Acción

Las arañas me cercaban tras increparlas con mi grito, por un momento sentí la duda en mi interior, pero mis valientes compañeros reaccionaron excepcionalmente para poder dejarlas fuera de combate y, con la ágil idea de Aikanáro, lograr escapar.

Mientras corríamos en busca de los montaraces mis compañeros comienzan a relatar uno por uno su justificación para estar allí, en medio de una aventura que nadie sabe hacia donde puede llevarnos. Tras atender las palabras de mis camaradas, decido contar algo sobre mi pasado:

[quote]Ya que os habéis sincerado conmigo, yo haré lo propio con vosotros, aunque ello me cueste. En su día pertenecía al selecto grupo de los dúnedain del norte, alcanzando gran gloria entre ellos, gracias en parte a la fama que tenía mi padre, Abârtharon, hombre de confianza de Arathorn, Capitan de los Dúnedain. Pero hace unos meses caí en deshonor cuando defendía la frontera sur de mi pueblo. Decidí abandonar mi puesto faltando al juramento de obediencia de los montaraces, esto para mí es una deshonra profunda.
Desde entonces no he vuelto a mi país, transcurriendo la vida vagabundeando por la Tierra Media buscando una redención personal con la que volver a mirarme en un espejo sin sentir vergüenza. Pero todo esto quedó atrás al enterarme que gente de mi pueblo necesitaba ayuda, así que decidí enfrascarme en esta difícil misión.
No os he contado todo sobre mí, aunque creo que lo suficiente, dado que no gozamos de la confianza necesaria, aún.[/quote]

Cuando dejé de hablar sentí como parte de la carga que apesadumbraba mi corazón se quedaba atrás, en medio del camino, lejos de mí. Guardé silencio y me puse a la par de Adan en cabeza para ayudarlo en la guía de la persecución.