha por conquistar a Manzana.
Frodo fue al día siguiente a buscar a Manzana y la encontró tirada en el césped leyendo. Sus cabellos resplandecían al sol y él no pudo evitar quedarse quieto a contemplarla. Entonces ella se dio cuenta de su presencia y le llamó. Estuvieron paseando un rato, charlando y riendo, contándose cosas. Y los dos no podían evitar sentirse a gusto el uno con el otro. Se sentaron bajo un árbol y continuaron conversando hasta que fueron interrumpidos por Hugo, que se llevó rápidamente a Manzana. Pero antes de marcharse se acercó a Frodo y con el semblante muy serio dijo:
- No vuelvas a acercarte a mi prometida porque ella ya tiene con quién pasear.
Frodo se mantuvo pensativo porque ganarse el amor de Manzana iba a resultar muy difícil. “No creas que te saldrás con la tuya” pensó finalmente mientras les veía alejarse y discutir.
Pasaron varios días en los cuáles Frodo apenas vio a Manzana. “Hola” y “Adiós” eran las únicas palabras que se habían intercambiado. Pero cuando Frodo ya casi había perdido las esperanzas, Manzana apareció ante su puerta.
- Hola Frodo, antes de nada quiero disculparme por la conducta de Hugo, verás a él no le gusta que me acerque a otros chicos.
- Ya he podido notar que ese te tiene bastante anulada – se le escapó a Frodo –
Lo que Frodo había dicho le dolió a Manzana, que se limitó a agachar la cabeza. Al cabo de un momento volvió a levantarla y con voz firme dijo:
- No he venido aquí para hablar de mi novio, es más Hugo se ha marchado a los Gamos a trabajar y havia pensado en que me acompañaras al Dragón Verde a la fiesta de cumpleaños de Rosita.
- Claro – dijo Frodo casi sin pensárselo – Me encantaría
- Pues date prisa entonces, que llegaremos tarde – dijo ella muy contenta –
Frodo se disponía a ir a su habitación para arreglarse cuando Manzana le cogió del brazo:
- Por cierto, la historia de Beren y Lúthien es preciosa, muchas gracias por dejármela – dijo ella tiernamente mientras le devolvía el librito -
Aquella noche fue memorable. La fiesta fue muy divertida aunque Sam, el mejor amigo de Frodo, que estaba enamorado de Rosita no se atrevió a declarase. Aquella situación hacia mucha gracia a Frodo, aunque él sabía que Sam lo haría, pero en un fecha sin concretar. Manzana y Frodo se sentían muy a gusto en compañía de sus amigos, como una pareja más. Al terminar la fiesta, Manzana acompañó a Frodo hasta su casa y allí pararon:
- Me lo he pasado muy bien – puntualizó Manzana –
- Yo también, sobretodo porque estabas tú – dijo sinceramente Frodo
- Frodo, no me hagas esto, voy a casarme y tu me estás nublando el juicio – dijo temerosa Manzana –
- Si lo hago es porque me gustas y porque... sé que te gusto
- Frodo, yo...
Pero antes de que Manzana digiera algo Frodo se acercó súbitamente a ella y la besó tiernamente a la luz de la luna
- Debo marcharme – dijo Manzana y se desvaneció en la noche –
Pero aquel beso no había sido en vano y a ese encuentro se le unieron varios más. Cierto día, un mes y medio después, Frodo y Manzana caminaban por el bosque y empezaron a juguetear y a correr. Frodo cayó y fingió que se había lastimado, esperando a que Manzana corriera hacia allá. Ella lo hizo y al mirar como se encontraba Frodo, él la sujetó y la tiró a ella también. Revolcándose entre la hierba no paraban de reír, cuando de pronto a Manzana se le escapó su más profundo pensamiento:
- Te quiero
- ¿Qué has dicho?
Manzana se sentó, pues había pensado en voz alta y ella no podía amar a Frodo si iba a casarse con otro hobbit.
- Frodo olvida lo que he dicho, solo a sido un arrebato sin importancia
- No, no ha sido un arrebato, es lo que sientes. Oh Manzana! Si me quieres no te cases por favor!
