Ver publicación (PROPUESTA:''PLAY-BY-POST'')

Ver tema

dimasalang
dimasalang
Desde: 14/09/2004

#253 Respondiendo a: Lanceloth

Accion

A lo lejos se ve una figura que se acerca. Son las barcas de las que hablaban las elfas, que han llegado.

[quote]¿Cómo es posible que la ayuda de estos hombres cambie el destino de todo un país? [/quote]

Pero ahora que están mas cerca logro distinguir que no son solo hombres, sino tam...

Accion

Decidida la partida, pronto Farahir, Dimas, Burzumgad, Abârmil y Adan dirigieron prestamente sus pasos hacia el sur. Cuando el grupo vislumbró las límpidas y cristalinas aguas del Entaguas, dos elfas salieron a su camino para comunicarles las nuevas de Lorien. Por consejo e instrucciones del sabio Bronceliande deberían acudir en defensa de los rohirrim, sitiados en el Abismo de Helm. Gracias a las barcas entregadas por las emisarias la pequeña comunidad partió río abajo del Entaguas.
[quote]- La guerra ya es generalizada, tal y como temíamos todos- sentenció Dimas mientras remaba con fuerza junto a Adan.
- Con Sauron y sirvientes como Khâmul es lo mínimo que podíamos esperar- terció Farahir.
[/quote]
Mientras proseguían remando hacia el sur todos repusieron fuerzas con la medicina de Burzumgad. Sólo Dimas puso algunas objeciones a probar las pociones de los orcos, pero aún así se encontró bien. Horas después y según lo previsto se encontraron en las alomadas orillas del Río Nevado con el rohirrim Lanceloth. Las noticias no eran nada buenas. Los ejércitos de Saruman se encontraban ya sitiando el viejo Abismo de Helm, inexpugnable aún ante una inmensa marea negra. Era necesario partir cuanto antes con el ejército acaudillado por Erkebrand y Gandalf, a escasas millas de distancia. Tras una nueva marcha una enorme tropa apareció ante ellos. Hechas las presentaciones un oficial integró a los recién llegados en una de las divisiones de la hueste eorlinga, les proporcionó caballos y varias instrucciones para la batalla que se avecinaba. Todos estaban ya en formación, pues no había tiempo que perder. Una inmensa marea de cascos empenachados, lanzas refulgentes, armaduras radiantes y Banderas de caballo tremolantes esperaba con impaciencia la orden de ataque. Entonces desde las primeras líneas se pidió silencio, y el silencio se hizo al poco. Sólo se oía el murmullo de la batalla, abajo:
[quote]- Han venido los nobles más linajudos de la brava Roham. - dijo en voz baja Dimas al orco con una leve sonrisa al verle vestido con ropajes humanos- Como en Azanulbizar mi corazón augura un crepúsculo de oro al finalizar el día. Escuchad amigos, es Erkebrand quien habla ahora.
- Hijos de Roham y de otras naciones que habéis acudido a liberar a nuestros hermanos de Helm y al rey Theoden. - habló en voz muy alta mientras trotaba frente a las primeras líneas de caballería- En verdad os digo que hoy en Helm correrán ríos de sangre uruk que llegaran cual pestilente alcantarilla hasta las mismas puertas de Mordor. ¡Rohirrrrim! –gritó mientras desenvainaba su espada- ¡recordemos a estas inmundas criaturas que Roham vende cara su libertad!. ¡adelanteeeeee!.
[/quote]
Acto seguido, los valientes jinetes de Rohan se abalanzaron por la cuesta que los separaba del abismo, al galope. De inmediato varias secciones del ejército uruk inclinaron sus lanzas cual erizo estático. En lo alto el sol se debatía con la sombra en lo que algunos creían llegado el fin del mundo. Entre la gran multitud iba la pequeña compañía. Dimas parecía dominar mejor el caballo eorlinga que el corcel de Lorien. Al final los frentes se juntaron. Un inmenso estrépito de caballos y personas pereció bajo el frío acero de las primeras líneas enemigas. Pero fue tan brutal la embestida que toda la formación se desarboló abriéndose paso las siguientes líneas de caballos entre los uruks. En el caos de la batalla los hermosos cuadrúpedos se retorcían en el suelo en violentos escorzos mientras los cuerpos se iban amontonando de modo caótico unos tras otros. En un instante de confusión el enano pudo subir a su caballo a Adan, a punto de perecer entre lanzas mortalmente afiladas. Ambos, sobre el caballo repartieron sendos mandobles en todas las direcciones, tumbando para siempre en el sucio fango a cuantos osaban acercarse, y, a decir verdad, no fueron pocos. Era tal el desbarajuste que múltiples jinetes tuvieron que descabalgar de sus caballos. Entre ellos el de Adan y Dimas, que antes de saltar de su corcel había tenido tiempo de destrozar dos dunledinos con su hacha. Ya en tierra el enano repelió varios golpes de cimitarras con su escudo, regalando la muerte como respuesta a cuantos se interpusieron en su camino. El orgulloso hijo de Durin manejaba con maestría artística su hacha de doble filo, logrando seccionar extremidades de los esbirros de Saruman a cada círculo que dibujaba en el aire. Su yelmo de mitrhil había dejado de resplandecer, pues sangre y restos de carne uruk hacían titilar su viejo esplendor otrora luminoso. Las murallas de cuerpos enemigos se derribaban al paso del que fuera capitán de la guardia real de Khazad-dûm entre gritos espantosos de dolor. No muy lejos de él Adan y Burzumgad bregaban con gran valor, envainando sus espadas en las vísceras de aquellas criaturas y mandándoles a la sombra. Unos cientos metros más allá, a todos les pareció ver al Rey Theoden en una de las rampas del Abismo de Helm, lo que enalteció la sangre de los guerreros. Mientras, proseguía la cruenta batalla.
"Así lucharemos a la sombra"- dijo Dieneces en las Termópilas al saber que los persas harían una nube con sus flechas.