El final
Mención especial del Jurado en el I Concurso de Relato Corto "La Tierra Media" de Elfenomeno.com
Murió sin darse cuenta. Sin darse cuenta de que moría, pero sintiendo con todo el cuerpo esa lava quemante atravesarlo en un instante y reducirlo a la nada. Ese ardor, intolerable, rojo, hirviente más allá del fuego, que son los volcanes, lo destruyó por completo sin que la miserable criatura notara lo que sucedía; otorgándole sólo el sufrimiento del dolor más profundo, y la angustia de casi palpar su alma abandonar el cuerpo. Ofrecía un macabro espectáculo: los ojos abiertos, la garganta en un grito mudo, el rostro contorsionado y los escuálidos dedos hacia arriba, intentando escapar.
Si no fuera por el dolor de la masa espesa que lo envolvió, penetró en su cuerpo y lo deshizo, podría decirse que murió feliz. Al fin y al cabo su felicidad estaba confinada a un objeto, y con él en sus manos vio por última vez este mundo. Los incontables años pasados en su búsqueda terminaron con el fruto de la perseverancia o el destino y lo complacieron en el último momento con su más deseada posesión. La única luz en el abismo de sombras que había sido su vida se encontraba con él al final, y eso podría haberlo hecho sentir satisfecho. Sin embargo, la furia arrasadora de las entrañas de la tierra desintegró a aquél pobre ser antes de que pudiera disfrutar su logro. Algunos dicen que los Grandes Poderes del Oeste se compadecieron finalmente de él y permitieron a su espíritu seguir el camino último de todos los hobbits. Unos dicen que fue perdón, otros misericordia, pocos incluso sostienen que fue realmente castigado con el tormento eterno por su vida poblada de malicia y traición, de odio y asesinato. A los elfos les gusta pensar en la beatitud de los Valar y aseguran que fue comprendido, juzgado inocente y recompensado con la paz, por las largas penurias pasadas. Y es en verdad ficticia su culpabilidad, pues un poder superior a sus fuerzas obraba sobre él.
Pese a todo, su último pensamiento fue bueno, nostálgico y repleto de arrepentimiento. Esa imagen guardada en algún profundo rincón del corazón, ese olvidado amor al afable rostro que lo había acompañado. Murió pensando en su hermano, injustamente asesinado por unas manos manejadas como marionetas por oscuros designios. El último recuerdo en pasar por su mente, mientras el calor lo consumía, no fue su "tesssoro", sino Déagol.
Si no fuera por el dolor de la masa espesa que lo envolvió, penetró en su cuerpo y lo deshizo, podría decirse que murió feliz. Al fin y al cabo su felicidad estaba confinada a un objeto, y con él en sus manos vio por última vez este mundo. Los incontables años pasados en su búsqueda terminaron con el fruto de la perseverancia o el destino y lo complacieron en el último momento con su más deseada posesión. La única luz en el abismo de sombras que había sido su vida se encontraba con él al final, y eso podría haberlo hecho sentir satisfecho. Sin embargo, la furia arrasadora de las entrañas de la tierra desintegró a aquél pobre ser antes de que pudiera disfrutar su logro. Algunos dicen que los Grandes Poderes del Oeste se compadecieron finalmente de él y permitieron a su espíritu seguir el camino último de todos los hobbits. Unos dicen que fue perdón, otros misericordia, pocos incluso sostienen que fue realmente castigado con el tormento eterno por su vida poblada de malicia y traición, de odio y asesinato. A los elfos les gusta pensar en la beatitud de los Valar y aseguran que fue comprendido, juzgado inocente y recompensado con la paz, por las largas penurias pasadas. Y es en verdad ficticia su culpabilidad, pues un poder superior a sus fuerzas obraba sobre él.
Pese a todo, su último pensamiento fue bueno, nostálgico y repleto de arrepentimiento. Esa imagen guardada en algún profundo rincón del corazón, ese olvidado amor al afable rostro que lo había acompañado. Murió pensando en su hermano, injustamente asesinado por unas manos manejadas como marionetas por oscuros designios. El último recuerdo en pasar por su mente, mientras el calor lo consumía, no fue su "tesssoro", sino Déagol.