- No quiero hablar de esto ahora
- No hablemos pues, pero una cosa si quiero, déjate llevar y bésame como nunca me has besado
Manzana le miró fijamente a sus bellos ojos azules y dejándose llevar por la pasión del momento besó apasionadamente a Frodo. Poco a poco se fueron quitando la ropa. Desnudos y solos, fundieron sus cuerpos en uno e hicieron el amor de la manera más dulce. Ya no había marcha atrás porque sus sentimientos se habían desatado.
Como ese encuentro se repitieron miles durante todo lo que quedó de primavera y verano. Durante todo aquel tiempo habían llevado su relación de forma muy discreta y solo Bilbo, Sam y Rosita la conocían y hacían de celestinos para que la pareja se encontrase. Pero el otoño llegó y con él Hugo. Manzana y Hugo se habían carteado durante aquellos meses y ahora él había ganado por fin el dinero suficiente para pagar los costes de la boda y comprar una casa, lo cual implicaba que se encaminaba peligrosamente hacia Hobbiton. Fue así como el tiempo de los amantes iba a acabar a menos que... se anulase la boda. Manzana pensó seriamente en eso y decidió que era lo mejor, aunque temía la reacción de su familia y de Hugo, que la quería a pesar de todo.
Al atardecer, fue a buscar a Frodo. La pareja dio un paseo y se acomodaron en las rocas de una pequeña cascada. En aquel momento Manzana se dispuso a contarle su decisión:
- Frodo, he estado pensando seriamente en lo nuestro y creo que nuestra relación debe tomar un nuevo rumbo - dijo seriamente Manzana -
- No te entiendo Manzana, a que te refieres? – preguntó Frodo un tanto extrañado –
- Me refiero a que pronto vendrá Hugo y yo he tomado una decisión: quiero estar contigo Frodo, no con Hugo y si tu me aceptas en tu casa, me marcharé allí en cuanto pueda.
- ¡Manzana! – exclamó felizmente Frodo – Con esa decisión me haces el hobbit más feliz del mundo. Oh cariño!! Nos casaremos y seremos la pareja más aventurera de la Comarca.
- Eso es lo que pretendo – dijo Manzana con una sonrisa pícara entre los labios
Y allí se besaron apasionadamente bajo un manto de estrellas. Aquella sería la última vez que la pareja haría el amor por que algo terrible pronto sucedería.
Manzana se lo hizo saber a su madre, que no pareció sentarle bien la noticia. A Azucena nunca le había caído bien ni Bilbo ni Frodo, aunque eran parientes suyos porque ella era una Bolsón y por lo tanto prima de Bilbo. Tomó aire y pese a sus quejas iniciales, acabó diciéndole a su hija que hiciera lo que creyera correcto si bien en realidad se oponía a su decisión. Azucena no estaba dispuesta a que su hija malgastara su tiempo con Frodo, que según ella no tenia ningún plan de futuro, ni seriedad, ni madurez. Azucena pensó en una forma de separar a Frodo de Manzana y dio con la correcta, bastaría con una sola visita y ya no volverían a estar juntos jamás.
Azucena llegó a Bolsón Cerrado y tras entrar se dispuso a hablar con Frodo
- Sé que estás enamorado de mi hija y su corazón se inclina por el tuyo – dijo ella en tono grave – pero también sé que junto a ti mi hija no tiene ningún tipo de futuro y que lo que ella necesita es un hombre trabajador que la mantenga y la acostumbre a una vida familiar y tu no harás eso con mi niña.
- Señora Tallabuena con todo mi debido respeto creo que está menospreciando el amor que nos tenemos su hija y yo – dijo Frodo seriamente –
- Frodo, mírate por favor, no tienes ni casa ni fortuna propia, por no decir que tus ideales no están de acuerdo con los de una familia normal – tomó un suspiró y continuó – debes dejar a mi hija en paz y que siga su camino, así que por favor líbrala de sus fantasías románticas.
- Pero señora yo la quiero! Y me gustaría pasar mi vida con ella – dijo Frodo angustiado, tratando de defenderse lo mejor que podía -
- Lo sé, pero también debes pensar en lo que dirá la gente. Así que por favor piénsalo, porque una cosa que te dejaré bien claro es que en mi familia bien recibido no serás.
