Cuando ahora o en el futuro hable del viaje a Londres me vendrá a la memoria este viaje aunque haya ido muchas más veces. Para mí será "el viaje" por varios motivos. Por estar rodeado de amigos, porque ha sido mi primer viaje, a solas, con mi hijo hobbit Pablo y por las actividades que compartimos, pero sobre todo, por la sensibilidad que se respiró en la visita a la tumba de nuestro maestro J.R.R.Tolkien. Fue un momento inolvidable en el que nuestro amigo Aldo consiguió en la despedida, emocionarnos al leer a los pies de Tolkien el capítulo de la despedida de Bilbo de La Comarca, en su fiesta de cumpleaños. La última palabra, adiós, desató en nosotros un sentimiento entre el agradecimiento y la tristeza que me es imposible describir fielmente con palabras. Gracias desde aquí a Aldo por ese instante.
Expuestas con destreza las armaduras, sí señor. En dos zonas estaban colocadas en fila las armaduras de, atentos, un soldado de Gondor que imponía casi más que el mismo Sauron, la de un arquero Elfo, la de un Elfo de la Primera Edad junto a la de un Orco de Moria y un Jinete de Wargos. A estas maravillas de los encargados de vestuario de la trilogía se les unían los trajes de Faramir, más armaduras de orcos y una figura aún más imponente que las del gondoriano y Sauron juntas, la de un Lurtz soberbio, gigante y amenazador, terrible en las distancias cortas, como la colonia Brummel. También me preguntó mi hijo si era de verdad, a lo que le contesté que no se acercara por si acaso, pues ni yo lo tenía claro. En un rincón casi desapercibido, y era mejor así, te cogía desprevenido una figura de más de 3 metros de alto de un Troll de las Cavernas con cara de pocos amigos, que mira que es una pena que a ser feo haya que añadirle poner cara de malo. Con el brazo en alto con una maza y un Orco pequeño pero seguro que peligroso a su lado, estaba colocado en un diorama gigante de las Minas de Moria, de una belleza arrebatadora, lúgubre y oscura. Justo enfrente un vacío, y está explicado, en el que debía estar la torre de Orthanc en formato, así lo llaman, gigantura. Pero por desgracia estaba siendo usando en la filmación de escenas adicionales en Nueva Zelanda. Al lado, a escasos centímetros una figura entera semiacabada de Bárbol , o más bien un esbozo de lo que acabó siendo, junto a un busto gigante, esta vez sí, de Bárbol a tamaño gigante, que era un prodigio de técnica y arte.
Podías admirar, porque admiración es lo que todo lo que allí había y despertaba, el bastón de Gandalf, la vara de Saruman, la Palantir de Orthanc, decenas de pergaminos y libros cuya perfección levantó expectación entre todos los presentes, y fue de las cosas que me dejó más grato recuerdo, fíjate tú. Quizás otra de las obras expuestas más espectaculares fuera una maqueta enorme, gigantesca más bien, del Molino como lo ve Frodo en el Espejo de Galadriel. En una palabra, bestial. El Anillo Único tenía su propio espacio alejado , o mejor dicho, aislado de lo demás. En una especie de privado en forma de cueva oscura estaba flotando en un tubo alto de metacrilato el Anillo Único en tamaño king size. Bonito pero no espectacular, resultaba agradable por el juego de luces y voces que lo acompañaba.
Seguro que me olvido cosas porque no se podía llevar cámara de fotos, prohibidísimo estaba, tanto que había vigilantes y cámaras de seguridad por todos lados y porque no tomé notas al no llevar el bolígrafo y el bloc de notas necesario y perceptivo en estos casos.
P.D. me olvidaba que en un pasillo de la exposición te hacían unas fotos en las que se podía ver el efecto del distinto tamaño que tienen los personajes en la película. Vamos, lo de los hobbits. La foto es cutre pero tiene su gracia. Se consigue con lentes especiales y cambiando los objetos de tamaño. Te ríes y de momento es la única foto que se puede sacar de allí... de momento... porque... ¡volveré!