Hay muchas razones por las que el final del libro me parece perfecto. Una de ellas es que nos permite darnos cuenta de lo mucho que han cambiado los cuatro, particularmente Merry y Pippin. Es entonces, sólos y frente a sus vecinos, cuando percibimos que su aventura les ha convertido en personas excepcionales, algo que entre tanto personaje excepcional no quedaba muy claro.

El final también nos ayuda a entender porqué fue Frodo la persona adecuada para portar un objeto capaz de dominar no sólo a gente miserable, sino a aquellos que, inicialmente, pueden estar conducidos por excelentes y desinteresados sentimientos. Merry y Pippin habrían sucumbido al Anillo, como Galadriel, Gandalf, Elrond o el propio Sam percibieron. De hecho, el propio Sam habría sucumbido, atrapado por su enorme (y obtusa) bondad.

Y ese final (la imagen de la Comarca corrompida física y moralmente, con arboles arrasados y hobbits cobardes o mezquinos), muestra con mucha más claridad que cualquier otro paisaje arrasado de la novela, el verdadero rostro de la violencia, el dolor de la guerra, la rabia y frustración frente a los tiranos, y ayuda a romper esa imagen tan extendida de que la paz y la buena gente, están muy bien, pero son tremendamente aburridos.

El final de la película me gusta para la película, porque no creo que se pudiera poner el de la novela. Pero no creo (o no espero) que PJ pretendiera mejorarlo. Saber que hay hobbits capaces de convertirse en pequeños tiranos sólo por alimentar sus pequeñas vanidades, los saca del mundo mágico de los "enanitos graciosos". Y el retorno a su normalidad (al buen sentido hobbit), hace que los valoremos mucho más.

Un saludo