El metraje de Cannes. Cuarta parte: el final del metraje
Cuarta parte del reportaje de Leandro sobre la proyección del avance de Cannes.
He tardado mucho en escribir este reportaje, lo sé. Últimamente, mi vida está siendo de lo más agobiante y activa. Además, hemos tenido el aniversario, entre otras muchas cosas que han acaparado toda nuestra atención. Pero en fin, aquí está esta última parte del metraje. Aún escribiré (espero) un último reportaje, en el que pienso pedir la colaboración de Naryanna y Aldo, para que nos cuenten sus impresiones acerca del metraje. Pero de momento, aquí os ofrezco el resumen de los minutos finales del metraje de Cannes.
En este reportaje no voy a rogaros que no lo leáis, puesto que tampoco cuento nada demasiado revelador. La escena de Moria era descriptiva, completa y podría romperos la sorpresa. Pero esta última parte consistió en escenas sueltas, de apenas unos segundos cada una de ellas, y creo que no os supondrá ningún trauma conocer estos pequeños destellos...
Antes que nada, comentaros que estas escenas no parecían seguir ningún orden concreto. Esto supone que en mi cabeza tampoco siguen un orden concreto, y por tanto, la secuencia que os ofrezco a continuación, no seguirá el mismo orden que en el metraje. Voy a intentar agrupar estas secuencias por el orden que deberían seguir en las películas (relativamente, y aún con saltos adelante y atrás), para que no nos hagamos mucho lío. La música de esta última parte corresponde a la Banda Sonora de "El Último Mohicano".
Recuerdo (ya para empezar) una escena realmente emocionante. Vistos de frente y un poco desde arriba (como desde una grúa) vemos a Aragorn, Legolas y Gimli corriendo. Gimli va un poco más atrás, pero aún así aguanta muy bien el tipo frente al elfo y al humano. La carrera de estos tres personajes adquiere tintes grandiosos cuando la cámara pasa a enfocarlos desde atrás, y se puede ver que van corriendo por una enorme llanura, que llega hasta donde puede alcanzar la vista. Se supone que sólo son tres tipos corriendo... pero da la impresión de ser más, mucho más que eso.
Se ve un gran grupo de jinetes, que no pueden ser otros que la Caballería de Rohan. Nuestros tres amigos se detienen ante uno de ellos, altivo, gallardo en su montura, con la misma prestancia y elegancia que cabría esperar de uno de los Caballeros de la Mesa Redonda del Rey Arturo (no, no lleva una armadura como los Arturianos, tranquilos). La cámara toma un primer plano de este caballero... y ya estamos otra vez con lo mismo: cualquiera que haya leído el libro sabe que estamos ante Eomer. No es sólo que conozca el rostro del actor que lo interpreta (que también influye), es que no puede ser otro. Es él, Eomer, hijo de Eomund. No puede ser nadie más.
En otro momento, vemos a los Tres Cazadores (Aragorn, Legolas y Gimli, claro) en un bosque, y al fondo aparece una silueta blanca. No vimos mucho de ésto, pero... je, ahí hay una buena sorpresa. Después (hablando con el libro en la mano) vemos una escena que hará que miles de espectadores tiemblen de emoción en sus asientos, y que deseemos rompernos las manos a aplaudir. Ante Aragorn, Legolas y Gimli está un hombre vestido de blanco, iluminado por una luz que parece celestial, además de la propia luz de su bastón, subido en una roca, en pie ante nuestros atónitos amigos. El rostro de Ian McKellen aparece algo rejuvenecido, y sus ropajes blancos dejan ver que la historia de Gandalf el Gris ha tocado a su fin. Se me ponen los pelos de punta al recordar esta escena, os lo juro.
Seguimos adelante en el libro, y encuentro otra escena que también pudimos ver. Théoden, rey de la Marca, aparece sentado en su trono. Pero está decrépito, enfermo. Nada más verle el rostro se adivina que parece a punto de morir. Es espantoso... ¡pero si parece que tenga lepra! No, no es lepra, son arrugas (miles) las que surcan su cansado rostro. Levanta un ojo, y ve algo que parece hacerle despertar (adivino que será a Gandalf, jejeje). No en este orden, vimos otra escena en la que Théoden coge una espada, la levanta, y las fuerzas parecen volver como por arte de magia a su anciano cuerpo. "¡Mi caballo!", creo que grita, junto con algunas otras palabras más que no recuerdo bien. La música está muy bien enlazada aquí, y se convierte en un emocionante momento.
Otra escena, a contraluz, nos muestra la puerta del palacio de Meduseld. Hay una pequeña escalinata ante la puerta. Salen dos soldados arrastrando a alguien (no se ve nada más que las siluetas)... ¡y lo tiran por la escalera! Supongo que será Gríma, pero no podría asegurarlo.
Extrañas escenas aparecen en las que vemos enormes hileras de mujeres y niños en un éxodo digno de otras películas que todos recordaremos. Mientras los hombres de Rohan se preparan para la batalla (también pudimos ver cómo se arman estos hombres... ¡oh, Señor! qué maravilla), las mujeres escapan a un posible desastre. La palabra ÉPICO vuelve a tomar un nuevo significado en mi cabeza. Os aseguro que, en el primer momento, no sabía de qué parte del libro había salido este éxodo... pero cuando pude recordarlo todo cambió: es perfecto. Perfecto a más no poder. Y también vemos a las tropas de Saruman preparándose. Los Uruk-Hai intimidan sólo con su presencia.
