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Ver tema#246 Respondiendo a: Aikanáro Telrunya
Off-topic -Esta bien.
De acuerdo estoy en que te lo has currado,pero si queremos ser meticulosos, deberías poner Dunedain bien en alguna linea que pone Dunadan,jeje, y decir que cuando hablo yo, que soy yo, ¡que no lo pone!
Otra cosa, si el capítulo II se llama Arañas y atajos, si es que acaso l...
1ª NARRACIÓN
La comunidad volvía a tener que disolverse. Por un lado, los elfos con Fernando, y por otro, Abârmil, Adan, Burzumgad y Dimas con Farahir que irían hacia Rohan y el Entaguas a por los refuerzos, y los elfos hacia Lórien.
Os despedis entre abrazos y rápido, pues Khamûl podía emboscaros de nuevo. Mientras, la segunda compañía ve como los elfos se alejan rápidamente con Fernando. Finalmente la primera compañía consigue ir hacia el Limclaro sin sorpresas, y encuentra unas barcas. No tardan en ponerse a remar, contra corriente con el Anduin para llegar a Lórien. Es cuando llegan a Lórien cuando empiezan a tener problemas. Broceliande exclamaba al veros desembarcar:
[quote]- ¡Malas nuevas tenemos, compañeros! ¡Orcos de Moria se preparan para el atacarnos! ¡Debeis huir o ayudarnos, pues son muchos! ¡Traen fuertes orcos negros de Mordor; Uruks-hai, y fuertes trolls que no les afecta la luz del día; Olog-hai!
- ¡No venimos a combatir, aunque ya todo se hablará!- Dijo Rúmil, calmando a Broceliande, que estaba exhausto- Os hemos traído a unos de los montaraces, Fernando.
- ¿Uno nada más? ¿Y los demás? ¿Os habéis separado? No importa,¡¡seguidme con cuidado!- Dijo Erwin, impetuosa.[/quote]
Mientras os adentráis en el reino élfico, y Fernando habla en privado con Broceliande y Erwin en privado, y bastante lejos de vosotros. Broceliande se asombraba, pero al menos escuchastéis algo en lengua común que Erwin pronunció muy alto:
[quote]- Me temo que vengamos demasiado tarde como para prevenir los hechos, quizás ya sea imposible pararlos, demasiado tarde.[/quote]
El anciano elfo gruño, pero entonces una gran partida de elfos le llega diciendo:
[quote]- ¡Están frente a los bosques! ¡Prepara las tropas! ¡El ataque sera cuestión de minutos!- Todo el mundo corría hacia fuera del bosque, preparandose para el ataque, mientras que gritos de desafío del ejército de orcos de Moria se escuchaban.
- Que Fernando se quede aquí a salvo, Rúmil, Elder y Aikanáro, necesitaremos vuestras espadas y arcos- Dijo Broceliande, todavía perplejo por todos los hechos- Sin duda es muy importante lo que nos dijo Fernando, luego os lo contaré ¡Preparaos!.[/quote]
Pronto estabais en la primera fila del ejército élfico, preparados y con las flechas preparadas. La masa negra de Moria se preparaba para el ataque. Descargastéis una increíble y certera descarga de flechas con una orden de un alto elfo, Haldir, y pronto os preparastéis para la carga. Los estandartes blancos de Lórien se alzaban, y los orcos y trolls con su feroz carga, corrían hacia vosotros... 3500 elfos más refuerzos que irían apareciendo contra unos 10000 orcos... Quizás vuestra intervención en la batalla sea esencial.
La comunidad volvía a tener que disolverse. Por un lado, los elfos con Fernando, y por otro, Abârmil, Adan, Burzumgad y Dimas con Farahir que irían hacia Rohan y el Entaguas a por los refuerzos, y los elfos hacia Lórien.
Os despedis entre abrazos y rápido, pues Khamûl podía emboscaros de nuevo. Mientras, la segunda compañía ve como los elfos se alejan rápidamente con Fernando. Finalmente la primera compañía consigue ir hacia el Limclaro sin sorpresas, y encuentra unas barcas. No tardan en ponerse a remar, contra corriente con el Anduin para llegar a Lórien. Es cuando llegan a Lórien cuando empiezan a tener problemas. Broceliande exclamaba al veros desembarcar:
[quote]- ¡Malas nuevas tenemos, compañeros! ¡Orcos de Moria se preparan para el atacarnos! ¡Debeis huir o ayudarnos, pues son muchos! ¡Traen fuertes orcos negros de Mordor; Uruks-hai, y fuertes trolls que no les afecta la luz del día; Olog-hai!
- ¡No venimos a combatir, aunque ya todo se hablará!- Dijo Rúmil, calmando a Broceliande, que estaba exhausto- Os hemos traído a unos de los montaraces, Fernando.
- ¿Uno nada más? ¿Y los demás? ¿Os habéis separado? No importa,¡¡seguidme con cuidado!- Dijo Erwin, impetuosa.[/quote]
Mientras os adentráis en el reino élfico, y Fernando habla en privado con Broceliande y Erwin en privado, y bastante lejos de vosotros. Broceliande se asombraba, pero al menos escuchastéis algo en lengua común que Erwin pronunció muy alto:
[quote]- Me temo que vengamos demasiado tarde como para prevenir los hechos, quizás ya sea imposible pararlos, demasiado tarde.[/quote]
El anciano elfo gruño, pero entonces una gran partida de elfos le llega diciendo:
[quote]- ¡Están frente a los bosques! ¡Prepara las tropas! ¡El ataque sera cuestión de minutos!- Todo el mundo corría hacia fuera del bosque, preparandose para el ataque, mientras que gritos de desafío del ejército de orcos de Moria se escuchaban.
- Que Fernando se quede aquí a salvo, Rúmil, Elder y Aikanáro, necesitaremos vuestras espadas y arcos- Dijo Broceliande, todavía perplejo por todos los hechos- Sin duda es muy importante lo que nos dijo Fernando, luego os lo contaré ¡Preparaos!.[/quote]
Pronto estabais en la primera fila del ejército élfico, preparados y con las flechas preparadas. La masa negra de Moria se preparaba para el ataque. Descargastéis una increíble y certera descarga de flechas con una orden de un alto elfo, Haldir, y pronto os preparastéis para la carga. Los estandartes blancos de Lórien se alzaban, y los orcos y trolls con su feroz carga, corrían hacia vosotros... 3500 elfos más refuerzos que irían apareciendo contra unos 10000 orcos... Quizás vuestra intervención en la batalla sea esencial.
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...