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Ver tema#145 Respondiendo a: Rúmil Är-Feinield
Acción
Tras el desembarco, seguir las pistas que Abârmil encuentra y localizar al grupo de Uruks; vemos y oímos lo que hablan con su señor Nazgûl. Lo único alentador es que por fin damos con el grupo que lleva a los montaraces, pero para desdicha nuestra y de ellos, los Uruks los llevan ahora hacia...
NARRACIÓN
La misión era muy peligrosa, y aunque os hallábais entre la espada y la pared, supistéis trazar un plan adecuado. La idea de ir a avisar a los elfos del bosque era buena, pero sin duda, ¿Como os podríais localizar luego? Era evidente, que si el enemigo cambiava de dirección y os dividíais para buscar ayuda, acabaríais fragmentados y perdidos. Finalmente, la idea de entrar y librar a los montaraces era también buena, pero teníais que esperar a que se fuese el nazgûl. Era de noche y estabáis observando cualquier irregularidad en el enemigo, pero parecían que estaban descansando. Amaneció y seguían parados, quietos. Vistéis como se levantaban, pero el nazgûl no reanudaba la marcha, lo cual indicaba tal vez que iban a recibir refuerzos. Pero no podíais arriesgaros, y así que Aikanáro y Elder se despidieron de vosotros y se fueron lo más repisa que fueron y sin descansar hacia Lórien. Ahora la comunidad estaba partida en 2 grupos, Rúmil, Abârmil, burzumgad, dimas y adan, y el otro grupo Elder y Aikanáro que avanzaban hacia Lórien en busca de ayuda. Pronto vendrían con refuerzos, pero debían de darse prisa. Mientras que el primer grupo mantiene los ojos fijos en el enemigo, el segundo grupo avanza rápidamente.
Sin embargo el nazgûl no tarda en reanudar la marcha, hacia donde vosotros estáis. Pero no porque os habrían localizado, si no por qué como decía Rúmil bordearían Lórien. Finalmente corréis todo lo posible, y ahora, el primer grupo es el ''perseguido''. Mientras correis rezando para que no os detecten y entonces si sea una persecución, el nazgûl se mantiene detras de los uruks por vuestra fortuna, quizás para aterrarlos y que su bestia alada se comiese a los que se cansaban.
Saludos
La misión era muy peligrosa, y aunque os hallábais entre la espada y la pared, supistéis trazar un plan adecuado. La idea de ir a avisar a los elfos del bosque era buena, pero sin duda, ¿Como os podríais localizar luego? Era evidente, que si el enemigo cambiava de dirección y os dividíais para buscar ayuda, acabaríais fragmentados y perdidos. Finalmente, la idea de entrar y librar a los montaraces era también buena, pero teníais que esperar a que se fuese el nazgûl. Era de noche y estabáis observando cualquier irregularidad en el enemigo, pero parecían que estaban descansando. Amaneció y seguían parados, quietos. Vistéis como se levantaban, pero el nazgûl no reanudaba la marcha, lo cual indicaba tal vez que iban a recibir refuerzos. Pero no podíais arriesgaros, y así que Aikanáro y Elder se despidieron de vosotros y se fueron lo más repisa que fueron y sin descansar hacia Lórien. Ahora la comunidad estaba partida en 2 grupos, Rúmil, Abârmil, burzumgad, dimas y adan, y el otro grupo Elder y Aikanáro que avanzaban hacia Lórien en busca de ayuda. Pronto vendrían con refuerzos, pero debían de darse prisa. Mientras que el primer grupo mantiene los ojos fijos en el enemigo, el segundo grupo avanza rápidamente.
Sin embargo el nazgûl no tarda en reanudar la marcha, hacia donde vosotros estáis. Pero no porque os habrían localizado, si no por qué como decía Rúmil bordearían Lórien. Finalmente corréis todo lo posible, y ahora, el primer grupo es el ''perseguido''. Mientras correis rezando para que no os detecten y entonces si sea una persecución, el nazgûl se mantiene detras de los uruks por vuestra fortuna, quizás para aterrarlos y que su bestia alada se comiese a los que se cansaban.
Saludos

¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...