Y entonces vienen las escenas de las batallas. En el metraje entremezclan varias batallas (Helm, Pelennor, Minas Tirith... incluso la del capítulo de "La Disolución de la Comunidad"), pero ahora sólo voy a contaros las que vi de Helm. A ver cómo digo ésto sin que suene exagerado ni presuntuoso, y que tampoco se malinterprete: las batallas de Braveheart son "pobres", comparado con lo que vamos a ver en Helm. No es que me parezcan malas las batallas de Braveheart (son de las mejores que he visto jamás) pero es que la batalla de Cuernavilla es tan grandiosa que corta la respiración. Los ejércitos chocando con tal violencia que temblaba la sala de cine (bueno, tal vez aquí sí exagero un poco: el que temblaba era yo). Vemos a Legolas disparando flechas con su ya conocida precisión. Vemos unos orcos que van a atacar a un soldado, y un hacha que acaba con sus intenciones. Parece fácil coger el libro y hacerlo realidad... pero es increíble cómo lo han conseguido.
En resumen: lo de Helm va a ser tremendo. Es normal que estuvieran tantísimo tiempo rodando estas escenas: el resultado merece la pena. Por cierto, lo de la destreza de Aragorn con su espada puede convertirse en leyenda. Hay escenas que pueden resultar tal vez demasiado violentas. La cámara se sitúa a veces lejos de la acción, y a veces parece formar parte de ella metiéndose en la batalla. Parece como si el cámara estuviera en medio del meollo, intentando que no le corten la cabeza, jejeje. Y pensar que aún queda un año y dos meses para ver esta escena entera...
Aunque el amigo Mortensen también tiene tiempo para el romance en el metraje: vemos una escena (y con ésto pasamos a otras partes más tranquilas) de Aragorn y Arwen en Rivendel que ya habíamos visto en uno de los famosos dibujos de preproducción... sólo que esta vez vuelve a tener tres dimensiones, los personajes se mueven, y Aragorn y Arwen se besan en un puente, con una catarata al fondo... es idílico. Todo es perfecto.
Hay varias escenas con Galadriel y Frodo. Perdonad mi debilidad, pero lo de la voz de esta mujer es superior a mis fuerzas. Estaría escuchándola todo el día, os lo juro. Además, la serena belleza de Cate Blanchett es el complemento perfecto para poder asegurar que estamos ante una reina de los elfos. Galadriel le hace ver a Frodo que su misión, tal vez, sea la única esperanza que le queda a la Tierra Media. Y en otra escena, Galadriel aparece besando en la cabeza a Frodo. Por cierto, volvemos al tema de los tamaños: ¿queréis creer que a estas alturas resulta tan natural que Elijah Wood mida tan sólo un metro, que ni me fijé en el detalle? De hecho, desde que la Compañía entraba en Moria, prácticamente no me concentré en la relación de tamaños...
Y si la caracterización de Galadriel es estupenda, ni os cuento la impresión que da la aparición de Faramir. Como supondréis, tenemos a David Wenham ante Frodo y Sam (no, tampoco pudimos ver a Gollum en el metraje)... pero por un instante creía estar viendo a Boromir. Son muy parecidos (bravo por la directora del "casting"), aunque las pocas escenas en las que sale Faramir no nos permitieron saber si actúa tan bien como él o no. Por cierto, que si la cabeza no me falla, vimos que Faramir y sus hombres escoltaban a Frodo y Sam por una especie de bosquecillo o algo así. Je, ¿alguien ha olvidado este pasaje?
¿Y Eowyn? ¿No sale Eowyn? Pues sí, sí que sale. La verdad es que la música de "El Último Mohicano" acompañaba fantásticamente esta escena: el palacio de Meduseld, visto desde el aire (a vista de pájaro... o de helicóptero), con una mujer de cabello largo en el portal, ante la escalinata. Tiene los brazos cruzados, como si tuviera algo de frío (sí que hace aire) y mira hacia el sur. ¿Que cómo sé que es el sur? Muy fácil: la cámara se aleja de ella, y vemos Edoras, en lo alto de esa montaña perfecta para el rodaje, sobre una llanura (más verde que en las fotos que habíamos apreciado en su día) y con unas gigantescas montañas al fondo, que no pueden ser otras que las Montañas Nubladas. Con esa referencia, es fácil saber que la preciosa Eowyn está mirando al sur.
Hay otra escena en la que sale Eowyn, abrazando a Aragorn. Miranda Otto es una actriz que no ha convencido a mucha gente, pues (según gustos) no tiene la belleza que se supone a Eowyn... pero en cuanto aparece en pantalla, sucede lo mismo que cuando ves por primera vez a Faramir, a Galadriel, a Théoden... Es ella. La caracterización es estupenda. Y por mi parte diré que no estoy de acuerdo con esa gente: es muy guapa, en serio. El abrazo que da a Aragorn es significativo, también. La escena a vista de pájaro se supone que es posterior, en cuanto a la historia se refiere, ¿no creéis?
¿Queréis más acción? Jejeje, cómo nos conocemos. Bueno, un buen preludio de la acción es cuando vemos a Denethor (otro que también se le reconoce nada más verle, en serio) vistiendo a Aragorn para la batalla, y recitando una especie de discurso ceremonial mientras Aragorn permanece serio, dejando que le coloquen su armadura de Rey, como legítimamente le corresponde. La solemnidad de esta escena es capaz de hacer enmudecer a todo el cine, pese a que todos estemos inquietos por ver esa batalla que se avecina, y que bien puede ser la última que libre la humanidad.
