Que te crees tú que...

me he olvidado de ti, Gandalfilla... y lo que no sabes es que te mantengo bien vigilada (¡a ver lo que le haces al abuelo Gandalf ¿eh?! Menudas trastadas tuyas me cuenta, últimamente... ¡mira que tirar a su gato por la ventana! ¡y luego su dentadura postiza, a ver si llegaba antes que el gato y lo mordía por el camino!) No tienes remedio, chica... ¡Pero ya está bien así!... Por cierto, ¿por qué pones ésa cara? ¡Ah! Que te extraña verme sin mi gorrito azul puntiagudo... ay, amiga, lo perdí no hace mucho, mientras buscaba a las Ent-Mujeres, muy lejos de aquí (mira tú aquí por qué no he tenido tiempo de remitirte ni un sólo mensaje)... y, mira por dónde, sólo he encontrado mujeres florero, más bien ¡Y ésas no cuentan como Ent-Mujeres!

¡Ah! Gandalfa, Gandalfa... bien recuerdo yo cuando apenas levantabas tres palmos por encima del suelo y no alcanzabas ni a cogerme de la rodilla... ¡qué tiempos aquellos! Por aquel entonces ya te daba por lanzar a los gatos por los aires... extraña manía la tuya, no sé de dónde te vendrá, pero te aconsejo cuidado, pues en Gondor miran con malos ojos a aquellos que hacen cosas raras con los gatos (véase el caso de Berúthiel...).

Y, ahora, si me disculpas... ¡tengo un asunto pendiente con un dragón!