De esta forma terminó la discusión y no volvieron a hablar más.
Frodo estuvo pensando largamente y pese amar con todo su corazón a Manzana, decidió que lo mejor era... que ella se casara con Hugo. Por ella, por su familia, por la gente, Frodo iba a renunciar al amor de su vida. Él sabía que si seguía el dictado de su corazón el escándalo que se produciría sería muy grande.
Así pues se encaminó hacia la casa de Manzana y pidió verla. Juntos pasearon un rato en silencio hasta que Manzana rompió el hielo:
- Qué te ocurre Frodo? Te noto extraño
- He estado pensando Manzana – dijo fríamente – y he decidido que ya es hora de acabar con este capricho
- ¿Capricho? – dijo extrañada Manzana – ¿Crees que lo nuestro es un capricho?
- Sí y debe acabar ya, tu debes volver a tu mundo y casarte con tu prometido y yo debo volver al mío.
- No puedo creer lo que me dices, yo pensaba que tu y yo nos casaríamos, como acordamos aquel día – dijo ella muy angustiada -
- Lo sé, pero Manzana ambos sabemos que es una locura que solo puede acabar mal.
- No te entiendo Frodo, si no me das un motivo no lo haré
- Manzana yo no tengo mas que ofrecerte que mi amor y ni siquiera eso es suficiente, necesitas a un hobbit que te cuide y te ofrezca más y yo eso no puedo dártelo. Además – y tomó aire – en el fondo no me quieres realmente, solo he sido una ilusión, una fantasía, nada más.
- Entiendo – dijo ella mientras se secaba las lágrimas – Adiós Frodo, yo nunca te olvidaré aunque tu si tengas prisas por hacerlo.
Y con esta última palabra se acercó a Frodo, le dio un tímido beso y se marchó.
Al llegar a casa Frodo se encerró en la habitación y no quiso salir más. Durante aquel fin de semana y mientras Manzana se reencontraba con su novio y preparaba el equipaje, Frodo no salió, apenas ni comió. Tenia mal de amores.
Manzana llegó al agujero hobbit que havia comprado Hugo en los Gamos y se sentó. De pronto se encontró con lo que iba ser su futuro allí, como una esposa esclava cuidando de los niños y preparando la cena justo a tiempo para que llegara Hugo. No le gustó. Ella sabía que Frodo no era así, que era especial, pero que era su hobbit ideal. Pensó y decidió que no podía casarse con ese hobbit. Ese destino no era el suyo, ni mucho menos el que deseaba. De algún modo sospechaba que su madre había movido algún hilo para separarla de Frodo y eso ella no podía consentirlo.
Acercándose a Hugo, se sentó junto a él y le dijo:
- Hugo, llevamos tiempo juntos y se que lo ideal es que formalicemos nuestra relación y nos casemos, pero yo no puedo hacerlo.
- ¿Por qué? No lo entiendo Manzana
- Verás, resulta que me he enamorado de otro
- ¡Queeé! - gritó Hugo – resulta que yo me he esforzado todo este tiempo para que tengamos una boda y una casa decente y tu te estás acostando con otro!
- Hugo, tranquilízate, sé que llevas razón, pero es que no puedo estar contigo
- Entonces si es eso lo que quieres no te importara que te pida que te marches
- ¿Qué me marche? Hugo tu has visto el mal tiempo que hace?
- Y que mas da, tu ya no eres nada mío y no tengo porque albergarte, así que fuera de aquí ahora mismo! – gritó fuertemente Hugo, si bien parecía que iba a reventar de la furia que tenia –
Manzana cogió sus cosas y salió rápidamente de la casa.
Durante el camino le cayó una fuerte tormenta y pasó la noche entera a la intemperie bajo un árbol. Durante el día consiguió que un hobbit la llevara en su carro junto a un montón de paja y al anochecer llegó a Hobbiton, pero sentía muy mal y tenía mucha fiebre. Como pudo llegó a Bolsón Cerrado y tocó a la puerta. Nada más abrir la puerta Bilbo, Manzana se desmayó. Bilbo llamó rápidamente a Frodo y este la llevó a una habitación de invitados y la acostó.