En otra escena, supongo que anterior, se ve a Denethor ordenando a Faramir que parta hacia la batalla. Éste parece obedecer a su padre a regañadientes. La tensión se puede cortar con un cuchillo. Creo recordar que en uno de los reportajes de Harry, de Aint-it-cool-news, se veía cómo se había rodado esta escena. Ni aún Gandalf les arrebata el protagonismo debido a estos dos personajes, que se supone que son secundarios, pero que aquí dan muestras de un gran dramatismo. La batalla se acerca...
Dos gigantescas bolas de fuego, arrojadas por una catapulta, caen sobre las murallas de Minas Tirith. Esta escena es una de esas que estaban entremezcladas con las de Helm, pero éste es su sitio. No pudimos ver ninguna panorámica de Minas Tirith, pero esta muralla que está siendo asaltada ahora es muy grande. Aún así, las dos bolas de catapulta ejercen su poder devastador sobre la muralla que parece no tardará en caer. El realismo del impacto es tremebundo. ¡Ah! Y aquí sí que tembló la sala del cine, no es una metáfora ni una exageración.
Las tropas de Gondor son numerosas. Numerosas de verdad. También vemos al ejército de Rohan dirigido por Théoden que acude en ayuda de sus aliados Gondorianos (épico, de verdad que resulta todo lo épico que podemos asumir). Pero aún así... sinceramente, creo que es imposible superar, ni tan siquiera igualar, el horripilantemente numeroso ejército de Mordor. Los orcos, preparados para la batalla final, más que miles son millones. Igual vuelvo a exagerar, pero creo que, para ganar esa batalla, cada soldado gondoriano debería igualar la hazaña de Legolas y Gimli en Helm. ¿Cincuenta a uno? ¿Cien a uno? No lo sé. Hay tantos orcos que el sólo hecho de verlos marchar a la batalla le mete el miedo en el cuerpo a uno.
Me he olvidado de varias escenas de otras partes de las tres películas, que pudimos ver aquí. Recuerdo a Saruman hablando con Gandalf sobre lo que podrían hacer si consiguieran el Anillo para ellos. Y después, la batalla entre los dos magos. Vimos algunas tomas más que las que hemos vislumbrado en los trailers sobre este combate singular. Parece que Saruman controla los vientos de la sala de Orthanc, porque con un gesto de su mano (maravilloso Christopher Lee, con su perfecta voz de Saruman) hace que el viejo cuerpo de Gandalf vuele por los aires, dando vueltas, y se estrelle contra una pared. ¡Eso debe doler!
De Arwen apenas pudimos ver un par de escenas o tres. La vemos desenvainando la espada en el Vado (en el último trailer se ve más de lo que vimos en el metraje, con el "Si lo queréis, venid a por él"). En otra escena sale abrazando a su padre, Elrond, cuando posiblemente ella le hace partícipe de su decisión de hacer el sacrificio máximo por Aragorn. Y también pudimos verla tendida, con el rostro y los labios pálidos, en una toma que ya hemos apreciado en algún trailer. Pero aquí la cámara llega hasta hacer un primer plano de su rostro... y no se mueve.
Otra escena muy significativa, pese a lo breve de su aparición, es una en la que vemos a un jinete blanco, sobre un caballo blanco-grisáceo (más blanco de lo que yo me esperaba de Sombragrís, lo reconozco) atravesando como una centella un bosque. El jinete lleva delante una pequeña figura, un hobbit supongo (bueno, lo sé porque conozco el libro, pero sólo con lo que pudimos ver, nadie podría asegurarlo). Gandalf lleva a Pippin a Minas Tirith. Pero ¡qué velocidad! No cabría esperar otra cosa del señor de los Mearas...
De Lurtz y otros personajes por el estilo os puedo contar menos. Sí, aparece Lurtz un instante, y a punto de disparar una flecha si no recuerdo mal (¿será esa flecha que todos nos tememos?). Y creo que también le vimos junto con otros Uruk-Hai en un ataque que supongo será el asalto a la Comunidad al final de la primera película, pero poco más.
Volviendo a la "trama principal" de las películas (que, como bien podéis ver, es la misma que la del libro), recuerdo una imagen que me puso muy, muy nervioso: Denethor, con una mirada como de loco, totalmente untado de brea o algo así (como si se hubiera bañado en cera), y con un Palantír en la mano. Unas escenas después, durante un instante, pudimos ver una figura en llamas, sobre una pira, que supongo será la continuación de esta escena. También se ve a Pippin buscando desesperadamente "algo" o a "alguien", pero son sólo retazos en mi cabeza.
Hay más escenas, muchas más, pero no puedo recordarlas todas. Os aseguro que, aunque hubiera visto diez veces el metraje, no me hubiera quedado ni con la mitad. Pero quiero decir con ésto que la grandeza de estas imágenes es tal que no me la podía esperar. Se mantiene contínuamente la sensación de que nos están contando una historia de leyenda, con seres que, más que simples personajes, son héroes de leyenda...
De las últimas imágenes sí me acuerdo bien. Se me han quedado grabadas a fuego. Desde las imágenes en que salía Faramir, no habíamos vuelto a ver a Sam y Frodo... pues bien, vimos unas imágenes de un Sam desesperado, luchando contra un orco en unas escaleras de caracol. De un mandoble con su corta espada, Sam logra tirar por el hueco de estas estrechas escaleras al orco (algo más alto que él). Sam, rabioso, mira hacia abajo y grita: "¡¡Ésta va por mi tío!!". Dan ganas de reír... o de llorar... no lo sé, pero sí sé que se tensan todos los músculos al oír a un pequeño hobbit gritarle así a un orco en pleno Mordor.
