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Entaguas
Entaguas
Desde: 21/04/2005

#193 Respondiendo a: adan_eadur

Acción

Recuerdo a los elfos de mi infancia. Vivía cerca de Lorien, eramos la familia de Hombres del Norte más austral. Pero esa cercanía no hizo que tuviera confianza con ellos. Para nosotros, los elfos eran seres extraños que se les podían ver de vez en cuando en los lindes de los bosques, y otra...

1ª NARRACIÓN

Rúmil, Elder, Aikanáro y Abârmil cruzaban rapida, pero sigilosamente las llanuras. Los Uruks no parecían captar su olor, pero estaba terriblemente cansados, y apenas lograban arrastrarse. Los Uruks apenas habrían comido los últimos semanas y descansado, y eso se les notaba mucho. Aunque habíais decidido cogerlos como rehenes, los uruks no paraban, y cuando estabáis mas cerca tomaron una especie de brebaje que le habíais visto tomar a burzumgad en algunas ocasiones, y se levantaron rapidamente del suelo y empezaron a patear rápidamente. Las llanuras eran largas y estabáis empezando a cansaros de la caminata y perseguirlo, y empezabáis a desear haberles lanzado una flecha en el cuello. Ya os estabáis acercando a los límites de Fangorn, y los Uruks entonces hicieron el tal esperado descanso. Os acercastéis, pero entonces para vuestra sorpresa, se escuchó un olfateo en el aire que conociais, un grito agudo en el cielo. No hizo falta que inclinaráis la cabeza para daros cuenta de que era Khamûl.
[quote]- Malditos humanos y elfos ¡ Os mataré a todos! ¡¡¡Nadie se pondrá en el camino de mi señor! ¡Ni Saruman, ni Bolsón, ni vosotros!!!- Y lanzó vuestra bestia alada contra vosotros, y vosotros vistéis como los Uruks huían desconcertados y se metían en el bosque, y vosotros haciais lo mismo.[/quote]
Entonces vistéis como los Uruks con sus sacos eran atrapados por una rama de un árbol, seguramente un ucorno. Este lo subió a su copa y los sacos con los montaraces salieron. Cargastéis con los montaraces en los sacos, pues no había tiempo. Desesperadamente el espectro surcaba el bosque, olfateando. Finalmente cesó, y vistéis a los montaraces. Ambos eran de pobres vestiduras, con los ojos abiertos como platos al veros, uno de una melena rizada morena, y otro con mechones rubios. Ambos eran altos y fuertes. Abârmil al verles solto una exclamación, pues los conocía, habían servido a él hasta que un día los elfos le pidieron unos voluntarios para una misión secreta. Uno se llamaba Fernando y el otro Farahir. Ahora estabáis sentados frente a los montaraces y estos os decían:
[quote]- Gracias por rescatarnos, no se que hubiese sido sin vostros, lo que me sorprende, es que entre uno de los rescatadores este mi antiguo amigo Abârmil- Y Farahir que era el que ablaba le sonrió y le estrecho la mano- Ya tendréis conocimiento del por qué hemos sido capturados, y todo eso. Si queréis ahora podeis discutir, pero tenemos que salir de este bosque de ucornos. Ahora os dire que solo nosotros conseguimos adentrarnos en Mordor, y obtener información confidencial de un arrogante servidor de Sauron, Boca de Sauron. El enemigo utiliza a la marioneta de saruman para acabar con el pueblo de Rohan, y los pueblos del Harad y del Rhûn le ayudará a acabar con M. Tirith, y hay también algo mucho mas oscuro, pues yo sabía informació sobre... La comunidad del Anillo... Si, el anillo único a sido descubierto y si Sauron lo recupera, estaremos perdidos.
- Así es, ahora planeemos como salir de este bosque sin que ese nazgûl nos vea- Dijo Fernando.[/quote]
Estabáis todos sentados y millones de emociones os invadían, terror frente a lo que se avecinaba, y el cuerpo se os llenaba de valor. Ahora, estabáis todos sentados y mirandos fijamente, deseantes de que uno tomara la palabra para como salir del bosque.

Saludos .

P.D: Como esta narración es muy larga, pues lo sucedido al resto de la compañía en Lórien lo pondre en el siguiente post: 2ª NARRACIÓN. Es para que sea menos confuso y más fácil, ya que un ladrillo como este jeje
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...