Manzana sudaba mucho. Estaba muy caliente porque la fiebre era muy alta. Tosía fuertemente. Deliraba. Frodo y Bilbo intentaron bajar la fiebre pero no lo consiguieron. Los síntomas parecían indicar una pulmonía en avanzado estado. Frodo lloraba porque la mujer de su vida parecía apagarse y quiso avisar a los Tallabuena, pero Manzana le pidió que no lo hiciera. No le apetecía verles. Su última voluntad era pasar sus últimos momentos junto a Frodo. Y así se hizo.
Juntos en aquella habitación Manzana le pidió su último deseo a su amado Frodo.
- Frodo no me queda mucho tiempo, por favor llévame al lago dónde solíamos jugar de niños y déjame contemplar por última vez el amanecer – dijo mientras una lágrima resbaló por su bello rostro -
- No Manzana, no te despidas. Te pondrás bien, aguanta lo que queda de noche y avisaremos al médico por la mañana. No puedes morir cariño, no sería justo.
- Nada en esta vida es justo, Frodo.
- Pero Manzana yo no sé vivir sin ti. Te quiero.
- Tranquilo, mi amor, con el tiempo aprenderás. Llévame al lago... – dijo con una voz cada vez más tenue -
Frodo asintió con la cabeza y sacó a Manzana de la cama. En brazos la llevó al lago, que quedaba relativamente cerca de Bolsón Cerrado y allí se sentó con ella y abrazados esperaron el amanecer.
Con el primer rayo de luz, Manzana, que notaba como se apagaba su aliento, agarró la mano de Frodo fuertemente y en sus últimos momentos, dijo:
- Frodo, amor mío, prométeme que vivirás todas esas aventuras por mi y que aunque no logres salvar mi vida, lograrás salvar las de muchos más. Ahora más que nunca tienes que ser fuerte.
- Pero como voy a hacer eso Manzana, sin ti no podré cariño – dijo Frodo entre sollozos, acariciándola -
- Claro que podrás. Sigue viviendo por mi y por ti, prométemelo.
Y con esas últimas palabras, expiró. Su mano, que tan fuertemente había sujetado la de Frodo durante aquel momento, se soltó. Y él destrozado, lloró amargamente a su amada. No podía, ni tenía fuerzas para moverse de allí.
Bilbo avisó a la familia. Manzana había muerto de una pulmonía en estado grave y no pudo hacerse nada por ella. Tan joven, tan bella y ya estaba muerta. En la flor de la vida se había marchado. Un noviembre se la llevó. La noticia de su muerte conmocionó a Hobbiton y los alrededores. Todos lloraron la pérdida de Manzana, pero nadie, ni siquiera su propia familia, la sintió más que Frodo Bolsón, su amante y el amor de su vida.
Durante las primeras semanas tras su muerte todo el mundo estaba triste, pero poco a poco la alegría volvió a la aldea porque a fin de cuentas los hobbits intentaban llevar consigo los buenos recuerdos de la persona fallecida y no los malos. El matrimonio Tallabuena alivió sus penas junto a la única hija que les quedaba y sus nietos. Hugo no tardó en buscarle una sustituta y en poco tiempo se casó con otra hobbit; Donnamira Tuk. La normalidad había vuelto a Hobbiton.
Pero Frodo no lo superó tan pronto. Delante de la tumba de su amada muerta, hizo una promesa que mantuvo hasta el fin de sus días: No enamorarse nunca más. Para él, la idea de que otra mujer ocupara el lugar que había dejado su Manzana era impensable. Jamás volvería a amar a una mujer de esa forma. Estaba muy triste, aunque al final, con la ayuda de su tío y de sus amigos, y sobretodo recordando la promesa que le hizo a Manzana, también acabó superándolo y la sonrisa volvió a su rostro. Nunca más volvió a hablar del tema, aunque tampoco lo olvidó, porque esa fue la primera de las muchas heridas que recibiría su corazón más adelante y la causante de que en su vida ya no hubiese más amor.