Las escenas finales se acercan. Vemos a Sam agachado sobre Frodo (a quien no vemos aún la cara), con los labios agrietados, el pelo raído y enmarañado, las ropas desgajadas y el rostro descompuesto de dolor, llanto y sufrimiento. Está llorando y, por sobre un rugido que puede oírse por todo alrededor (el rugido de un volcán en actividad, deduzco) grita a Frodo: "¡Vamos, Frodo! ¡No puedo llevarlo por tí, pero sí puedo llevarte a tí junto con él!" y sacando fuerzas de donde no deberían quedarle, lo recoge del suelo, dispuesto a cargarlo sobre sus hombros. Y entonces el plano cambia, la cámara se sitúa detrás de Sam, y vemos a Frodo...
Todo lo que os he dicho sobre Sam, multiplicadlo por diez. Frodo está totalmente derrotado. El dolor que refleja su rostro... Dios, parece un alma en pena, un torturado en el infierno. Sus manos temblorosas apenas pueden moverse para dejar que Sam lo cargue sobre sí. Tiene los labios tan destrozados que duele sólo mirarlo. Su rostro sólo refleja sufrimiento. Pero lo peor de todo es su mirada, vacía, perdida, intentando asirse a la figura de su amigo, para no perder por completo la cordura. Creedme, en estas escenas mucha gente va a apartar la mirada de la pantalla.
El plano cambia, y vemos algo muy distinto. De espaldas a nosotros, Frodo está en pie, erguido. Todo alrededor son reflejos de llamas. El Monte del Destino ruge más que nunca, pero no se aprecia bien el decorado de la caverna. Frodo se vuelve lentamente hacia nosotros. Pero ya no es Frodo. Es un reflejo de lo que debería ser Gollum. El rostro de maldad que consigue aquí Elijah Wood sorprende tanto que no pude contener un grito ahogado. Frodo, totalmente poseído por el Anillo, dice lentamente, mirando hacia la cámara: "No lo destruiré". Vemos sus manos: las uñas destrozadas, las manos ajadas y llenas de llagas. Y en una tiene el Anillo, que brilla como fuego (nada de efectos especiales de brillo: sólo el reflejo de las llamas). Las manos son un puro temblor, pero en la voz de Frodo no se refleja ninguna duda sobre lo que va a hacer: sólo codicia. Una mano se acerca a la otra, temblando con emoción.
De nuevo, el rostro de Frodo. ¡Sus ojos! Da miedo, de verdad que da miedo verle. Sonriendo como un loco, termina la frase: "¡¡El Anillo es mío!!". Una mano se acerca a la otra, y el Anillo entra en el dedo de Frodo. La música llega al clímax. Un destello final y...
El Señor de los Anillos. El logotipo de la web oficial, los títulos de crédito y demás. Cuando terminan, las luces de la sala se encienden. La gente, lentamente, empieza a levantarse e ir hacia la salida. Yo no puedo hacerlo. Mis músculos no responden. No paro de temblar. Consigo por fin mirar a mi lado, y veo que a mis cuatro compañeros en esta pequeña aventura les sucede algo parecido. Empezamos a hablar, pero sólo son balbuceos casi sin sentido, del estilo: "Joder. Pero, ¿habéis visto? Dios... es increíble...". Las palabras "increíble", "alucinante", "bestial" y algunas otras por el estilo parecían ser las únicas que formaban parte de nuestro vocabulario.
Miro hacia abajo, a la izquierda, y la representante de Aurum (quien ya había visto el metraje en Cannes) me está mirando, sonriendo, divertida. La expresión de mi rostro debería ser de completo asombro, pero sé que sólo parezco un tonto embobado. Cuando ya casi todo el mundo ha salido de la sala, los cinco nos levantamos y vamos también hacia la salida. No sé si fuimos los últimos en salir. Pero lo que sí sé es que mis rodillas no paraban de temblar. No es tampoco una metáfora, ni estoy exagerando: os juro que me temblaban sin parar. La representante de Aurum nos espera en la escalinata y nos pregunta qué nos ha parecido. Creo recordar que, aparte de algunas palabras temblorosas, conseguí decirle lo que realmente quería: "Gracias. Muchísimas gracias".
Al salir de la sala, nos dan un libreto oficial (el mismo que pudimos descargar en formato PDF, sólo que esta vez está en mis manos, y traducido fantásticamente a nuestro idioma). Empezamos a hablar sobre lo que hemos visto. Poco a poco me tranquilizo, mi lengua se va soltando... y entonces ya no podía parar. No podía dejar de hablar de lo que había visto, como si los demás no hubieran estado ahí. Me había metido tanto en la película (¿película? ¡si sólo fue un metraje de 26 minutos!) que me parecía estar solo en el cine. Entonces recordé: ay, ay, si tengo que escribir un reportaje sobre ésto. El hablar con todos los demás durante todo el día y toda la noche me ayudó mucho, porque así he podido recordar tantos detalles como habéis visto. Pero aún así...
