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Esta noticia que hemos encontrado en el Taipei Times se nos antoja realmente insólita, tanto en su planteamiento como en el desenlace.Lucifer Chu es, posiblemente, uno de los millonarios más extraños de China. Vive con sus padres, conduce un coche al que describe como "vieja chatarra" y es adicto a los videojuegos y las novelas de fantasía.Lo que realmente distingue a Chu de otros millonarios es el modo en que ha hecho su fortuna, y cómo la está usando ahora para ayudar a los demás.Durante el último año, Chu usó aproximadamente la mitad de sus ahorros para establecer dos organizaciones sin ánimo de lucro muy diferentes: The Fantasy Foundation (La Fundación Fantasía), que promociona la literatura y el diseño gráfico por todo el mundo Chino-parlante, y el Opensource Opencourse Prototype System (OOPS) que traduce la vasta biblioteca de recursos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en la red (on-line) al Chino.Ambas empresas parecen de mundos diferentes, pero comparten dos cosas: Chu no ha ganado ni un dólar de ninguna de las dos, y el trabajo de ambas es recae principalmente en el voluntariado. Pero el ganar dinero con ellas no forma parte de la agenda de Chu, y parece más interesado en compartir el conocimiento que en amasar una fortuna."Un día me pregunté a mí mismo: ¿Seré mejor persona gracias a mi dinero? La respuesta fue no. Yo seguía siendo el mismo", dijo Chu."Tras darme cuenta de esto, decidí que una forma de ser mejor persona y también de ayudar a los demás a serlo, era animar a la gente a compartir información. Y compartir el conocimiento con los demás se ha convertido en mi objetivo. No estoy haciendo ninguna fortuna. De hecho, estoy perdiendo dinero".Al igual que sus ideales nada convencionales, Chu se hizo rico de una forma realmente fantástica. Al igual que cualquier estudiante soñaba con hacer algo lucrativo tras terminar sus estudios. Soñab que un día ganaría al menos 10 millones de dólares.El problema es que Chu prefería jugar a los videojuegos en lugar de realizar sus deberes. Sus cuadernos estaban llenos de dibujos de criaturas míticas y fantásticas y su rostro, más frecuentemente que cualquier otra cosa, mostraba ensoñaciones acerca de la última novela fantástica, en lugar de sus libros de texto."No era un buen estudiante. Dibujaba en los libros de texto y nunca prestaba demasiada atención a los profesores", confiesa. "La única razón por la que aprendí Inglés fue para jugar a los últimos videojuegos".A los 18 años, Chu empezó a trabajar a tiempo parcial para una revista informática local, y en sus ratos libres traducía novelas de Fantasía y Ciencia-Ficción del Inglés al Chino.Su vida cambió por completo a finales de los 90, cuando empezó a leer las ediciones en Inglés de la épica de J.R.R. Tolkien: El Señor de los Anillos. Al oír que se iba a realizar una versión cinematográfica de la trilogía de Tolkien, Chu habló con un editor local y le ofreció traducir este libro al Chino, por unas ganancias mínimas.(continúa en la ampliación de la noticia)Noticia introducida por Elfenomeno

(Mensaje original de: Noticias Elfenomeno.com)