¿qué me ha dejado?

Un amor profundo por los árboles y las estrellas. Unos personajes que siento tan cercanos a mí que tengo la sensación de que cualquier noche de éstas podría encontrarme charlando con ellos en el Poney Pisador mientras nos tomamos una cerveza, o escuchando juntos una hermosa canción sobre los Días Antiguos en Rivendel. Un mundo imaginario pero tan pleno, tan completo, que puedo sumergirme en él como si tuviera una existencia paralela, y que me hace amar más el nuestro, porque en realidad la Tierra Media es nuestra Tierra tal como debería ser, como está dejando de ser, como no será si continuamos arrasándola. Una convicción cada día más fuerte de que la verdadera sabiduría está indisolublemente ligada a la bondad, a la generosidad, a la amistad, al amor por tus semejantes, en suma, y que la felicidad está en las pequeñas cosas, en los gestos sencillos, como pasear tranquilamente por un bosque con un amigo, o reír de gozo ante el espectáculo de unos fuegos artificiales.

Gran parte de estas cosas estaban ya en mí, y Tolkien hizo que las desarrollara, que salieran a la luz. Siempre le estaré agradecida por ello, y me alegra saber que hay muchas más personas que sienten lo que yo siento.