No soy imparcial, y lo sé. Lo intenté, pero desde el momento en que Bilbo abre la puerta de Bolsón Cerrado, todos mis intentos por mantenerme impasible se perdieron. Al salir de la sala me comporto como un fanático. Sinceramente, es una de las mejores películas (¿¿película??, ¿otra vez?) que he visto este año (lo cual no es decir mucho en favor del cine este año, es cierto). No sé si publicaré algún otro reportaje sobre este metraje... el estreno está demasiado cerca. Sólo el tiempo lo dirá.
Hasta la próxima.
En este reportaje no voy a rogaros que no lo leáis, puesto que tampoco cuento nada demasiado revelador. La escena de Moria era descriptiva, completa y podría romperos la sorpresa. Pero esta última parte consistió en escenas sueltas, de apenas unos segundos cada una de ellas, y creo que no os supondrá ningún trauma conocer estos pequeños destellos...
Antes que nada, comentaros que estas escenas no parecían seguir ningún orden concreto. Esto supone que en mi cabeza tampoco siguen un orden concreto, y por tanto, la secuencia que os ofrezco a continuación, no seguirá el mismo orden que en el metraje. Voy a intentar agrupar estas secuencias por el orden que deberían seguir en las películas (relativamente, y aún con saltos adelante y atrás), para que no nos hagamos mucho lío. La música de esta última parte corresponde a la Banda Sonora de "El Último Mohicano".
Recuerdo (ya para empezar) una escena realmente emocionante. Vistos de frente y un poco desde arriba (como desde una grúa) vemos a Aragorn, Legolas y Gimli corriendo. Gimli va un poco más atrás, pero aún así aguanta muy bien el tipo frente al elfo y al humano. La carrera de estos tres personajes adquiere tintes grandiosos cuando la cámara pasa a enfocarlos desde atrás, y se puede ver que van corriendo por una enorme llanura, que llega hasta donde puede alcanzar la vista. Se supone que sólo son tres tipos corriendo... pero da la impresión de ser más, mucho más que eso.
Se ve un gran grupo de jinetes, que no pueden ser otros que la Caballería de Rohan. Nuestros tres amigos se detienen ante uno de ellos, altivo, gallardo en su montura, con la misma prestancia y elegancia que cabría esperar de uno de los Caballeros de la Mesa Redonda del Rey Arturo (no, no lleva una armadura como los Arturianos, tranquilos). La cámara toma un primer plano de este caballero... y ya estamos otra vez con lo mismo: cualquiera que haya leído el libro sabe que estamos ante Eomer. No es sólo que conozca el rostro del actor que lo interpreta (que también influye), es que no puede ser otro. Es él, Eomer, hijo de Eomund. No puede ser nadie más.
En otro momento, vemos a los Tres Cazadores (Aragorn, Legolas y Gimli, claro) en un bosque, y al fondo aparece una silueta blanca. No vimos mucho de ésto, pero... je, ahí hay una buena sorpresa. Después (hablando con el libro en la mano) vemos una escena que hará que miles de espectadores tiemblen de emoción en sus asientos, y que deseemos rompernos las manos a aplaudir. Ante Aragorn, Legolas y Gimli está un hombre vestido de blanco, iluminado por una luz que parece celestial, además de la propia luz de su bastón, subido en una roca, en pie ante nuestros atónitos amigos. El rostro de Ian McKellen aparece algo rejuvenecido, y sus ropajes blancos dejan ver que la historia de Gandalf el Gris ha tocado a su fin. Se me ponen los pelos de punta al recordar esta escena, os lo juro.
Seguimos adelante en el libro, y encuentro otra escena que también pudimos ver. Théoden, rey de la Marca, aparece sentado en su trono. Pero está decrépito, enfermo. Nada más verle el rostro se adivina que parece a punto de morir. Es espantoso... ¡pero si parece que tenga lepra! No, no es lepra, son arrugas (miles) las que surcan su cansado rostro. Levanta un ojo, y ve algo que parece hacerle despertar (adivino que será a Gandalf, jejeje). No en este orden, vimos otra escena en la que Théoden coge una espada, la levanta, y las fuerzas parecen volver como por arte de magia a su anciano cuerpo. "¡Mi caballo!", creo que grita, junto con algunas otras palabras más que no recuerdo bien. La música está muy bien enlazada aquí, y se convierte en un emocionante momento.
Otra escena, a contraluz, nos muestra la puerta del palacio de Meduseld. Hay una pequeña escalinata ante la puerta. Salen dos soldados arrastrando a alguien (no se ve nada más que las siluetas)... ¡y lo tiran por la escalera! Supongo que será Gríma, pero no podría asegurarlo.
Extrañas escenas aparecen en las que vemos enormes hileras de mujeres y niños en un éxodo digno de otras películas que todos recordaremos. Mientras los hombres de Rohan se preparan para la batalla (también pudimos ver cómo se arman estos hombres... ¡oh, Señor! qué maravilla), las mujeres escapan a un posible desastre. La palabra ÉPICO vuelve a tomar un nuevo significado en mi cabeza. Os aseguro que, en el primer momento, no sabía de qué parte del libro había salido este éxodo... pero cuando pude recordarlo todo cambió: es perfecto. Perfecto a más no poder. Y también vemos a las tropas de Saruman preparándose. Los Uruk-Hai intimidan sólo con su presencia.
