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Eviore
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Desde: 05/03/2002

#37 Respondiendo a: Edhel-dûr

Desde mi punto de vista los Istari no eran seres realmente encarnados, prefiero el término envestidos, ¿por qué digo ésto?

Lo primero es ver qué significa para Tolkien el término "Encarnado":

“En la tierra hay criaturas `encarnadas´, los Elfos y los Hombres: se componen de la unión de hröa y f...

Entonces que sentido le das...

... a la afirmación que de esos "cuerpos de Hombres" eran "reales y no fingidos", para mí esto quiere decir que eran:

Reales = verdaderos cuerpos como los de los demás Hombres
No fingidos = ni eran simplemente vestiduras, imágenes o simulacros de cuerpos de Hombres.

Por mucho que utilice antes la palabra "investido", esta queda matizada justo después por estas aclaraciones.

Por otro lado si me dices que para ti el estar "encarnado" implica necesariamente poseer un cuerpo real y permanente, entonces esto no es aplicable para los Hombres para los que el cuerpo es precisamente algo pasajero. La diferencia entre ser encarnado y no serlo radica, a mi entender, en el echo de que se estuviera predestinado dentro del mundo a llevar un cuerpo físico o a no llevarlo por no ser necesario. Así los Hijos de Eru eran seres encarnados por naturaleza mientras que Melian lo era por su destino con Thingol y los Istari por su destino como elegidos para la misión.

Desde luego no veo como se puede hablar de Verdadera Muerte si no se esta Verdaderamente Encarnado. Si la muerte es algo propio de los verdaderos encarnados, Elfos y Hombres, que ocurre cuando su alma se separa de su cuerpo verdadero y no fingido, ¿Como puede darse dicha muerto verdaderamente si no hay tal unión, si solo es un simulacro, un disfraz de quita y pon?. Si te das cuenta solamente se habla de muerte en el caso de Gandalf y en el de Saruman; nunca se había por ejemplo de la muerte de Sauron, sino de su derrota o de su destrucción (destrucción que es evidentemente física).
“¡Matad gorgûn! ¡Matad orcos! Los Hombres Salvajes no conocen palabras más placenteras -le respondió Ghân- ¡Ahuyentad el aire malo y la oscuridad con el hierro brillante!”