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dimasalang
dimasalang
Desde: 14/09/2004

#187 Respondiendo a: Abârmil

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La tranquilidad que gobernaba aquellos parajes había permitido recuperarme después de la batalla. El orco, el enano y el beórnida progresaban rápidamente gracias a la efectiva medicina élfica, aún así nuestros anfitriones nos animan a que los sanos concluyamos la misión yendo a rescatar a lo...

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Dimasalang, Burzumgad y Adan no tuvieron más remedio que reposar en Lorien las heridas del combate, y ello a pesar de su voluntad de salir en rescate de los montaraces. Bronceliande se había mostrado hospitalario, incluso con un enano y un orco de por medio. Ambos, mientras reposaban en unas estancias convenientemente aclimatadas, conversaron largamente con Bronceliando y Erwin:
[quote]- Querido Bronceliande. Como corresponde a un hijo de Durin es obligado agradecer la estancia y atenciones que estoy recibiendo en este hermoso enclave. El objetivo de nuestra misión creo que realmente compete a todos los que luchamos contra Mordor. Será siempre un placer tratar de corresponder a lo que nos propongas, pero también te he de recordar que como mínimo igualmente serías recibido en mi patria natal de las Colinas de Hierro y en Erebor, en donde como aliado se os proporcionaría el trato de un rey. Es más, como gratitud perenne hacia ti, juro por Aule que si regreso con vida a mi hogar, donde me espera mi esposa Dugna, y mis hijos Zanas y Ankar, te enviaré una armadura entera de mithril engastada con joyas de la desaparecida Tumunzahar.[/quote]
El día, tras las palabras de agradecimiento y la degustación de los platos típicos de Lorien, trascurrió con tranquilidad para los tres integrantes de aquella comunidad que se hace no mucho se formase inesperadamente en el Bosque Negro. Dimas, en los días de paz cronista de la historia de su pueblo, preguntó por la vieja biblioteca de Lorien para indagar en unos años, ya agostados, en que su pueblo y el de los elfos estrecharon su amistad por el comercio y la artesanía. Ahora unían sus manos una vez más -meditaba el enano mientras acariciaba viejos legajos manuscritos- para levantar el arco y el hacha. Curioso destino el de estas dos razas casi antagónicas.
"Así lucharemos a la sombra"- dijo Dieneces en las Termópilas al saber que los persas harían una nube con sus flechas.