Y entonces vienen las escenas de las batallas. En el metraje entremezclan varias batallas (Helm, Pelennor, Minas Tirith... incluso la del capítulo de "La Disolución de la Comunidad"), pero ahora sólo voy a contaros las que vi de Helm. A ver cómo digo ésto sin que suene exagerado ni presuntuoso, y que tampoco se malinterprete: las batallas de Braveheart son "pobres", comparado con lo que vamos a ver en Helm. No es que me parezcan malas las batallas de Braveheart (son de las mejores que he visto jamás) pero es que la batalla de Cuernavilla es tan grandiosa que corta la respiración. Los ejércitos chocando con tal violencia que temblaba la sala de cine (bueno, tal vez aquí sí exagero un poco: el que temblaba era yo). Vemos a Legolas disparando flechas con su ya conocida precisión. Vemos unos orcos que van a atacar a un soldado, y un hacha que acaba con sus intenciones. Parece fácil coger el libro y hacerlo realidad... pero es increíble cómo lo han conseguido.
En resumen: lo de Helm va a ser tremendo. Es normal que estuvieran tantísimo tiempo rodando estas escenas: el resultado merece la pena. Por cierto, lo de la destreza de Aragorn con su espada puede convertirse en leyenda. Hay escenas que pueden resultar tal vez demasiado violentas. La cámara se sitúa a veces lejos de la acción, y a veces parece formar parte de ella metiéndose en la batalla. Parece como si el cámara estuviera en medio del meollo, intentando que no le corten la cabeza, jejeje. Y pensar que aún queda un año y dos meses para ver esta escena entera...
Aunque el amigo Mortensen también tiene tiempo para el romance en el metraje: vemos una escena (y con ésto pasamos a otras partes más tranquilas) de Aragorn y Arwen en Rivendel que ya habíamos visto en uno de los famosos dibujos de preproducción... sólo que esta vez vuelve a tener tres dimensiones, los personajes se mueven, y Aragorn y Arwen se besan en un puente, con una catarata al fondo... es idílico. Todo es perfecto.
Hay varias escenas con Galadriel y Frodo. Perdonad mi debilidad, pero lo de la voz de esta mujer es superior a mis fuerzas. Estaría escuchándola todo el día, os lo juro. Además, la serena belleza de Cate Blanchett es el complemento perfecto para poder asegurar que estamos ante una reina de los elfos. Galadriel le hace ver a Frodo que su misión, tal vez, sea la única esperanza que le queda a la Tierra Media. Y en otra escena, Galadriel aparece besando en la cabeza a Frodo. Por cierto, volvemos al tema de los tamaños: ¿queréis creer que a estas alturas resulta tan natural que Elijah Wood mida tan sólo un metro, que ni me fijé en el detalle? De hecho, desde que la Compañía entraba en Moria, prácticamente no me concentré en la relación de tamaños...
Y si la caracterización de Galadriel es estupenda, ni os cuento la impresión que da la aparición de Faramir. Como supondréis, tenemos a David Wenham ante Frodo y Sam (no, tampoco pudimos ver a Gollum en el metraje)... pero por un instante creía estar viendo a Boromir. Son muy parecidos (bravo por la directora del "casting"), aunque las pocas escenas en las que sale Faramir no nos permitieron saber si actúa tan bien como él o no. Por cierto, que si la cabeza no me falla, vimos que Faramir y sus hombres escoltaban a Frodo y Sam por una especie de bosquecillo o algo así. Je, ¿alguien ha olvidado este pasaje?
¿Y Eowyn? ¿No sale Eowyn? Pues sí, sí que sale. La verdad es que la música de "El Último Mohicano" acompañaba fantásticamente esta escena: el palacio de Meduseld, visto desde el aire (a vista de pájaro... o de helicóptero), con una mujer de cabello largo en el portal, ante la escalinata. Tiene los brazos cruzados, como si tuviera algo de frío (sí que hace aire) y mira hacia el sur. ¿Que cómo sé que es el sur? Muy fácil: la cámara se aleja de ella, y vemos Edoras, en lo alto de esa montaña perfecta para el rodaje, sobre una llanura (más verde que en las fotos que habíamos apreciado en su día) y con unas gigantescas montañas al fondo, que no pueden ser otras que las Montañas Nubladas. Con esa referencia, es fácil saber que la preciosa Eowyn está mirando al sur.
Hay otra escena en la que sale Eowyn, abrazando a Aragorn. Miranda Otto es una actriz que no ha convencido a mucha gente, pues (según gustos) no tiene la belleza que se supone a Eowyn... pero en cuanto aparece en pantalla, sucede lo mismo que cuando ves por primera vez a Faramir, a Galadriel, a Théoden... Es ella. La caracterización es estupenda. Y por mi parte diré que no estoy de acuerdo con esa gente: es muy guapa, en serio. El abrazo que da a Aragorn es significativo, también. La escena a vista de pájaro se supone que es posterior, en cuanto a la historia se refiere, ¿no creéis?
¿Queréis más acción? Jejeje, cómo nos conocemos. Bueno, un buen preludio de la acción es cuando vemos a Denethor (otro que también se le reconoce nada más verle, en serio) vistiendo a Aragorn para la batalla, y recitando una especie de discurso ceremonial mientras Aragorn permanece serio, dejando que le coloquen su armadura de Rey, como legítimamente le corresponde. La solemnidad de esta escena es capaz de hacer enmudecer a todo el cine, pese a que todos estemos inquietos por ver esa batalla que se avecina, y que bien puede ser la última que libre la humanidad.
