Análisis de la Banda Sonora de Las Dos Torres
Análisis detallado de la Banda Sonora de Las Dos Torres compuesta por Howard Shore, con comentarios específicos de cada fragmento musical.



    Ya hace un año. Un año desde que empezó esta larga carrera. Y todavía sigo viéndolo todo muy cercano en el tiempo. Recuerdo esa avidez, esa emoción por desentrañar los entresijos de aquella música tan esperada, tan anhelada. Recuerdo asimismo las primeras decepciones, las primeras maravillas, el goce exquisito, el día del estreno, con sus luces y sus sombras. Nadie podría ser objetivo en aquella situación, pero al menos era necesario intentarlo, conscientes de la dificultad que implicaba tal cometido. Recuerdo, ¡ay!, ya hace un año, la indefensión personal que sentí con el trabajo de Howard Shore; y digo indefensión porque la emoción lo embargaba todo, no sabíamos qué esperar, ¿qué sorpresa, qué estilo iba a marcar la música que acompañase a la primera película de El Señor de los Anillos? Conocedor de las obras de Howard Shore, pero también conocedor de las bandas asociadas con las películas más clásicas y más épicas de la historia, no sabía a que atenerme. Y eso era un duro handicap. Reconozco, y lo rememoro con enorme alegría y pasión, esas primeras desangeladas impresiones, esas dudas que corroían mi mente, esos intentos por alejarme de cualquier influencia emotiva, en una clara tentativa de ser imparcial en mis apreciaciones. Fue imposible, como podéis comprobar en el mismo artículo de hace un año, de lo cual no me arrepiento.

    Hace, pues, un año de aquello, pero, ¿qué ha pasado con el devenir del tiempo?. Ni más ni menos que un reconocimiento mundial hacia la labor de Shore, premios, oscars, y una asociación implícita y evidente de las imágenes de la película con una música concreta, lo cual parece el mayor elogio posible hacia el trabajo de un compositor de bandas sonoras. Así como la fanfarria de Star Wars está históricamente asociada a ese cielo negro estrellado, a esas letras amarillas desplazándose por la pantalla, el motivo de la Comunidad del Anillo aparece ya presente en cualquier imagen de nuestra trilogía, en cualquier anuncio de televisión, en cualquier trailer en el cine.

    ¿Qué recordábamos entonces? Recordábamos la emoción del trabajo de Shore, su perfecta y maravillosa simbiosis con la película, el profundo estudio psicológico de las situaciones. Más allá de los errores, fallos y deficiencias que un servidor podía encontrar en aquel trabajo. Motivos como el lamento por Gandalf, la despedida de Frodo y Sam en Amon Hen, la maravilla de los espacios de Moria, la presencia imperturbable de los Argonaths, todo ello ha quedado grabado a fuego en la memoria de mucha gente. Evidentemente era la introversión, la profundidad emotiva con la que nos obsequiaba Howard Shore lo que finalmente había calado en nuestros corazones. Como comenté en su día, el tiempo da y quita, y ésta ocasión no es una excepción. De principios inseguros y complicados la banda sonora de La Comunidad del Anillo ha ido haciéndose hueco en nuestros recuerdos, en nuestra afectividad, trabajando afanosamente sobre nuestro subconsciente. Y ahí se ha quedado, y creo pensar que para siempre.


    Pero de eso…ya hace un año. ¿Qué deberíamos esperar para Las Dos Torres? Debo ser franco y reconocer que no esperaba demasiado, si por “no demasiado” entendemos como más de lo mismo. ¡Qué equivocado estaba! Quien espere una simple reelaboración de los motivos propuestos en La Comunidad del Anillo es posible que se lleve una gran decepción. En opinión de un servidor estamos ante un magistral trabajo de madurez. Shore recoge el material de la primera película, lo presenta bajo nuevos prismas y ángulos, y nos lo confronta con un nuevo material temático de enorme interés. El estilo es inconfundible, puro Shore, al que se le encuentra muchísimo más cómodo ante los enormes motivos que debe desarrollar. Todo está mejor cohesionado, perfeccionado. Una de las cosas que en el pasado critiqué a Shore fue su limitada capacidad de orquestación, o al menos el empleo de recursos trilladísimos. Esto ha mejorado de una manera evidente, la economía de medios ya no es tan palpable. El contrapunto, sí, está muy limitado, trabajando con conceptos armónicos muy clásicos en diversas ocasiones. Las maravillas son muchas, porque si los puntos fuertes de Shore siguen estando ahí, estoy convencido que además se han solventado los posibles puntos flacos. Todo fluye mejor. Problemas de continuidad apreciados en la anterior banda sonora aquí parecen haber remitido. Todas las ideas, todos los momentos están perfectamente engarzados, con suaves progresiones, enlaces armónicos bellamente tejidos. Nada suena forzado ni mal montado. Y ocurre que quieres más, se acaba demasiado pronto. Es cierto, todo el material tiene tan estupenda presencia, tan acabada factura, tan bien desarrollado que siempre deseas más, que continúe hasta el infinito.

    Es curioso, pero esta banda sonora juega con ventaja. Me explico. Aquí ya no cabe la sorpresa. El estilo inconfundible de Shore, nuestros propios problemas de “adaptación” que pudieran surgir ya han sido solventados con la piedra de fuego que supuso La Comunidad del Anillo. Y, por tanto, este nuevo trabajo de Shore entra directamente, como una lanza encendida al corazón. Es una maravilla lo que aquí se vislumbra, y el goce de la cohesión final imagen-sonido debe proporcionar un deleite de rango superior. Influencias hay muchas, como cabía esperar, y poco a podo se irán desentrañando.