Acción

Una vez decidida la misión de cada uno de nosotros, me plantó junto a Rúmil tras unos matorrales, cojo una flecha de mi carcaj, la coloco en el arco y apunto hacia la bestia alada. ¡Ahí viene apor nuestros amigos! Murmuro palabras de rezo para conseguir acertar en la cabeza y lograr que no pueda atacar a los tres cebos valientes. Rúmil gritó:

[quote]¡Ahora![/quote]

Lanzo la flecha y atino en uno de los ojos de la criatura, Rúmil hace lo propio, qué puntería. Desde mucho más lejos Elder y Aikanáro también alcanzan a herir a la bestia. Pero no fue suficiente y el espectro embistió a nuestros camaradas, qué maestría mostraron eludiendo al tiempo que dañando. Última descarga de los arqueros y aquel ser salió huyendo, no así su señor que se dispuso a atacar.

[quote]Vamos, amigo Rúmil, es el turno de las espadas -dije.[/quote]

Entonces nos abalanzamos al centro de la batalla en pos de Burzumgad, Dimas y Adan. Una vez allí intentaba calmar el temblor que se adueñaba de mis manos ante la espectral presencia, por mucho miedo que pasara no iba a dejar a mis compañeros de fatigas. Una lluvia dorada de flechas provinientes del bosque alcanzó al nazgûl, que salió corriendo. Sentí un alivio inefable. Me acerqué a mis los tres heridos y los ayudé a incorporarse.

[quote]Aún me quedan algunas plantas medicinales, dejadme miraros.[/quote]

Un elfo, Broceliande, nos invitó a descansar entre los suyos. Esto era una oferta muy difícil de rechazar, pero nuestra misión estaba en peligro.

[quote]Si después nos permiten atajar por Lorien, seguir al elfo puede ser la mejor opción - dije a mis compañeros- aunque no podemos demorarnos mucho. Expliquemos claramente todo lo que sabemos y persigamos a los dos uruks, conozco el reino de Rohan y creo os puedo guiar diligentemente a través de él. Debemos referir la traición de Saruman, es muy importante que lo sepan estas gentes.[/quote]

Nos llevaron a un claro donde pudimos descansar entre la inmortal belleza del país élfico. Todo parecía hermoso y tranquilo, como si nos encontráramos en un onírico paraíso. Mi corazón se reconfortaba mientras nuestros representantes elfos contaban nuestras hazañas a Broceliande y a Erwin.