En otra escena, supongo que anterior, se ve a Denethor ordenando a Faramir que parta hacia la batalla. Éste parece obedecer a su padre a regañadientes. La tensión se puede cortar con un cuchillo. Creo recordar que en uno de los reportajes de Harry, de Aint-it-cool-news, se veía cómo se había rodado esta escena. Ni aún Gandalf les arrebata el protagonismo debido a estos dos personajes, que se supone que son secundarios, pero que aquí dan muestras de un gran dramatismo. La batalla se acerca...
Dos gigantescas bolas de fuego, arrojadas por una catapulta, caen sobre las murallas de Minas Tirith. Esta escena es una de esas que estaban entremezcladas con las de Helm, pero éste es su sitio. No pudimos ver ninguna panorámica de Minas Tirith, pero esta muralla que está siendo asaltada ahora es muy grande. Aún así, las dos bolas de catapulta ejercen su poder devastador sobre la muralla que parece no tardará en caer. El realismo del impacto es tremebundo. ¡Ah! Y aquí sí que tembló la sala del cine, no es una metáfora ni una exageración.
Las tropas de Gondor son numerosas. Numerosas de verdad. También vemos al ejército de Rohan dirigido por Théoden que acude en ayuda de sus aliados Gondorianos (épico, de verdad que resulta todo lo épico que podemos asumir). Pero aún así... sinceramente, creo que es imposible superar, ni tan siquiera igualar, el horripilantemente numeroso ejército de Mordor. Los orcos, preparados para la batalla final, más que miles son millones. Igual vuelvo a exagerar, pero creo que, para ganar esa batalla, cada soldado gondoriano debería igualar la hazaña de Legolas y Gimli en Helm. ¿Cincuenta a uno? ¿Cien a uno? No lo sé. Hay tantos orcos que el sólo hecho de verlos marchar a la batalla le mete el miedo en el cuerpo a uno.
Me he olvidado de varias escenas de otras partes de las tres películas, que pudimos ver aquí. Recuerdo a Saruman hablando con Gandalf sobre lo que podrían hacer si consiguieran el Anillo para ellos. Y después, la batalla entre los dos magos. Vimos algunas tomas más que las que hemos vislumbrado en los trailers sobre este combate singular. Parece que Saruman controla los vientos de la sala de Orthanc, porque con un gesto de su mano (maravilloso Christopher Lee, con su perfecta voz de Saruman) hace que el viejo cuerpo de Gandalf vuele por los aires, dando vueltas, y se estrelle contra una pared. ¡Eso debe doler!
De Arwen apenas pudimos ver un par de escenas o tres. La vemos desenvainando la espada en el Vado (en el último trailer se ve más de lo que vimos en el metraje, con el "Si lo queréis, venid a por él"). En otra escena sale abrazando a su padre, Elrond, cuando posiblemente ella le hace partícipe de su decisión de hacer el sacrificio máximo por Aragorn. Y también pudimos verla tendida, con el rostro y los labios pálidos, en una toma que ya hemos apreciado en algún trailer. Pero aquí la cámara llega hasta hacer un primer plano de su rostro... y no se mueve.
Otra escena muy significativa, pese a lo breve de su aparición, es una en la que vemos a un jinete blanco, sobre un caballo blanco-grisáceo (más blanco de lo que yo me esperaba de Sombragrís, lo reconozco) atravesando como una centella un bosque. El jinete lleva delante una pequeña figura, un hobbit supongo (bueno, lo sé porque conozco el libro, pero sólo con lo que pudimos ver, nadie podría asegurarlo). Gandalf lleva a Pippin a Minas Tirith. Pero ¡qué velocidad! No cabría esperar otra cosa del señor de los Mearas...
De Lurtz y otros personajes por el estilo os puedo contar menos. Sí, aparece Lurtz un instante, y a punto de disparar una flecha si no recuerdo mal (¿será esa flecha que todos nos tememos?). Y creo que también le vimos junto con otros Uruk-Hai en un ataque que supongo será el asalto a la Comunidad al final de la primera película, pero poco más.
Volviendo a la "trama principal" de las películas (que, como bien podéis ver, es la misma que la del libro), recuerdo una imagen que me puso muy, muy nervioso: Denethor, con una mirada como de loco, totalmente untado de brea o algo así (como si se hubiera bañado en cera), y con un Palantír en la mano. Unas escenas después, durante un instante, pudimos ver una figura en llamas, sobre una pira, que supongo será la continuación de esta escena. También se ve a Pippin buscando desesperadamente "algo" o a "alguien", pero son sólo retazos en mi cabeza.
Hay más escenas, muchas más, pero no puedo recordarlas todas. Os aseguro que, aunque hubiera visto diez veces el metraje, no me hubiera quedado ni con la mitad. Pero quiero decir con ésto que la grandeza de estas imágenes es tal que no me la podía esperar. Se mantiene contínuamente la sensación de que nos están contando una historia de leyenda, con seres que, más que simples personajes, son héroes de leyenda...
De las últimas imágenes sí me acuerdo bien. Se me han quedado grabadas a fuego. Desde las imágenes en que salía Faramir, no habíamos vuelto a ver a Sam y Frodo... pues bien, vimos unas imágenes de un Sam desesperado, luchando contra un orco en unas escaleras de caracol. De un mandoble con su corta espada, Sam logra tirar por el hueco de estas estrechas escaleras al orco (algo más alto que él). Sam, rabioso, mira hacia abajo y grita: "¡¡Ésta va por mi tío!!". Dan ganas de reír... o de llorar... no lo sé, pero sí sé que se tensan todos los músculos al oír a un pequeño hobbit gritarle así a un orco en pleno Mordor.
Las escenas finales se acercan. Vemos a Sam agachado sobre Frodo (a quien no vemos aún la cara), con los labios agrietados, el pelo raído y enmarañado, las ropas desgajadas y el rostro descompuesto de dolor, llanto y sufrimiento. Está llorando y, por sobre un rugido que puede oírse por todo alrededor (el rugido de un volcán en actividad, deduzco) grita a Frodo: "¡Vamos, Frodo! ¡No puedo llevarlo por tí, pero sí puedo llevarte a tí junto con él!" y sacando fuerzas de donde no deberían quedarle, lo recoge del suelo, dispuesto a cargarlo sobre sus hombros. Y entonces el plano cambia, la cámara se sitúa detrás de Sam, y vemos a Frodo...
Todo lo que os he dicho sobre Sam, multiplicadlo por diez. Frodo está totalmente derrotado. El dolor que refleja su rostro... Dios, parece un alma en pena, un torturado en el infierno. Sus manos temblorosas apenas pueden moverse para dejar que Sam lo cargue sobre sí. Tiene los labios tan destrozados que duele sólo mirarlo. Su rostro sólo refleja sufrimiento. Pero lo peor de todo es su mirada, vacía, perdida, intentando asirse a la figura de su amigo, para no perder por completo la cordura. Creedme, en estas escenas mucha gente va a apartar la mirada de la pantalla.
El plano cambia, y vemos algo muy distinto. De espaldas a nosotros, Frodo está en pie, erguido. Todo alrededor son reflejos de llamas. El Monte del Destino ruge más que nunca, pero no se aprecia bien el decorado de la caverna. Frodo se vuelve lentamente hacia nosotros. Pero ya no es Frodo. Es un reflejo de lo que debería ser Gollum. El rostro de maldad que consigue aquí Elijah Wood sorprende tanto que no pude contener un grito ahogado. Frodo, totalmente poseído por el Anillo, dice lentamente, mirando hacia la cámara: "No lo destruiré". Vemos sus manos: las uñas destrozadas, las manos ajadas y llenas de llagas. Y en una tiene el Anillo, que brilla como fuego (nada de efectos especiales de brillo: sólo el reflejo de las llamas). Las manos son un puro temblor, pero en la voz de Frodo no se refleja ninguna duda sobre lo que va a hacer: sólo codicia. Una mano se acerca a la otra, temblando con emoción.
De nuevo, el rostro de Frodo. ¡Sus ojos! Da miedo, de verdad que da miedo verle. Sonriendo como un loco, termina la frase: "¡¡El Anillo es mío!!". Una mano se acerca a la otra, y el Anillo entra en el dedo de Frodo. La música llega al clímax. Un destello final y...
El Señor de los Anillos. El logotipo de la web oficial, los títulos de crédito y demás. Cuando terminan, las luces de la sala se encienden. La gente, lentamente, empieza a levantarse e ir hacia la salida. Yo no puedo hacerlo. Mis músculos no responden. No paro de temblar. Consigo por fin mirar a mi lado, y veo que a mis cuatro compañeros en esta pequeña aventura les sucede algo parecido. Empezamos a hablar, pero sólo son balbuceos casi sin sentido, del estilo: "Joder. Pero, ¿habéis visto? Dios... es increíble...". Las palabras "increíble", "alucinante", "bestial" y algunas otras por el estilo parecían ser las únicas que formaban parte de nuestro vocabulario.
Miro hacia abajo, a la izquierda, y la representante de Aurum (quien ya había visto el metraje en Cannes) me está mirando, sonriendo, divertida. La expresión de mi rostro debería ser de completo asombro, pero sé que sólo parezco un tonto embobado. Cuando ya casi todo el mundo ha salido de la sala, los cinco nos levantamos y vamos también hacia la salida. No sé si fuimos los últimos en salir. Pero lo que sí sé es que mis rodillas no paraban de temblar. No es tampoco una metáfora, ni estoy exagerando: os juro que me temblaban sin parar. La representante de Aurum nos espera en la escalinata y nos pregunta qué nos ha parecido. Creo recordar que, aparte de algunas palabras temblorosas, conseguí decirle lo que realmente quería: "Gracias. Muchísimas gracias".
Al salir de la sala, nos dan un libreto oficial (el mismo que pudimos descargar en formato PDF, sólo que esta vez está en mis manos, y traducido fantásticamente a nuestro idioma). Empezamos a hablar sobre lo que hemos visto. Poco a poco me tranquilizo, mi lengua se va soltando... y entonces ya no podía parar. No podía dejar de hablar de lo que había visto, como si los demás no hubieran estado ahí. Me había metido tanto en la película (¿película? ¡si sólo fue un metraje de 26 minutos!) que me parecía estar solo en el cine. Entonces recordé: ay, ay, si tengo que escribir un reportaje sobre ésto. El hablar con todos los demás durante todo el día y toda la noche me ayudó mucho, porque así he podido recordar tantos detalles como habéis visto. Pero aún así...
No soy imparcial, y lo sé. Lo intenté, pero desde el momento en que Bilbo abre la puerta de Bolsón Cerrado, todos mis intentos por mantenerme impasible se perdieron. Al salir de la sala me comporto como un fanático. Sinceramente, es una de las mejores películas (¿¿película??, ¿otra vez?) que he visto este año (lo cual no es decir mucho en favor del cine este año, es cierto). No sé si publicaré algún otro reportaje sobre este metraje... el estreno está demasiado cerca. Sólo el tiempo lo dirá.
Hasta la próxima.